Una visión general del mundo de la inversión financiera. Las diferentes teorías y métodos para invertir en bolsa. Evidencias. ¿Es cierto que se puede ganar mucho dinero sistemáticamente invirtiendo en bolsa? Patrones perceptibles en las fluctuaciones bursátiles.

Índice de contenidos.
1. Introducción.
2. Trasfondo y motivos.
2.1. Puntos fuertes de este artículo y advertencias.
3. Una introducción al mundo de la inversión financiera (en bolsa).
3.1. ¿Qué es una acción (financiera)? ¿Qué es un bono?
3.2. ¿Qué es una “bolsa de valores”?
4. ¿Cómo funciona esto de la inversión en bolsa en términos prácticos? Experiencias personales como ejemplo.
5. El marco teórico. Teorías principales en Economía acerca de la inversión en bolsa. ¿Existen patrones y formas regulares de ganar invirtiendo en bolsa?
5.1. Patrones en finanzas.
6. Metodologías de análisis en finanzas.
6.1. El análisis fundamental.
6.2. El análisis técnico.
6.3. La hipótesis del mercado eficiente.
6.4. La polémica. Evidencias a favor y en contra de cada metodología.
6.4.1. ¿Donde está la polémica? Objetivo: batir el mercado.
6.4.2. Dados los dos sistemas analíticos (fundamental y técnico), ¿cuál de los dos ha demostrado ser mejor?
6.4.3. Críticas a la hipótesis del mercado eficiente.
7. Resumen, comparativa con experiencias personales y conclusiones.

.
.

1. Introducción.

Hola a todo el mundo de nuevo.

Hoy traigo un artículo que llevo mucho tiempo deseando publicar. Vamos a tratar en profundidad e incluso con evidencias empíricas un tema del que no hay mucho escrito en un lenguaje sencillo (en español, se entiende). Hoy vamos a tratar un mundo que me apasiona a título particular y que me genera una de mis fuentes principales de ingresos: el mundo de la inversión en bolsa.

Seguramente muchos de mis lectores no lo sepan (aunque deberían si se leyeran los enlaces aclaratorios sobre mi persona que tengo en el menú de la derecha y que para eso están) pero aparte de economista como técnico en marketing soy inversor. Sí, gestiono mi propia cartera de inversiones. Bueno, en realidad me dedico a más cuestiones económicas, soy comercial, tengo un trabajo fijo (“indefinido”, je…) y también tengo algunos ingresos extra de los que no voy a dar más explicaciones porque creo que no es cuestión de dar pelos y señales y menos por internet de a lo que uno se dedica. Lo que quiero dejar claro es que si de algo me sirvió estudiar Economía en general fue para aprovecharlo también a título personal, que los estudios no deben estar sólo para presentarse a oposiciones o incluirlos en un curriculum. Sólo faltaba haber estudiado algo como una Ingeniería Electrónica Industrial y no saber cambiar un enchufe de tu propia casa (cada vez que oigo eso de “en casa del herrero cuchara de palo” me dan ganas de sacar el hacha con la que podo mis robles). Y si en algo hicieron hincapié mis profesores en la facultad (y los autores economistas que estudié posteriormente) fue en una de las mayores reglas de todo buen economista: diversificar tus inversiones y tus ingresos. Así se reduce la incertidumbre porque no lo arriesgas todo a una sola jugada por segura que pueda parecer. Si tienes varios tipos distintos de ingresos, te pueden fallar algunos, pero cuanto más diversificas, tanto más probable será que puedas salir ganando en la cuenta final de resultados.

En fin, que no me dedico sólo a mi trabajo o a mis gestiones económicas personales sino que también invierto en bolsa. Y sí, gano dinero con ello. Por lo menos hasta el momento.

Con este artículo pretendo dar a conocer un funcionamiento al menos básico de cómo funciona este mundillo y, sobre todo, desmontar y desmentir numerosas mentiras, desinformaciones, tergiversaciones, exageraciones, etc., que circulan por la red de redes… especialmente en español.

Pretendo que se os queden claros una serie de conceptos básicos sobre cómo invertir en bolsa y cómo funcionan los fondos de inversión para que así no os puedan engañar.

También pretendo enseñaros, de manera sencilla, qué dice la Economía seria y científica acerca de las posibilidades de invertir en bolsa. Os voy a explicar las diferentes teorías y formas genéricas que existen en la Economía académica y práctica sobre cómo invertir, las pruebas que cada una aporta para decir lo que dice… y sus posibilidades demostradas de éxito o fracaso.

Ya sabéis (o deberíais, una vez más), que éste es el blog de un divulgador científico y luchador escéptico que intenta crear contenido de calidad sobre temas de importancia en el área de la Economía, principalmente. Y dado que también soy un activista social, quiero combinar información con denuncia y así alertar al personal de los peligros que acechan y que no son pocos, especialmente cuando hablamos de dinero. Vuelvo a repetir lo que digo siempre: como ecologista, planto árboles, como sindicalista y como miembro de asociaciones de consumidores, denuncio en los tribunales… y como divulgador, que es otra faceta más de mi activismo social, pues eso mismo: informo, alerto y denuncio (con pruebas) de los peligros que os podéis encontrar.
.

