Respondiendo al post de Matt Suarez Holze en el que se cuestiona la necesidad de la existencia de la Monarquía en varios países europeos, España entre ellos y por qué no percibe que haya grandes movimientos antimonárquicos.
Muchos, muchísimos latinoamericanos se hacen la misma pregunta siguiendo el razonamiento de cómo es que hay países del Primer Mundo que, siendo en teoría de los más avanzados social, política y económicamente, sigan manteniendo una institución que es, aparentemente, retrógrada y obsoleta.
Voy a intentar responder a ello.
Primero, los avisos correspondientes: soy español Y republicano. Todo el mundo conoce ya mi historia familiar o debería si me sigue: varios miembros de mi familia dieron la vida por la República Española, asesinados durante el franquismo que, sin ser éste necesariamente monárquico, aceptó (e impuso) ser sucedido por una monarquía. No soy precisamente el simpatizante número uno de la Monarquía aunque reconozco que lo que detesto y combato principalmente es el totalitarismo, especialmente el de índole o influencia fascista.
Segundo. Soy un escéptico humanista. Entiendo que se han lanzado al aire preguntas honestas, sólidas y de una curiosidad más que lógica. Así pues, intentaré contestarlas envainándome mis prejuicios o intentándolo. Por decirlo más claramente, estoy respondiendo más como europeo cientificista y amante de la racionalidad que como español con «demasiada sangre en las venas». Aportando respuestas desde varios ángulos, vaya.
Tercero, nótese por favor que las monarquías varían mucho dentro del continente europeo pero es cierto que comparten una característica que NO se encuentra en la mayoría de monarquías del resto del mundo: con la excepción de La Ciudad del Vaticano (que no es considerada una monarquía al uso sino una teocracia), son constitucionales y se enmarcan dentro de un sistema democrático. Es decir, es cierto que la monarquía noruega tiene poquísimo poder mientras que en la de Liechtenstein el Príncipe es una fuerza tras la existencia del principado hasta el punto en que tiene poderes ejecutivos (caso único en Europa). Pero ambas mantienen una gran convivencia con un entorno democrático y de libertades individuales, con elevados índices de desarrollo social y económico.

Cuarto, en esta entrada estoy tratando exclusivamente las monarquías como Jefaturas de Estado. Es decir, no estoy incluyendo las monarquías que se conocen en Politología como «subnacionales«, que son monarquías dentro de un Estado, reconocidas pero sin gran poder efectivo, más allá de cuestiones étnicas o tradicionales (también se las conoce como «monarquías no soberanas»). Por ejemplo, en África hay muchísimas monarquías dentro de repúblicas que cumplen un rol tradicional para con sus tribus o naciones (por ejemplo, la zulú).
Una apreciación. La inmensa mayoría de monarquías europeas (salvo el caso ya mencionado de Liechtenstein) tienen a su monarca como mera figura representativa, sin poderes. Son «jefes de Estado en piloto automático» y son los representantes elegidos democráticamente de manera directa los que llevan el día a día del gobierno del país. Los reyes son algo así como «embajadores permanentes». Fuera de Europa, salvo casos contados como el de Japón (que es igual al europeo), la mayoría de monarquías son de índole absolutista (p. e., las monarquías islámicas del Golfo) y/o se enmarcan en entornos que dejan mucho que desear en el apartado democrático (Marruecos, Malasia, las monarquías africanas y polinesias). Se caracterizan porque allí los monarcas tienen auténtico poder o un grado de poder que les permite afectar decisivamente a la política del país. Las comonarquías de la Commonwealth (que comparten como jefe de Estado al monarca inglés) son monarquías en teoría pero repúblicas en la práctica, con sus propios presidentes bajo la forma de los Gobernadores Generales.
Ahora sí, empecemos.
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La cuestión, básicamente, es que a ojos de (muchísimos) europeos los pros de tener una monarquía superan y con mucho a las desventajas. Hasta el punto en que no se cuestionan o no tienen mayor interés en cambiar su forma de Jefatura de Estado.
