Estoy hasta los COJONES de Israel.

Este artículo es el primero de una serie dedicada más que a divulgar a mostrarle al público lector el cómo ordeno y guío mi vida… o, mejor dicho, cómo tomo decisiones conforme a pautas lógicas, funcionales, científicas… y éticas.

Espero que a alguno le pueda aprovechar.

A lo largo de la vida te encuentras con «temas» que son, digamos, de debate recurrente: ¿eres conservador o más progresista? ¿Más autoritario o más liberal? El aborto. La religión. La tortilla de patatas con o sin cebolla. Uno de esos asuntos, por lo polémico y por ser un caso único en geopolítica, es el conflicto palestino-israelí.

Ambas comunidades se disputan el territorio que va, grosso modo, desde el monte del Líbano al desierto del Negev, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Tras siglos de diáspora y persecuciones, los judíos del mundo entero decidieron volver masivamente desde principios del siglo XX a lo que ellos consideran su territorio ancestral y del que fueron expulsados por romanos y sasánidas. El problema es que YA había gente viviendo allí desde hacía centenares de años: los árabes palestinos (y otras comunidades). Tras un tiempo de inmigración masiva hebrea, las dos comunidades se vieron abocadas a un clarísimo enfrentamiento. A pesar de la ayuda de sus aliados árabes, los palestinos acabaron perdiendo con un claro vencedor tras décadas de guerra: Israel. Millones de palestinos perdieron sus tierras y hogar y acabaron de refugiados en los países de alrededor. Otros lograron quedarse (Franja de Gaza y Cisjordania, donde son mayoría) pero sometidos al recién creado Estado israelí.

Durante años, muchos países del llamado Occidente, especialmente europeos, se sintieron en «deuda moral» con Israel por el sufrimiento padecido durante milenios por los judíos (persecuciones religiosas, Inquisición, pogromos, legislación diferenciada y opresora, cuando no expulsiones directas de sus territorios, etc.). Y se pusieron del lado de Israel como «compensación». Otros países, especialmente EEUU, lo hicieron también por ser aliados militares y geopolíticos.

Desde mi punto de vista personal eso es una cagada de tipo ético. El haber sufrido persecución no te autoriza a perseguir a otro ni mucho menos a quitarle su casa y echarle de ella. Ni yo debería «reírle la gracia» ni aunque fuera mi «amigo».

Personalmente admiro la tenacidad hebrea y las aportaciones a la Humanidad hechas por el pueblo judío en tecnología, Economía, Sociología, etc., etc., etc. y me declaro un enamorado de la cultura sefardí. Y admito y reconozco que Hamás es un grupo terrorista y que llevó a cabo los atentados de octubre de 2023. Pero ESO no es óbice para que yo no señale con el dedo las monstruosidades que los israelíes han cometido contra los palestinos y en ello que siguen.

Porque se puede y se debe hacer lo correcto en CADA circunstancia. Se puede uno cagar en los muertos de Hamás y, a la vez, condenar las atrocidades cometidas por los israelíes opresores. ESO es lo correcto éticamente.

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Esta es MI opinión personal y al que no le guste que no mire.

1. Considero saldada la «deuda moral» contraída con los israelíes por el que es mi país, España. Mi nación ha declarado, afirmado, firmado y rubricado con tratado pertinente que es cierto que los judíos sufrieron persecución en Sefarad y que fueron expulsados de la misma de manera injusta y odiosa. Mi país ha «pagado» eso con el reconocimiento Y la concesión de la nacionalidad a todo descendiente de sefardí que pueda probarlo. Lo siento pero NO, no puedo estar toda la vida sintiéndome culpable por lo que se hizo hace quinientos años. Ahí queda la situación, apretón de manos, y a otra cosa. Y no, mi país NO participó en el Mandato de Palestina; las reclamaciones, al inglés. Nótese que Israel NO ha hecho con Palestina lo que ha hecho España con el Estado hebreo. Lo cual dice mucho de su calaña.

2. Considero que la acción histórica del Estado de Israel NO ha estado a la altura de las circunstancias. Se ha portado como una entidad invasora que no ha hecho precisamente mucho esfuerzo por integrar a la comunidad árabe (aunque reconozco que algo ha hecho, como la permisión de la existencia de partidos políticos árabes). En lugar de buscar una convivencia pacífica, se ha limitado a someter a los árabes y a ir reduciendo más y más su territorio incluida la llamada «colonización ilegal«.

3. Israel debería haber reconocido hace muuuuuuuuuuuucho tiempo y habiendo aprovechado todas las oportunidades que europeos, ONU y demás hemos puesto sobre la mesa (como la Conferencia de Paz de Madrid), de reconocer un Estado Palestino y haber acabado con el conflicto. Palestina tiene parte de culpa, sí, especialmente en el apartado del reconocimiento de la existencia del Estado de Israel pero Israel, en vez de aprovechar cuando estaban al mando grupos más moderados, dejó pasar la oportunidad y ahora están al frente grupos directamente terroristas como Hamás que no piensan reconocer a Israel ni por asomo. Bravo. Eso, por estirar el chicle más de la cuenta.