s-l600

Portada del libro de autoayuda financiera Dow 36,000: The New Strategy for Profiting from the Coming Rise in the Stock Market, de James K. Glassman & Kevin A. Hassett. 1999. Más conocido como Dow 36.000 este libro de consejos sobre cómo invertir es uno de los más ampliamente reconocidos como de los PEORES de la Historia si no el peor. No da una. Tiene fama de ser uno de los libros más destructivos en cuanto a dar mala información sobre inversiones y una de las obras más responsables de la bancarrota de miles de inversores americanos que invirtieron en la burbuja de las dot-com. En Europa no es muy conocido pero en EEUU esta obra causó verdaderos estragos por las cuñadeces que predicaba. Es tan rematadamente malo que ha atraído las iras y las risas de tanto liberales como progresistas, pasando por economistas de la FED, periodistas financieros ¡e incluso otros gurúes y autores de autoayuda financiera por la mala fama que les dio a todos! En términos estrictamente financieros, esta obra es una de las responsables de difundir que es posible batir al mercado ¡y por márgenes del 300%! Mis cojones, treinta y tres. El objetivo que tengo en mente a la hora de redactar este artículo es que aprendáis a disntinguir por vosotros mismos cuándo os están engañando a la hora de «invertir en bolsa» con «obras» como ésta.

.

.

2. Trasfondo y motivos.

Os voy a describir mi recorrido personal hasta llegar a ser inversor, para que podáis haceros una idea desde la mismísima base y podáis comprobar cómo se forman algunos juicios y prejuicios (que eso nos pasa a todos). Casi seguro que más de uno se sentirá identificado.

Mi primer contacto con el mundo de la bolsa y de la inversión en fondos fue antes de siquiera haber empezado a estudiar Economía. Fue mi padre, funcionario de profesión, a quien se le ocurrió un buen día “poner a funcionar” sus ahorros acumulados durante años porque acabó haciendo cuentas y estimó que los bancos no le daban mucho interés de beneficio. Yo era muy joven, pero le acompañé en todo el proceso porque como soy el primogénito, él consideraba que debía estar al tanto de las finanzas familiares. Todos los demás miembros de la familia éramos altamente escépticos de ese proceder (“¿tú sabes de inversiones ni de ?”). Mi difunto padre era profesor de Música, no tenía ni repajolera idea de inversión bursátil o ya siquiera de contabilidad. Es más, el que le hacía la declaración de la renta era yo. A esos extremos llegaba su desconocimiento. Y fue precisamente por eso por lo que decidió contratar los servicios de una asesoría financiera (Mapfre, para más señas). Y le trataron estupendamente a título personal. Pero de seis millones de las antiguas pesetas que invirtió, perdió (le hicieron perder) un millón doscientas mil (redondeando)… y eso que su fondo era de los que en la jerga financiera se llaman “mixtos defensivos” (y otros nombres como “mixtos conservadores”, que se suponen que tienen relativamente poco riesgo).

Como os podéis imaginar yo quedé escarmentado (y mi padre ni os cuento) y me convertí en alguien muy, muy escéptico acerca de las supuestas bondades y beneficios de los fondos de inversión sobre el tradicional depósito a plazo fijo en tu banco de toda la vida. En mi mente se quedaron grabadas aquellas ocasiones en las que me levantaba a beber agua por las noches y sorprendía a mi padre de madrugada observando la evolución de las diferentes empresas en el teletexto (y os repito: aquellos números, flechitas y picos de sierra equivalían a petroglifos olmecas para él, o sea, que se estaba amargando y encima para nada). Enternecedor y triste al mismo tiempo.

Pero pasó el tiempo y acabé estudiando Mercadotecnia (Marketing), con lo cual entré en contacto con otra perspectiva acerca del mundo de la inversión financiera.

Bueno, un alto en el camino y unas cuantas apreciaciones. Perdón por la perorata pero si no la digo, reviento como profesional y como persona:

1. En la facultad no te enseñan a invertir en bolsa. Desconozco si se hace en la actualidad en algunas especializaciones de Ciencias Económicas como Administración de Empresas, pero en mis tiempos y más aún en Mercadotecnia el asunto se daba de pasada, no entrábamos en ello porque no es el fuerte de nuestra especialidad. Por lo que tengo entendido, siguen así.

2. Pero sí que nos enseñaban los fundamentos y bases: qué es una acción, para qué sirve, cómo existe un mercado en torno a la compra-venta de acciones, la existencia de los fondos de inversión, la tipología de esos mismos fondos, matemáticas financieras, etc. Pero nada en profundidad.

3. Ya he hablado largo y tendido sobre este tema, pero lo repetiré… una de las cosas que más me toca los cojones son los economistas que hablan de cómo hacer dinero pero no saben hacer dinero. Y muchos de ellos fueron antiguos profesores míos o los autores que escribieron los manuales que muchas veces releo. Así de clarito. A decir verdad es una cuestión que no se oculta en el seno de «la profesión general»: la mayoría de economistas teóricos admiten que obtienen el grueso de sus ingresos a través de su trabajo como profesor universitario, no como inversores o emprendedores. Algo menos como «asesores» (meh) de política económica, como asesores de lobbies, etc… pero muy, muy, muy pocos tienen (o tenían, hay que reconocer que eso ha ido cambiando poco a poco) ni maldita idea de cómo manejar un fondo de inversión o invertir directamente en bolsa. No lo voy a ocultar yo tampoco: me parece una hipocresía en boca de muchos, especialmente de los más liberales, que se desgañitan hablando del papel de los emprendedores y las bondades del libre mercado como medio más eficiente (o perfecto) de información y comunicación entre agentes económicos… pero luego bien que se llevan su sueldo fijo calentito pagado por la universidad o el Estado sin mayores preocupaciones… y sin arriesgar.