I. Los argumentos a favor se centran en torno a DOS grandes grupos:
1. Una monarquía es una forma de gobierno muchísimo más estable políticamente que una república. Por lo menos, dado el contexto histórico europeo. Fuera de Europa, especialmente en las Américas, no se entiende el hecho de que una monarquía sea más estable que una república… pero se comprende mucho mejor si se estudia la Historia de Europa.
1.a. No es ya que una monarquía como Jefatura de Estado, al tener a un individuo al frente que no le debe su cargo a nadie sino que lo hereda sea capaz de «torear» mejor a los tradicionales cainismos ideológicos entre conservadores, liberales, progresistas, etc. Los políticos “profesionales” pueden despedazarse si quieren en el Parlamento o en la prensa que el monarca siempre va a estar ahí de reserva y como figura unificadora de la nación/país/Estado. Es un filtro o, más bien, un dique de contención social que las repúblicas, hay que admitirlo, no tienen. Reconozcámoslo: las dos repúblicas españolas fueron un caos. “-Y entonces, ¿por qué eres republicano? -Sigan leyendo hasta el final, por favor”.
1.b. Una monarquía es también un freno a los nacionalismos internos. En Latinoamérica, salvo casos aislados, no tienen ese problema o no en grado tan elevado. En Europa, la fragmentación de tipo nacional o los regionalismos étnicos (especialmente los de índole lingüística) siempre están presentes. Es cierto que hay repúblicas europeas que han demostrado ser bastante estables, como la checa y la portuguesa (que, nótese, son bastante homogéneas en lo étnico; en Portugal, por ejemplo, llegan al punto de recoger en su Constitución (art. 10.2) que está PROHIBIDA la existencia de partidos políticos regionales; o sea, que tienen claro por dónde les puede venir la inestabilidad). Pero, en líneas generales, la agitación regionalista y nacionalista se percibe (no digo que sea necesariamente real sino que se percibe) popularmente como más contenida por el hecho de tener un Jefe de Estado perenne y que no le debe su cargo a nadie elegido “al volunto” por unas masas que se pueden enfurecer, radicalizarse o agitarse por un quítame allá unos carteles publicitarios en otra lengua que no sea la regional. La mismísima Suiza, hoy paradigma democrático, ha tenido en su historia un chorro de guerras civiles precisamente por no tener una autoridad central clara y estable, por infinidad de cuestiones de índole religiosa, lingüística y de delimitaciones territoriales internas. Es decir, eso de que existen repúblicas estables en Europa es… ahora, tras un largo, penoso, sangriento y delicadísimo proceso de democratización y culturización de sus poblaciones (salvo quizás alguna excepción aislada como San Marino país que, por cierto, tiene la singularidad de tener DOS jefes de Estado). Hasta hace unos cien años largos como que no. Y nótese que conforme los tiempos se vuelven más “populistas” (de derechas o de izquierdas), los primeros países en volverse inestables son, precisamente, las repúblicas.
No es que las monarquías impidan totalmente la inestabilidad política en un país, mucho ojo, sino que dificultan (y en no pocos casos, MUCHO), la desintegración política y social de ese país, especialmente si ese país es multinacional. En Latinoamérica, eso suena a chino porque allí tienen los idiomas oficiales claros (los portugueses y españoles no sabemos por qué, ejem, ejem), el abanico étnico o es tan variado y fragmentado que no hay forma de obtener masa en cuanto a grupos centrífugos o la afiliación étnica y nacional tiene su origen en una inmigración de aluvión y está tan clara que no los va a haber (Argentina y Uruguay). Hay excepciones, por supuesto, como las tensiones regionales en Bolivia o el movimiento mapuche en Chile y Argentina pero, en líneas generales, casi nadie en, por ejemplo, Argentina se cuestiona la integridad del país. Además, el contexto histórico en Latam es distinto al europeo totalmente. Allí no se ha necesitado de la monarquía para nada y, de hecho, en sus libros de Historia la monarquías europeas son el mismísimo demonio colonizador por lo que no le ven la necesidad de adoptar una (los pocos ejemplos de intentos monárquicos, como el mexicano, fueron desastrosos). No sólo no la necesitan sino que la perciben como (más) nociva (que los europeos). Para muchísimos europeos (pero ni de lejos la mayoría) la monarquía es, aparte de un símbolo y de una cuestión tradicional, casi que folklórica, un paso más en la evolución social histórica de sus países, uno que sigue evolucionando pero que todavía se percibe como más o menos necesario. O, mejor dicho, que es más práctico tener una monarquía que no una república.
