Puerto Rico, la Grecia del Caribe. Un resumen de las causas de la bancarrota pública puertorriqueña.

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Hoy vamos a tomar una nueva mirada económica hacia la realidad latinoamericana. Porque… sí, Puerto Rico es Latinoamérica.

No habréis visto la noticia muy comentada en los medios de comunicación más conocidos pero… Puerto Rico se ha declarado en bancarrota.

Bueno, se ha declarado «técnicamente en bancarrota» desde el 3 de mayo de 2017. Los procedimientos legales del Derecho americano (recordemos que Puerto Rico NO es un estado de EE.UU. sino un Estado Libre Asociado) prohíben taxativamente al gobierno portorriqueño en concreto el declararse directamente en bancarrota: en 1984, el Congreso americano hizo referencia explícita en el capítulo 9, título 11, del Código Federal de los Estados Unidos. Sí, el que trata sobre las quiebras.

Puerto Rico lleva causando problemas de deuda ya desde hace décadas. Tan es así que Obama eliminó la potestad del gobierno local de manejar su presupuesto (porque no lo estaba haciendo nada bien) y nombró una gestora supervisora tras firmar la llamada ley PROMESA (Puerto Rico Oversight, Management, and Economic Stability Act, de 2015-2016).

Lo que ha hecho esa gestora es invocar su derecho a la reestructuración de deuda («Puerto Rico no le va a pagar hoy, le pagará… cuando pueda») porque no tiene más remedio. Ahora veremos las causas de ese sobreendeudamiento.

Puerto Rico debe la friolera de más de setenta mil millones de dólares, con una tasa de deuda del 68% per cápita. De hecho, las agencias de rating han cifrado su nivel de credibilidad crediticia en… NO invertir en deuda portorriqueña. Je, y en Europa nos quejamos de Grecia. En lo referente a bonos de deuda municipales, ha sido el default más grande de la historia de los EE.UU.

El problema deviene de que, históricamente y desde la guerra de Cuba (1898), el perfil jurídico y legal de Puerto Rico estuvo muy mal definido: no se sabía muy bien si pertenecía o no a los EE.UU. y si sus ciudadanos eran o no ciudadanos americanos, si tenían que alistarse… o si tenían que pagar impuestos federales. Los puertorriqueños siempre intentaron quedarse con lo mejor de los dos mundos. Al principio, leyes como la Jones-Shaforth Act, de 1917, daban muy buenos beneficios a los portorriqueños: nacionalidad estadounidense, elecciones al Senado (con la contrapartida de tener que alistarse en el Ejército de EE.UU.)… y unas condiciones en materia de impuestos tan buenas que prácticamente permitían a las empresas de EE.UU. el invertir en la isla sin tener que pagar impuestos federales.

Y eso, lógicamente, le permitía al gobierno de Puerto Rico el poder emitir deuda local (la inmensa mayor parte, deuda municipal) con unas condiciones tremendamente atractivas para los inversores. Las inversiones inundaron la isla.

Pero… no se aprovecharon bien esos beneficios. El gobierno local dilapidó esas ganancias y/o no trabajó pensando en un futuro en el que esas ventajas dejaran de existir.

Y el desastre ocurrió cuando esas leyes tan ventajosas fueron derogándose poco a poco por la sencilla razón de que constituían una competencia desleal con respecto a los estados de EE.UU. que SÍ pagaban religiosamente sus impuestos. Como podréis comprender, maldita la gracia que la hacía a un empresario de Alabama el pagar sus impuestos mientras su congénere con sede en Puerto Rico no los pagaba.
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Publicidad de los bonos de deuda pública de Puerto Rico en el semanario financiero Barron’s. 21 de octubre de 1974. Nótese el descarado lenguaje del anuncio: «Si piensa que el tenis en Puerto Rico tiene ventajas, permítanos hablarle de los bonos de Puerto Rico.» Hubo más anuncios como éste, que en vez del tenis mencionaba el ron caribeño, etc.

Puerto Rico se acabó convirtiendo en un paraíso fiscal.