Y todo esto no es sino el inicio de un montón de cuestiones más que uno no puede evitar preguntarse:

-¿Cómo cojones me va a enseñar un tipo sobre economía de inversión… si no ha invertido en su vida? ¿Cómo me va a enseñar o a animar a ser emprendedor… alguien que vive de un sueldo fijo abundante que le entra al mes llueva, truene o nieve? ¿Cómo narices se me pone un tipo a hablar sobre elasticidad de sueldos cuando él bien que se cabrea si le bajan la aportación de la subvención para un proyecto de investigación… o el presupuesto de su departamento? ¿Cómo me va a hablar sobre realidad microeconómica y relaciones laborales alguien que no ha salido de su torre de marfil académica en su puñetera vida y no ha tenido que enfrentarse a jefes cabrones que quieren bajarle el sueldo o mermar sus condiciones de contratación constantemente?

La «buena» noticia para los que predican estudiar en el campo de la Economía es que sí es verdad que la mayoría de millonarios en el mundo, tienen estudios o alguna titulación que tenga que ver con ésta.

Recordemos algo que he repetido a lo largo de los artículos pero que parece que el personal no se entera o, mejor dicho, no se quiere enterar de lo que escribo: «economista», por definición, no es sólo el que haya estudiado formalmente Ciencias Económicas, sino el que haya estudiado algo directamente relacionado con ésta (Contabilidad Financiera, Mercadotecnia, Gestión en ventas, Comercio, Administración financiera, Derecho económico, etc.). También lo es quien se dedique a ello. Lo señalo porque hay mucha gente en España, donde se es muy especifista con la «titulitis» (eso no pasa tanto en países como EEUU), que dice que «economista» es sólo aquel que tenga un título concreto en AdE. No, hijo, no. Economista también es el gestor de una cartera de fondos de inversión, por ejemplo, tenga O NO título en lo que sea porque incluso la RAE recoge (y bien hecho) como acepción que economista es todo aquel que se dedique profesionalmente a la economía.

Ni más faltaba, añado.

«Pues yo no estoy de acuerdo con eso».

Me la suda. A las definiciones académicas, la práctica profesional, al uso cotidiano y al sentido común me atengo. Denúnciame, ¿qué quieres que te diga?

A Ricardo y Keynes, de los que hablaremos ahora, se les califica hoy en día como grandes economistas pero ninguno tuvo una titulación como tal: Ricardo sólo fue a la escuela y Keynes se tituló en Matemáticas en Cambridge. Y ambos influyeron tremendamente en la teoría académica económica y, a la vez, fueron grandes inversores que se enriquecieron enormemente con ello.

Warren Buffett, uno de los inversores más ricos del planeta, ya ha hablado varias veces de este asunto/polémica sobre economistas teóricos (más específicamente, los que te dicen cómo hacer dinero) que no saben hacer dinero. Especialmente en lo concerniente al mundo de la inversión y las Finanzas.
.

.
Creo… y perdón por lo que voy a decir, que se le echa demasiada cuenta a los economistas políticos y profesores teóricos universitarios, pero se tiende a ignorar o despreciar la labor de investigación de campo de economistas inversores, técnicos en marketing y analistas micro o especialistas en sectores económicos concretos (como las microfinanzas). Vuelvo a remarcar que Ricardo, Paul Samuelson o el mismísimo Keynes fueron a la vez grandes economistas teóricos e inversores que se hicieron ricos por sus propios medios como inversores. Como se puede ver, no sólo no están reñidos ambos hechos sino que son deseables el conjuntarlos… y es a ellos a quienes deberíamos hacer caso antes que a los que, como los curas católicos, aconsejan cómo se debe llevar una familia o una relación matrimonial cuando ellos no la viven.

NPG L241; David Ricardo by Thomas Phillips

A la izquierda, David Ricardo (1772-1823). En el centro, el también británico John Maynard Keynes (1883-1946). Y a la derecha, el estadounidense Paul Samuelson (1915-2009). Todos ellos fueron economistas muy influyentes en Historia (decisivos, vaya) y, a la vez, reunieron una caracaterística que el gran público desconoce sobre ellos: todos se hicieron muy ricos como inversores. A Ricardo, en concreto, se le tiene como el economista más rico de la Historia y uno de los hombres más ricos de todos los tiempos, con una fortuna valorada en su época (¡principios del siglo XIX!) de cien millones de libras. Se ha debatido mucho en el seno de la profesión el porqué no abundan los economistas que, a su vez, sean ricos. La explicación que más se suele dar incluso en el mundo académico es que son personas que están dedicadas al estudio teórico de la Economía y no a su aplicación práctica. Figuras como estos tres economistas desmienten eso en su lado más absoluto pero lo cierto es que no abundan. Y deberían. Admito que la explicación es plausible pero no por ello menos incoherente el resultado.