2. Las monarquías son baratísimas de mantener. Es un hecho poco conocido para los no europeos pero las repúblicas son atrozmente caras como formas de Jefatura de Estado si se comparan con una forma monárquica.
«¿Que la monarquía es baratísimaaaaaa? Es la primera vez que oigo eso». Hay multitud de estudios en Contabilidad y en los Presupuestos Generales del Estado aparecen los presupuestos de las Casas Reales. A ese efecto, la Casa Real española es un ejemplo de frugalidad. A los españoles nos cuesta 7,9 millones de euros anuales frente a los 112 de Francia (fecha de 2020).
Noruega, Reino Unido y Holanda presentan cantidades considerablemente mayores (25, 45 y 39 millones anuales, respectivamente). Dinamarca, Suecia y Bélgica tienen un presupuesto aproximado de 14 millones anuales, mientras que el de Luxemburgo ronda los 11 millones al año.
Fuente.
En Francia e Italia, que son repúblicas, las cantidades para mantener a sus presidentes se disparan, ya que su presupuesto es de 112 y 228 millones de euros anuales, respectivamente. Alemania es la excepción: es el único caso de país de peso relevante en el que el presidente federal sale más barato que algunos monarcas: 20 millones de euros. Pero tiene «trampa»: no se le elige mediante sufragio universal sino indirectamente a través de la Bundesversammlung («convención federal»), compuesta por los miembros del Bundestag (Parlamento federal) y un número igual de delegados de los estados federales, con lo cual los germanos se ahorran el gasto en elecciones presidenciales (luego gastan como bestias en las elecciones a nivel de länder pero eso es otro tema).
Fuente: Statista.
No hay discusión posible. Los números son los que son: las monarquías son MUCHO más baratas que las repúblicas.
Ahora bien, hay que hacer una serie de apreciaciones: depende del país, se incluyen o no los gastos de ciertos apartados contables dentro del presupuesto de la monarquía por lo que el asunto puede variar al alza. En España, las reformas de los palacios, por ejemplo, se encuentran aparte porque son propiedad del Estado, NO de la Casa Real. Es decir, si mañana se les diera la patada a los Borbones, éstos no podrían pedir compensación por «haberles quitados sus palacios». Porque no son suyos, están poseídos y gestionados por el Patrimonio Nacional Español. Gastos como seguridad del monarca y su familia son costeados por el Ministerio del Interior porque se entiende que eso es un concepto contable aparte y porque a casi ningún Estado le interesa que sus monarcas puedan pagar sus propias fuerzas de seguridad personales… Ya tenemos experiencia histórica más que sobrada en cuanto a la que han liado las Guardias Reales europeas, prácticamente fuerzas armadas al margen de las nacionales, muchas veces de origen mercenario, que sirven más al monarca… que al país. Pero, independientemente de ello, es decir, ni aún saltándose la Contabilidad seria y sumando todo gasto habido y por haber a las monarquías, superan éstas a las repúblicas. En España, por ejemplo, la monarquía costaría 31 millones de euros en vez de los casi 8 oficiales si sumamos todos los gastos adicionales estimados. Nótese que eso debería hacerse también con los jefes de Estado de gobierno republicanos porque ellos también tienen diferencias en conceptos contables. Por ejemplo, los expresidentes franceses tienen derecho a seguridad personal y ese coste, como en el caso monárquico español, NO sale del presupuesto de Presidencia sino del Ministerio del Interior.
La monarquía británica, por ejemplo, es un caso algo diferente entre las monarquías europeas (o no) porque del presupuesto para la Casa Real salen gastos que normalmente son cubiertos por el gobierno en otros países. Por ejemplo, Carlos III se tiene que pagar de su presupuesto sus viajes y las reformas de SUS palacios.