4. Israel ha sembrado la semilla de su propia destrucción al permitir el ingreso y crecimiento exponencial de las comunidades de radicales religiosos haredim (especialmente los de origen europeo del este), abandonando la tradicional moderación y el secularismo sefardíes. Y, encima, ni hacen el servicio militar. De cagada en cagada hasta la destrucción final.

5. Durante años y años y años los europeos hemos tenido que soportar que nos pongan «la cara colorada» por defender a los israelíes cada vez que cometían una masacre o desmán contra los palestinos. Que es cierto que los hebreos también han sufrido atentados y demás. Pero poniendo la balanza hay que admitir que los judíos se la han liado y mucho más gorda, a los palestinos que al revés. Que los israelíes no tienen casi seis millones de refugiados esperando a poder volver.

En los últimos tiempos, además, han sucedido DOS cosas que a mí, a título personal, me han inclinado a tirar la toalla con Israel y mandarlo a la mierda. A saber:

A-NO MIRÉIS PARA OTRO LADO QUE NO NOS OLVIDAMOS DE CÓMO DEJASTEIS TIRADOS A LOS UCRANIANOS, HIJOS DE PUTA. Lo vuelvo a repetir y lo diré una vez más: Ucrania es una cuestión EXISTENCIAL para nosotros los europeos, de la máxima importancia, no admitimos medias tintas en esto. Y justo cuando los ucranianos necesitaban ayuda, que la pidieron, VOSOTROS os desentendisteis mirando para otro lado con tal de no enfadar al ruso, que sus oligarcas judíos tenían muchos lazos con vosotros, que si la mayoría de inmigrantes haredim son rusos y que si pollas iraníes y bla, bla, bla… (Y eso que Zelenski es judío joer pues menos mal que miran por los suyos). ¡Qué bonito ir de víctima oprimida históricamente por la vida pero cuando el oprimido te pide ayuda, tú se la niegas! Si hay algo que odio en esta vida es a los desagradecidos y a los que se olvidan del pobre cuando ellos mismos fueron pobres en su día.

B-Ya sé que en el Ejército israelí habrá cometido las tropecientas mil y peores. Pero el ataque… qué coño, el ASESINATO de activistas de la ONG del chef José Andrés… es que me ha tocado la fibra personal. Lo reconozco, esto último no va precisamente con la actitud aséptica y científica que suelo recomendar pero… es lo malo de ser humano. Que se es humano y las emociones te pueden. He sido activista muchos años y la muerte de gente que se deja el pellejo por ayudar a los demás (ha muerto en el ataque gente que venía precisamente de ayudar en Ucrania) me duele hasta las entrañas. Y José Andrés, aparte de haber sido cliente mío… es un pedazo de pan que no se merece nada malo que le pase. Mis condolencias a los familiares y allegados de los asesinados. Y gracias a las ONG como World Central Kitchen que se esfuerzan por hacer de este triste mundo algo mejor.

Resumiendo: muchos europeos, yo al menos, estamos hasta los COJONES de esa situación. No pienso ponerme de parte, apoyar o tan siquiera hablar a favor de Israel ni por asomo hasta que no reconozca al Estado Palestino. Se acabó. Es de justicia… y hasta de pragmatismo. Estamos de ese conflicto y de que nos salpique sin venir a cuento hasta las narices. Nótese que reconocer a Palestina NO implica reconocer a Hamás. Repito: a cada circunstancia, su respuesta concreta.

Toma de decisión:

Apruebo y alabo TOTALMENTE la decisión de mi gobierno de reconocer diplomáticamente al Estado Palestino.

España no se limitará a reconocer al Estado palestino, como anunció el presidente Pedro Sánchez el pasado lunes al inicio de su última gira por Oriente Próximo, sino que además respaldará su ingreso como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas, según fuentes diplomáticas. Antes incluso de que se produzca el reconocimiento formal por parte del Consejo de Ministros español, el ingreso como 194º Estado miembro de Naciones Unidas estará ya sobre la mesa.

Apruebo y alabo TOTALMENTE la decisión de la Unión Europea de poner en marcha el reconocimiento del Estado Palestino. Muy en particular, una vez más, debo alabar el papel de mi paisano, DON Josep Borrell, en este aspecto (qué presidente perdió España).

El Alto Representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, ha presentado un plan formal de 12 puntos para poner fin a la guerra en Gaza, Palestina. El plan, al que ha tenido acceso varios medios como la Agencia EFE, tiene como elemento innegociable la creación de dos Estados independientes para la resolución del conflicto: un Estado palestino que exista al lado de Israel. […]

“Creo que más muerte, más destrucción, más penurias para el pueblo de Gaza, para el pueblo palestino, no ayudarán a derrotar a Hamás y su ideología. No aportará más seguridad a Israel, al contrario. Y por eso tenemos que redoblar nuestros esfuerzos con los socios internacionales para pasar de esta confrontación mortal a una solución”, indicó Borrell en la rueda de prensa posterior a la reunión. “Una solución de dos Estados”, concretó. 

Fuente.

Aparte de soberanas y con una intención geopolítica claras (lograr la paz), son decisiones justas, racionales y de sentido común.

Israel, aplícate el cuento antes de que sea demasiado tarde. Que no tendríamos ni que decírtelo, tendría que salir… de ti mismo.