Una de las grandes razones por las que Keynes logró tantas cosas en términos prácticos y no teóricos (p. e., las dos intervenciones decisivas del Banco de Inglaterra en la Primera y Segunda Guerras Mundiales cuando él ayudó a dirigirlo) fue porque el hombre sabía lo que sucedía en el mundo real. Joder, fue el segundo economista más rico de la historia de la humanidad tras Ricardo. No se montaba películas como Hayek, que hablaba de investment and choice sin conocer prácticamente nada del mercado de inversiones en la realidad del día a día. Por poner ejemplos más cercanos, ahí tenemos al “austríaco” Juan Ramón Rallo, hablando de la importancia de los emprendedores y lo malo que es el sector público y bien que cobra un sueldo fijo de una universidad pública… y dando clases en la Escuela Superior de Negocios ISEAD cuando sabe de negocios lo mismo que Robinson Crusoe de televisores 4k. O Artur Mas-Colell, el en su momento flamante conseller de Economía catalán (durante los mandatos de Artur Mas y Puigdemont) con quizás el mejor curriculum teórico académico del país pero que es un absoluto inútil en conocimientos de inversión y gestión bajo cuyo mandato se ha conducido a las finanzas catalanas a una situación de penuria y mala gestión como no se recuerda desde… ni lo sabemos. Y ya hablaremos de su papel como «animador» de la burbuja inmobiliaria, ya…

La Economía no es sólo una Ciencia Social. Es un campo práctico. Y un campo amplísimo. Y la peña sólo se centra en cuestiones teóricas para así poder filosofar facilonamente y para hacer memes graciosos.

A lo que me vengo a referir, por si no se me ha entendido, es que no se puede ser tan hipócrita de predicar una cosa y luego no saber hacer esa misma cosa. Insisto: a mí no me pueden colar lo de «en casa del herrero, cuchara de palo». No consintamos eso… más que nada porque a nosotros no nos lo consienten en nuestros trabajos.

Pero volvamos al fondo de la cuestión: después de pasar por la facultad y haber adquirido esos conocimientos básicos, cambió mi escepticismo adquirido con la experiencia de mi padre por una curiosidad técnica, de científico social si lo prefieren: ¿de verdad existía la posibilidad de ganar dinero sistemáticamente invirtiendo en bolsa, en fondos de inversión? Según me habían enseñado en la facultad, sí que era posible… en teoría (ahora hablaremos de las diferentes teorías que existen acerca de esas posibilidades). Me entró el gusanillo de poder experimentar por mí mismo.

Pero para poder experimentar por mí mismo necesitaba materia prima: dinero.

Recién salido de la facultad yo no tenía dinero. Como tantos millones de jóvenes, mi interés inmediato y a corto plazo era encontrar un trabajo con el que poder comenzar una vida de adulto: comprar una vivienda, vehículo, poder casarme, etc. Lo de invertir en bolsa quedó relegado ante esas prioridades. Ah, pero el mundo de la Economía es tan amplio… que hay muchas formas de hacer dinero a través de otras áreas. Se me daba bien vender. Y se me daba aún mejor el sacar dinero de aquí, poner allí, aprovechar las oportunidades que se presentaban (bueno, veeeeeenga, adelantaré algo: me dediqué a la compra-venta de cocheras y plazas de parking) hasta que me pude hacer con un “capitalito” ya después de haberme asentado como adulto.

Y aun así me costó decidirme. Lo admito: fue mi mujer la que me animó a invertir en bolsa hace ya algunos años. Yo lo tenía como ansia de experimentación social, pero dado que el dinero es de los dos, el que ella me animara fue lo decisivo. Cogí mis apuntes, me repasé todas las teorías académicas pertinentes, algunos libros de esos de autoayuda financiera y de gurús de las inversiones (sí, por comparar, también hablaré de ellos más adelante, ya, sigan leyendo), aprendimos a manejar el software de gestión financiera (para nosotros no hubo problema alguno, los dos hablamos inglés y otra cosa no, pero de inglés financiero sé más que Bárcenas de sobres)… y allá que fuimos.

Y nos ha ido bastante bien. Hombre, no es que haya sido un “pelotazo”, pero puedo decir que estoy muy satisfecho. Tanto como para que el último año fiscal en que estuve invirtiendo se convirtiera en mi mayor (que no principal, no es lo mismo) fuente de ingresos.

Pero… no es oro todo lo que reluce ni muchísimo menos.

Y ahí entra el porqué de este artículo. ¿Qué motivos tengo para redactarlo? Seguramente algunos os preguntaréis por qué he detenido el ciclo de artículos de críticas al neoliberalismo y a la escuela austríaca (que sé que es a lo que venís la mayoría aquí, pillines, a reíros de cómo los destrozo).

El primer motivo es que me apasiona a título particular, insisto. No sólo en el aspecto de divulgación científica y lucha escéptica, sino porque es un tema técnico de la Economía que me parece de una importancia mayúscula ya sólo por lo práctico. Y es un tema que “engancha”, no se crean. Y que mueve muchísimo dinero. Ahí fuera hay todo un mundo de profesionales de la inversión, editoriales, libros, vendedores de humo, “consejeros”, gurús y asesores… En resumen, toda una industria que intenta convencer al ciudadano, a la persona de la calle, de que ellos saben cómo hacerte ganar (mucho) dinero invirtiendo.

El segundo motivo es porque… no hay mucho escrito en castellano, por no decir que no hay prácticamente nada, que trate este tema tal y como lo pensamos hacer nosotros:

-desde una perspectiva teórica académica,

-con un «estudio de campo»

-y con experiencia real y práctica en el tema.

Creo sinceramente que es ahí donde residen tanto la novedad como la fortaleza de este artículo-ensayo. Y no lo digo por decir, lo vais a poder comprobar por vosotros mismos (si seguís leyendo, claro, si no, que os den morcilla deconstruida a las finas hierbas). Es mi intención añadir información de primerísima calidad y con una visión teórico-práctica sobre un tema importantísimo con tanta repercusión en nuestra economía.