Los medios británicos cifran el presupuesto asignado por la Casa Real británica a Carlos III en 98 millones de dólares anuales. Cabe destacar que el monarca británico no percibe dicha cantidad íntegra, ya que parte de ese presupuesto va destinado a gastos oficiales.
Ese gasto oficial anual (viajes oficiales, mantenimiento de instalaciones reales…) está estimado en 53,5 millones de dólares, por lo que realmente percibiría como sueldo íntegro 44,5 millones de dólares”. A eso hay que sumarle los presupuestos para el resto de la familia real británica, que serían unos 28,5 millones de libras (36,5 millones dólares USA, aprox.). Los británicos separan los gastos de la Casa Real propiamente dicha de los miembros cercanos. Nosotros no, el presupuesto español es de 8 millones de euros para todo.
Aparte, está otro hecho diferencial británico y es que a la Casa Real inglesa sí se le permite tener bienes propios, emprender negocios, etc. Y es riquísima por acumulación histórica (por ejemplo, financiaron a muchos corsarios). Su fortuna se estima en 2.322 millones de dólares americanos. Eso sí, paga impuestos (la mayoría, los de sucesión, por ejemplo, no).
Fuente: The Guardian.
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La respuesta que hay que dar es que, hablando en general, las monarquías son más baratas que las repúblicas. Le cuestan al contribuyente mucho, muchísimo menos que una presidencia de república.
¿A qué se debe tantísima diferencia?
Básicamente, al gasto que suponen las elecciones presidenciales, los gastos de los expresidentes y que los gastos suntuarios o ceremoniales de los presidentes son mucho más comunes (y suelen ser más elevados)… y acumulativos presidencia tras presidencia que los de un rey. Es por eso que el presidente alemán sale tan barato con respecto al francés. Porque no se necesitan elecciones para elegirlo. Y a mayor abundamiento: el monarca está siempre ahí y, normalmente, los gastos de la coronación de un nuevo monarca (que se producen cada mucho más tiempo que unas elecciones presidenciales) suelen salir del mismo presupuesto real con alguna excepción contable como la ya mencionada seguridad del evento.
He notado que en Latinoamérica no existe o, por lo menos a mí no me aparece por internet, el presupuesto para el apartado contable destinado a los gastos presidenciales. Aparecen los sueldos del cargo como presidente, eso sí, pero me está costando encontrar los gastos y presupuestos de la PRESIDENCIA como apartado contable en sí. Parece como si los gastos del presidente estuvieran repartidos entre las demás partidas contables. No puedo hacer comparativas claras, pues. No me hace gracia porque es una señal de oscurantismo económico contable. Si alguien me puede aportar información en los comentarios de mi perfil de facebook, se lo agradecería, y los incluiría aquí.
Ya por curiosidad y para completar. Para redactar esta entrada, he tenido que comparar también sueldos de presidentes de gobierno. Lacalle Pou, de Uruguay, gana 20.956 dólares USA (10.896 tras impuestos) y es (era) el mandatario latinoamericano que más ganaba. Pedro Sánchez, presidente de España, cobra 83.000 euros brutos anuales (89.000 dólares USA).
Una última nota para españoles. Muchas veces se hace esta pregunta en público: ¿es cierto que cada vez que nace un niño en la familia real, hay que aumentar el presupuesto de la Casa Real? NO. El Rey dispone de los 7,9 millones de presupuesto para repartirlos como considere oportuno pero eso es todo. Tanto si nacen doscientos como si nace ninguno, ése es el presupuesto del que dispone el Rey. Punto. Él verá cómo los reparte o no los reparte (que también puede negárselo a un miembro real) pero no se le va a aumentar la cantidad de dinero desde el gobierno para mantener a más familiares por más que nazcan.
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II. ¿No hay movimientos antimonárquicos en los países europeos con monarquías? Vaya que sí los hay. A patadas. Esa pregunta en concreto me ha extrañado porque no es para nada difícil encontrar sentimientos antimonárquicos en cualquier país europeo con un rey como Jefe de Estado. España, en concreto, es un país en el que la popularidad de la Monarquía, que fue muy elevada desde la llegada de la Democracia (se las asociaba) ha ido decayendo no mucho pero sí consistentemente debido, ante todo, a la concienciación de la injusticia que supone su existencia (desde la Gran Recesión, el hecho de tener un tipo como Jefe de Estado que cobraba millones de euros “porque sí” NO sentaba nada bien)… y al actuar del anterior monarca, Juan Carlos I, que la verdad es que institucionalmente, medio bien, pero en lo personal, salió «rana» y corrupto.