Y lo que le acabó sucediendo es un canto contra la avaricia, y un castigo contra el que defrauda y se cree más “listo” que los demás. ¿Qué sucede cuando te quitan tu ventaja competitiva artificial? Que, como no lo hayas hecho bien (ahorrando, invirtiendo con vistas al futuro, creando riqueza, etc.) te hundes.

Y Puerto rico NO lo hizo bien.

El desastre ha venido producido porque:

1) Sus bonos de deuda equivalían a una triple exención de impuestos (el interés obtenido en las ganancias por parte de las empresas no estaba tasado con impuestos federales, estatales ni, muchas veces, locales) para todo aquel que residiera oficialmente en la isla. Pero no se tuvieron su efecto en las cuentas de balances de esos organismos. Y para ir paliando progresivamente esos déficits (gasto mucho sin cobrar impuestos), los gobiernos portorriqueños empezaron a emitir cada vez más y más deuda pública (especialmente desde los años setenta). Que es “muy bonito” no cobrar impuestos y querer mantener una infraestructura estatal con carreteras, aeropuertos, policía, redes de telecomunicaciones, redes de alcantarillado, eléctrica, etc., y cada vez más acudieron a la tremendamente equivocada estrategia de emitir deuda para pagar deudas anteriores (especialmente con tipos de interés más altos)… Qué más les daba. A fin de cuentas, los inversores compraban bonos de deuda portorriqueña como rosquillas. Porque eran tremendamente rentables tanto en beneficio como en exención de impuestos.

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Evolución de los precios de demanda de los bonos generales de Puerto Rico a pagar en 2035, desde octubre de 2016 a octubre de 2017. Fuente: Business Insider/Andy Kiersz, con datos recolectados por Bloomberg.

2) Los subsidios federales dejaron de llegar. Ya desde 1996, Clinton comenzó a alertar de que las exenciones fiscales ventajosas dejarían de tener efecto para el 2006. Les dio una década a las instituciones portorriqueñas para arreglar el asunto. No lo hicieron. Como un reflejo de la avaricia humana, las compañías que tan “fieles” les habían parecido a los boricuas… resultaron no serlo tanto. Y en cuanto vieron que desaparecían esas ventajas, se largaron.

3) Y los ingresos por impuestos que éstas dejaban, desaparecieron (ya fuera porque no pagaran impuestos aunque fueran pocos en la isla o porque sus empleados quedaron en paro) tras la aplicación del fin de la exención que proporcionaba la sección 936 que se aplicaba a Puerto Rico en el U.S. Internal Revenue Code (la normativa de la Hacienda de EE.UU., vaya) y que tanto significó para la economía de la isla. La lección de moral y la advertencia es que la táctica de convertirse en paraíso fiscal… es bastante engañosa. Porque no dura siempre.

4) La GRAN razón: que el gobierno de Puerto Rico ha sido extremadamente ineficaz y corrupto. Como podéis observar es muy parecido al caso griego. La gestora supervisora de PROMESA se encontró con verdaderos HORRORES en materia de contabilidad. Nada menos que el 44% de las declaraciones de Hacienda no se correspondían con lo declarado por los ciudadanos que pagaban impuestos… y, por tanto, no se pudieron cobrar por parte del gobierno. El gobierno boricua, por cierto, incumplió sistemáticamente la obligación de reflejar su contabilidad fiscal a tiempo. Y sus presupuestos no incluían la previsión de gastos futuros (se convertían en cheques en blanco).

Los gastos de los organismos públicos estaban disparatados y, siguiendo la tradición de otros países hispanos, incluían cosas como asesores con sueldos altísimos, sueldos muy elevados del sector público (especialmente administradores de escuelas y trabajadores del apartado «otros cargos» sin cualificar) con respecto al sector privado, enchufismo, nepotismo y corrupción (como creación de cargos públicos) a raudales. Y para solucionar estos “desajustes inesperados” pues claro, las instituciones portorriqueñas recurrían a… ah, sí, a emitir más y más deuda. Tanta, que incluso emitían deuda para pagar deuda anterior. Con intereses más altos, recordemos.