Y el último motivo por el que me he decidido a redactar este peaso de artículo por la gloria de mi madre… es porque algunos de vosotros me habéis preguntado por él. No muchos, ciertamente, mis lectores me solicitan cuestiones más relacionadas con el debunking de teorías, ideologías y creencias económicas. No os preocupéis, que también va a haber hostias y no pocas. De hecho, no me extrañaría recibir amenazas (otra vez) después de publicar este artículo porque llegamos a unas conclusiones fundadas y demostradas que van a molestar a muchísimas personas. Así de paso descanso de (algunas) diatribas dialécticas, que también me gusta alternar de vez en cuando las temáticas en mis artículos aunque la mayoría versen sobre algún aspecto de la Economía. No os preocupéis, que seguiremos hablando de la escuela austríaca en sucesivos artículos. Y las risas están garantizadas.

.

2.1. Puntos fuertes de este artículo y advertencias.

Antes que nada una advertencia: NO voy a explicar en qué consiste o cómo manejo mi portfolio de inversiones. Que cada cual se las componga. No voy a ser tan tonto de dar pelos y señales sobre cómo manejo mi dinero, más que nada porque si divulgo eso, mis ingresos pueden mermar si me quitan mis ideas y planteamientos. Yo he estudiado y arriesgado. Es decir, he empleado tiempo, esfuerzo y dinero. Haced vosotros lo mismo. Os voy a presentar unas conclusiones para ahorraros disgustos e intentar evitar que os engañen y ya después decidís vosotros. Pero no os voy a enseñar dónde debéis meter vuestro dinero. Además, no quiero que me vengan después con posibles reclamaciones.

Dicho eso…

Este artículo tiene varios “puntos fuertes”.

El primero es que no sólo vamos a explicar de forma clara, sencilla y bien estructurada las diferentes teorías económicas académicas sobre las posibilidades de inversión en bolsa. De eso… no se habla mucho en castellano. No en detalle, al menos. Así de claro lo digo y lo vais a poder comprobar conforme leáis. Y eso ya de por sí es tanto una novedad como un punto fuerte para que os dignéis seguir leyendo.

El segundo es que no estamos hablando por hablar. No estamos “cortando y pegando” de enlaces en inglés o del libro de Fulano. Se va a exponer una experiencia física, personal y directa sobre el tema. El autor de este artículo se gana la vida (en buena parte y cada vez más) invirtiendo en bolsa. Y eso tampoco abunda por internet en español… ni en la bibliografía en papel físico en nuestra lengua. Seguramente os habréis encontrado con muchísimos enlaces en español y muchísimos libros de autoayuda financiera que os digan cómo y dónde poner vuestro dinero “para haceros ricos”.

Lo voy a ir adelantando desde ya: los engaños abundan, por no decir que son inmensa mayoría. Así de claro. Y muchos de esos gurús inversores con los que os encontraréis son o “vendeburras” o han invertido poco y mal y ya, de inmediato, se han lanzado a escribir un libro sobre cómo invertir. Siempre predico el ser escéptico y me gustaría que os fijáseis en una cosa que os debería haber llamado la atención desde el primer momento: ¿por qué hay tanto libro sobre cómo invertir y tan pocos inversores? A mí siempre me ha dado la impresión personal, con tanto anuncio y tanto banner publicitario por toda internet de que hay más libros sobre cómo invertir que gente dispuesta a invertir. Si de verdad todo aquel que supiera ganar dinero invirtiendo en bolsa ganara dinero invirtiendo en bolsa… ¿qué carajo hacen contando sus secretos, y nada menos que los secretos con los que supuestamente se hacen ricos “a un módico precio” en sus libros? ¿No os ha extrañado todo eso? Efectivamente, la respuesta es: “nadie da duros a pesetas”. Ni euros a céntimos. Muchos de esos engañabobos ganan más vendiendo libros sobre cómo invertir y con las aportaciones por publicidad en sus webs que invirtiendo en sí mismo. Si es que de verdad ganan dinero invirtiendo.

El tercer punto fuerte es que no sólo vamos a presentar una exposición clara o mi experiencia como inversor, sino que traeremos varias aportaciones de evidencia empírica sobre el estudio de las posibilidades en el mundo de la inversión.

Como podréis imaginaros, no existen muchos estudios científicos serios sobre esas posibilidades (son auténticos mirlos blancos). Hay muchísima charlatanería al respecto y poca ciencia.

Estoy especialmente contento, insisto, de la realización este artículo porque no hay mucho material al respecto en nuestra lengua ni realizado por hispanos. Materiales como éste quizás escaseen porque, vamos a admitirlo, es dificilísimo de hacer… y no atrae simpatías por parte de según qué sectores. Prácticamente ningún estudiante ni profesor de Económicas se metería en semejante fregado académico (es un trabajo de chinos) y sólo realizan como trabajos académicos revisiones de autores (cof, cof, como el exministro de Economía argentino Axel Kicillof sobre Keynes, cof…) y son trabajos que, para colmo, van a despertar las iras de mucha gente… a las que no les hace ni puñetera gracia que vengan académicos (o quien sea) a husmear las posibilidades reales de una inversión. Desde aquí, mi más enérgica repulsa a las cortapisas que se les ponen a los investigadores científicos sociales desde las instituciones privadas o, peor aún, públicas, para averiguarlas (guiño al Estado colombiano). La verdad se tiene que conocer, duela lo que duela.