Lo que sí es cierto es que entre los partidos políticos mainstream, los tradicionalmente mayoritarios, no han tocado mucho la cuestión monárquica precisamente por mor de la estabilidad que genera. Pero que partidos políticos que quieren abolir la monarquía existen, y muchos, y son cada vez más vocales y escuchados en sus protestas. En España son los partidos políticos independentistas y los de ultraizquierda, con Podemos a la cabeza. Cosa que se repite a lo largo de Europa. Son los partidos políticos de tipo étnico y regionalistas, junto con los más ultraizquierdistas, los que más se oponen a las monarquías, aunque también hay partidos como Los Verdes y muchos fascistas que también predican su abolición.
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III. Los argumentos en contra de la existencia de una monarquía son, en principio, de índole más ética que pragmática.
Hay que decirlo alto y claro: no es justo que alguien herede un cargo por ser hijo o hija de alguien. Es totalmente contrario al espíritu democrático y va en contra de la capacidad de decisión de los ciudadanos… y de la IGUALDAD DE DERECHOS. Es prácticamente una imposición. Yo por mucho que estudie o me prepare no voy a poder optar nunca al cargo de rey de España.
Es una obsolescencia de tiempos muy pretéritos que no debería estar presente en sociedades que ya deberían ser maduras en términos de avance social. Pero… ¿estamos lo suficientemente maduros? ¿O es que tenemos un contexto histórico, político y social distinto? Lo cierto es que a millones de europeos sus monarquías no les estorban en sus vidas diarias, no son un (gran) despilfarro, les funcionan y no les da la gana de cambiar algo que funciona. Es el viejo dicho de: “si funciona, no lo toques porque lo que vas a lograr es estropearlo”. Es algo que (supuestamente) estará ahí como reserva para el caso en que todo se hunda, como un seguro.
En términos éticos no estoy PARA NADA de acuerdo.
Pero reconozco que para millones de mis compatriotas europeos es una cuestión que no les quita el sueño y acaban priorizando otro tipo de problemas y cuestiones que, consideran, les afectan más directamente. Como se suele decir mucho en España, no es el rey el que gobierna mal, sino los políticos. Eso sí, a los que dicen eso se les olvida que el rey… no gobierna. Se limita a firmar documentos.
La Monarquía ocupa el puesto 45 entre las preocupaciones de los españoles, citada por tan solo el 0,5% en una encuesta del CIS de octubre del 2022.
El 58,6% de los españoles está a favor de mantener la Monarquía constitucional como modelo de Estado, frente a sólo un 32,8% que prefiere la República.
Fuente: Sociométrica para varios medios españoles.
Se dan cifras más o menos similares en el caso británico.

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Entonces… “José María, ¿tú no abolirías la monarquía española?”
POR SUPUESTO QUE SÍ.
Lo que sucede es que yo voy un paso más adelante. Uno no pequeño precisamente.
Mi propuesta es eliminar la monarquía española por las cuestiones éticas ya mencionadas pero no sustituirlo por un presidente de una república española, no. Yo abogo por eliminar a TODOS los Jefes de Estado de la Unión Europea, sean éstos reyes o presidentes de república y sustituirlos por UN ÚNICO presidente de la Unión Europea, éste sí elegido democráticamente o mediante representación indirecta democrática (votación de los representantes elegidos para el Parlamento Europeo).
Las funciones representativas y de figura institucional específicas de cada país son muy fácilmente asumibles por los presidentes del gobierno… o por los vicepresidentes.
Nos ahorraríamos un pastizal entre todos los 27 países miembros, profundizaríamos en la unificación de la patria grande europea y acabaríamos con una cuestión (la monarquía) que es, éticamente, inasumible e indefendible.
Por más que sea, de momento (y aun así debatible), bastante práctica.

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