Es decir, que aunque Puerto Rico hubiera seguido teniendo exención fiscal garantizada, se habría acabado hundiendo igualmente con el ritmo de emisión de deuda que tenía.

El resultado de cariz épico es que a finales de enero de 2017, la deuda equivalía a más de setenta mil millones de dólares (o doce mil dólares por ciudadano)… en un territorio con un 45% de índice de pobreza y un desempleo del 12,4% (dato de diciembre de 2016)… causando una recesión local que dura ya más de una década, con default de impagos generalizados, emigración masiva a los EE.UU. por parte de la población isleña, reducción salvaje de gastos públicos y servicios sociales y con una posibilidad aritmética de pagar esa deuda de… IMPOSIBLE.

Pero eso es la deuda pública. Ni tan siquiera estamos entrando en apartados tan importantes o más aún como el crecimiento del PIB de Puerto Rico. Y no, no llama precisamente al optimismo: la isla ni tan siquiera produce como para mantenerse. Es deficitaria.

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Evolución del crecimiento del PIB en Puerto Rico. 2009-2018. Prácticamente todos los años en negativo, y el único año en positivo, paupérrimo crecimiento. Fuente: en la misma imagen.

Los números son descorazonadores.

Es por ello que muchos americanos continentales (especialmente los más conservadores y de sentimientos anti-latinos) no están dispuestos a querer pagar ese desmadre.

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Actualización a fecha de 22 de agosto de 2019: el mismísimo Donald Trump ha llegado a bromear con querer cambiar Puerto Rico por Groenlandia. Sí, claro… «broma». Es muy conocido el hecho de que Trump y muchos de sus seguidores consideran a Puerto Rico una colonia ruinosa que sólo da quebraderos de cabeza, gastos, y no hace más que generar inmigrantes latinos.

A España que no la miren: dejaron de ser colonia nuestra hace más de cien años. Y no nos podemos permitir el reflotarla económicamente… ni aunque existan grupos políticos que propugnen el volver a ser territorio español.  Mi consejo personal para el gobierno español y, ya puestos, a los movimientos ultranacionalistas españoles es que no se dejen cautivar por cantos de sirena y sueños de relanzamiento imperial y los desdeñen. Duele decirlo pero como se puede notar porque ni los mismísimos americanos lo quieren… Puerto Rico no merece la pena. No al menos en términos económicos. En términos culturales y humanitarios por supuesto que considero que hay que tenderles la mano a los puertorriqueños (a fin de cuentas son parientes) pero sacarlos de su sempiterno estancamiento económico es atrozmente caro. Y no le veo un beneficio claro a eso.

Mi opinión estrictamente personal es que Puerto Rico debería convertirse en un estado independiente e intentar hacer borrón y cuenta nueva con su economía, empezando desde cero.

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Resumiendo: se puede decir sin lugar a dudas que Puerto Rico es el Detroit del Caribe.

O, más exactamente, la Grecia del Caribe.

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Manifestantes exigiendo el rescate financiero (bail out) de Puerto Rico. Mayo de 2017. Fuente.

 

P.D.: aprendamos la lección sobre cómo manejar la deuda pública, que los paraísos fiscales no son para siempre… y que no se rían los americanos (especialmente los neoliberales amantes de las exenciones de impuestos) tanto de los griegos que al final resulta que en todas partes cuecen habas. Yo de ustedes me empezaba a preocupar por la situación fiscal de California.

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Bibliografía:

Rodríguez, C. A. (2008). Factores que inciden sobre la posibilidad de una desaceleración económica en Puerto Rico. Unidad de Investigaciones Económicas.

Toledo, W. (1996). La neutralidad del dinero: Una discusión de la literatura y un análisis empírico para Puerto Rico.

Is there still a path that returns Puerto Rico to debt sustainability? Blogpost por Brad W. Setser para el Council on Foreign Relations.

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