Así pues, resumiendo y repitiendo, traemos en este artículo: una exposición clara sobre las diferentes teorías y posibilidades en el mundo de la inversión en bolsa, acompañado de una vivencia personal en ese mundo… y papers y pruebas científicas que lo corroboran.

Y algo de humor.

Creo sinceramente y no me duelen prendas el decirlo que artículos tan atrozmente completos y con tanto material respaldándolo como éste no vais a encontrar por internet. No en español, al menos.

Y las conclusiones, obviamente, van a ser sonadas (aunque hay que admitir que no son para nada desconocidas) y van a levantar muchas ampollas.

De hecho, fue por esas conclusiones que me decidí a redactarlo (a fin de cuentas, repito que soy un activista social). Para que podáis aprovecharlas a título personal… aunque sólo sea para que no os engañen.

Un adelanto: si bien es posible hacer dinero en bolsa, es extremadamente difícil hacer mucho (enriquecerse) con ello y no es necesariamente la mejor opción en la que emplear tu dinero invirtiéndolo ya tan sólo por el riesgo que conlleva (y no es especialmente rentable).

.

3. Una introducción al mundo de la inversión financiera (en bolsa).

Bueno, antes que nada, vamos a explicar en qué consiste muy básicamente todo este mundillo de la inversión en bolsa. Porque estoy seguro de que muchos de los que me lean no tienen ni puñetera idea de qué va aunque a buen seguro tengan una grandísima curiosidad después de haber oído sobre el tema con tantísima asiduidad en las noticias o lo han visto en películas, series, etc.

Desde que el hombre logró desarrollar una economía, ha existido el fenómeno de la inversión.

Invertir consiste, básicamente, en asignar (repartir o distribuir) dinero o recursos (como, por ejemplo, el tiempo) con la esperanza de recibir un beneficio en el futuro.

Y ese fenómeno económico de la inversión es antiguo de cojones. Tan antiguo como el mismísimo ser humano. Aunque si nos tenemos que remitir a las pruebas físicas, tenemos constancia sobre inversiones económicas, préstamos con interés y pagos por adeudamiento desde que tenemos registros históricos. De hecho, muchos de los primeros registros históricos SON registros sobre inversiones. Es más, la escritura nació primero precisamente como necesidad de registro contable económico.

Los primeros de esos registros sobre inversiones financieras datan nada más y nada menos que de Sumeria, escritos en tablillas de arcilla de escritura cuneiforme ¡aunque ya antes incluso de la aparición de la escritura aparecieron sistemas de contabilidad como las fichas de piedra (algunas de las cuales son prehistóricas)! Se conocen facturas y notificaciones de adeudamiento por inversiones desde hace la friolera de más de cinco mil años.

Two precursors of writing: plain and complex totems.

Historia de la banca primitiva (en inglés).

¿A qué me vengo a referir con esta apreciación histórica? A que no me vengan algunos cuñaos que tienen menos idea de Economía que Aristóteles de Física cuántica diciendo que todo este fenómeno de la inversión es artificial, antinatural y que es sólo propio de la civilización occidental o sólo desde hace muy pocos años y que “se lo ha inventado el hombre blanco para sojuzgar a los demás pueblos”. Chorradas. El fenómeno económico de la inversión es antiquísimo y eso es así porque es un fenómeno económico consustancial al devenir social del ser humano. Desde que los seres humanos son seres humanos, en todas las civilizaciones y todas las épocas, se prestan unos a otros con la idea de obtener beneficio futuro (aunque sólo sea beneficio social) a cambio. Punto pelota y se acabó.

Bueno, pues ese mismo devenir histórico, llevó este fenómeno de la inversión a cotas cada vez más complejas y refinadas. Ya en tiempos de la República romana aparecieron las llamadas hoy día “acciones” (partes, en latín; share, en inglés).

Fuente.

.
.

3.1. ¿Qué es una acción (financiera)? ¿Qué es un bono?

En Finanzas, una acción es una unidad contable de inversión. A menudo se refiere al stock de acciones (la cantidad de acciones o shares en existencia) de una empresa, corporación o proyecto económico pero también se utiliza para referirse a unidades contables de fondos mutuos de inversión, sociedades participativas o fondos de inversión inmobiliaria (como, por ejemplo, Socimi: Sociedad Cotizada Anónima de Inversión en el Mercado Inmobiliario, en España).

Una acción es una de las partes o fracciones en las que se divide el capital (social) de una sociedad como una empresa o corporación.

Cuando una empresa necesita que inviertan dinerito en ella, “vende” fracciones de su titularidad, “vende pedazos” de su posesión, el que los compra posee la empresa en la parte proporcional a lo que ha invertido. De hecho, las acciones son eso mismo: algo así como títulos de participaciones del valor de una empresa (porque se “participa” en ella). Es decir, el poseer el 51% de las acciones de una empresa le confiere un gran poder a su poseedor porque significa que tiene la mayor parte de la legitimidad y el poder en la toma de decisiones de esa empresa (posee el 51%, más de la mitad del total de las unidades de valor contable en las que se ha dividido el capital social de la misma –es decir, posee el 51% de la empresa-: aunque se le opongan todos los demás dueños, no pueden superarle en legitimidad a la hora de tomar decisiones) y en principio y en líneas generales percibiría el 51% de los beneficios totales a repartir (si los hubiere). El motivo inicial (que no el único, ya lo veremos) para invertir mediante acciones es que cuando la empresa obtenga beneficios, los repartirá, lógica y obviamente, entre aquellos que invirtieron en ella. Ellos arriesgaron, ellos ganan (o pierden, que puede suceder). A eso se le llama repartir dividendos”.

Ése es el concepto básico expuesto para que lo entendáis. En realidad puede ser mucho más complejo, ya que las empresas (especialmente hoy en día), pueden emitir diferentes tipos de acciones, tales como:

-Las acciones ordinarias, que funcionan más o menos como se han descrito.

Las acciones preferentes, que conceden determinados derechos adicionales (por eso se las llama así), tales como voz y voto en las juntas de accionistas, un porcentaje mayor de beneficios, cobrar antes que los demás, etc.

Acciones sin voto: son las que se limitan a repartir dividendos, sin otorgar ningún derecho especial a su poseedor. Ni tan siquiera la titularidad.

Así pues, las acciones otorgan normalmente dos derechos a sus poseedores en lo referente a la empresa a la que se refieran esas acciones: uno político, el de la toma de decisiones y otro económico, el de participar de sus beneficios.

Ya hablando en términos más económico-financieros, se dice de una acción que es una inversión en renta variable, ya que no tiene una tasa de retorno (beneficio) fijo establecido por contrato, sino que depende de la buena marcha de la empresa. Ésa es la principal razón por la que las acciones son también de libre transmisión, esto es, se comercia libremente con ellas (en la inmensa mayoría de marcos jurídicos de las diferentes sociedades humanas del mundo), ya que se prestan, por su misma naturaleza, a poder convertirse en “apuestas” comerciales. Ahora veremos más en detalle esto último.

.
¿Y por qué surgieron las acciones?

Porque a veces es muy costoso el crear una empresa o llevar adelante un proyecto económico por parte de una sola persona o asociación de personas. Y se necesita que colaboren muchas más que pongan dinero para que esa empresa o proyecto económico pueda dar beneficio más adelante.

Observad la etimología de la palabra en latín para referirse a una acción: se la llamaba parte porque era eso mismo, una parte de la inversión conjunta entre varias personas. En la Antigua Roma se empleaba ese término para referirse a la parte de la inversión que le correspondía a un determinado inversor, generalmente patricios romanos muy ricos, que invertían en la construcción y mantenimiento de templos y otras obras públicas aunque también podían ser del rango social de los caballeros (equites), ricos pero no tanto (nota: recordemos que los sendores, por ejemplo, tenían prohibido negociar por ellos mismos por ley y necesitaban de intermediarios). En un principio, la aparición de estas partes no se hizo necesariamente con la intención de obtener beneficio económico en sí. Lo que se obtenía con estas inversiones era, ante todo, prestigio y honor. Pero prestigio y honor… que acababan dando dinero. El ser accionista de un templo o edificio público famoso (como una terma) generaba beneficio directo bajo la forma de contactos, atracción de clientes y una serie de derechos como la asistencia a asambleas, votos en según qué cuestiones políticas muy importantes, acceso a determinadas profesiones (para ti o uno de los tuyos, por ejemplo, de sacerdote), etc. A tanto llegó el asunto que ya Cicerón comentaba que esas partes adquirían un valor tremendo con el paso del tiempo. Es decir, que se compraban y vendían en una especie de mercado llamémosle de “segunda mano” para que lo podáis entender.

[…] maybe the most astonishing step forward in the evolution of this business organization—was the existence of shares and shareholders. Cicero mentions the partes (shares) numerous times in speeches. For instance, he refers to private citizens possessing partes societatum publicanorum. He refers to shareholders as participes; other authors denote them as adfines.
Cicero speaks of magnae partes (“large shares”). Valerius Maximus mentions the particula (“little share”). This implies that shares of different companies came in different nominal values. We also learn that the shares were traded. In his second speech against Verres, Cicero implies the transferability of shares, when he quotes an exceptional restriction:
Qui de L. Marcio M. Perperna censoribus redemerit. . . socium non admittito neve partem dato neveredimito,
that is, anyone who had been leasing under the censors L. Marcius and M. Perperna was not admitted to the current lease, neither as a partner, nor as a shareholder, nor should he be allowed to buy any shares later. His quote and the context of the case reveal that shares were often traded between participes after the contract had been assigned to a societas publicanorum.
A common trading place was supposedly near the Temple of Castor on the Forum Romanum.
What makes the partes look even more like modern shares —and is additional evidence that partes were not just loans with variable interest rate, as proposed by P. W. Duff —is the mention of variable “stock prices.” Cicero speaks of
partes illo tempore carissimae,
of “shares that had a very high price at that time.” He implies that the value of the shares depends upon the success of the enterprise and was as such subject to fluctuations, just like today’s stock market. In fact, the “stock-market jargon”in this and similar quotes have led some scholars to believe that a “stock-market life” existed in Rome.
How much of a stock market there was in ancient Rome may remain in obscurity.
What we do know, though, is that ownership and other involvement in the societates publicanorum was widespread among the Roman population.

Fuente (paper sobre la historia de las acciones en Roma de la universidad de Berkeley).

Fuente.

estatua-de-un-abogado-romano-cicero-nobel-delante-del-palacio-106518419

Marco Tulio Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.) ya mencionaba en sus obras la presencia de societas publicanorum y la existencia de pars, partes. Algunos autores modernos han querido ver en esas sociedades antecedentes de cosas como nuestra actual sociedad anónima; otros ponen en duda tal afirmación porque no hay tanta evidencia de que se llegara a tanto en la antigua Roma. De lo que no se puede dudar es de lo que él llamaba pars / partes sí son un antecedente bastante reconocible de las acciones de hoy en día en Finanzas. Cuando se refería a ellas lo hacía para mencionar una forma en que se financiaban proyectos empresariales difíciles de acometer por un solo individuo (p. e., la construcción de una terma) e incluso la creación de contratas que repraran y mantuvieran esas construcciones. Imagen: estatua de Cicerón como abogado en el palacio de Justicia de Roma.

.

Ése es, quizás, el antecedente más antiguo de lo que hoy en día son nuestras “acciones”. Como podéis notar, lo que ha habido desde esos tiempos es un refinamiento de ese procedimiento básico. Pero que la base es ésa: se invierte en común en una empresa o proyecto económico y te corresponden los beneficios futuros de manera proporcional y acorde a lo que invertiste.

Observad también que ya desde que nacieron las acciones lo verdaderamente importante en términos de beneficio económico no era tanto el reparto de dividendos… como el “jugar” o “apostar” con los valores futuros de esas acciones con otros inversores. Como os podréis ir figurando, esto es lo verdaderamente importante de todo este asunto de la compra-venta de acciones y la inversión financiera en bolsa.

En la Edad Media, en las ciudades-estado mercantiles italianas, nos encontramos con este procedimiento pero no sólo para participaciones en inversiones que puedan costear obras públicas sino ante todo y sobre todo, para invertir en empresas privadas. También sobre más o menos esta misma época, se tiene constancia de que en la otra punta del mundo, en la China de la dinastía Song, comenzaron los préstamos y participaciones financieras (principalmente en empresas de caravanas de la Ruta de la Seda). Pero estas “acciones primitivas” medievales tenían la forma de “bonos”. No es exactamente lo mismo que una acción, sino un instrumento de deuda que sirve para financiarse (las usaban y usan incluso los gobiernos).

Un bono no es sino un título de deuda, emitido normalmente a nombre del portador, que emite una entidad cualquiera (pública o privada) y mediante el cual se compromete a devolver lo invertido más un interés (que puede ser fijo o variable). Eso expuesto en su forma más simple para que lo podáis entender. Pero no da derecho a participación o propiedad colectiva. Sí daba derecho en aquellos tiempos a que, en caso de liquidación de la empresa, se repartieran las garantías de manera proporcional entre los afectados según lo que hubieran invertido en un principio.

Pero ya en el Renacimiento tardío aparecen en Europa las acciones tal y como las conocemos hoy en día. En 1602, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (a la que se considera ampliamente en el mundo académico como una de las primeras corporaciones internacionales modernas, si no la primera) pone a la venta participaciones con las que financiar las expediciones comerciales y colonización de los mercados del Sudeste asiático (principalmente Indonesia, con vistas a comerciar con las valiosísimas especias). Fue un sistema novedoso porque hasta entonces lo normal era que unos pocos inversores formaran una empresa temporal, financiaran una expedición (generalmente flotas mercantiles que trajeran desde las Indias Orientales especias y otros productos muy solicitados en Europa) y luego la disolvieran tanto si lograba llegar de vuelta con beneficio como si fracasaba (y vuelta a empezar… si no se habían arruinado, claro). Pero eso ahora se hizo de manera más industrial, cíclica y fija, con las acciones.

Compañía Holandesa de Indias

A la izquierda, El retorno de la flota de la Compañía Holdandesa de las Indias Orientales, del pintor Ludolf Backhuysen c. 1677. Museo del Louvre. A la derecha, una representación gráfica de las rutas comerciales de la compañía, y los productos comercializados (éstas son las del siglo XVII, variaron algo tras la aparición de los competidores ingleses en el siglo XVIII).

.
El nuevo sistema dio muy buen beneficio (desde 1602 a 1650, una media de un 16%) y esta forma de inversión-participación en inversiones se acabó extendiendo por varios motivos: era relativamente fácil de adquirir (no tenía mucha complejidad), daba buenos dividendos (o, mejor dicho, relativamente
regulares), al permitir el acceso a tantos inversores la empresa podía conseguir una gran financiación colectiva (ya no dependía de unos pocos inversores muy ricos, podía comprar acciones cualquiera que se pudiera permitir el precio) y se diversificaba el riesgo (porque ahora se enviaban más flotas y aunque algunas se perdieran por efecto del clima o de los piratas, el resultado global mejoraba y mucho al aumentar el volumen y la velocidad de negocio) y, lo más importante… que permitía la aparición de un mercado de compra-venta de esas acciones.

La gente demandaba (pedía) esas acciones.

O se las demandaba a la empresa original… o si ésta no vendía en ese momento, se las compraba al que las poseía si consideraba que le podía sacar más aún en un futuro (ya fuera a través de dividendos… o porque se la pudiera vender más cara a otro inversor).

Ésa es la clave y el meollo de todo el asunto de la inversión en bolsa.

La Compañía Holandesa de las Indias Orientales no actuaba exactamente como lo hace hoy en día una empresa que cotice en bolsa. La Compañía de Indias vendía ella misma al principio sus acciones en sus sucursales. Es más, al inicio de su andadura, la Compañía de Indias ni tan siquiera dejaba acceso a sus libros de cuentas a los accionistas para que se pudieran guiar, aunque acabó convirtiéndose en la primera corporación conocida que publicaba sus resultados regularmente (desde el primer tercio del siglo XVII). Y también fue una de las primeras en participar en lo que se llamó “bolsa de valores”.

Pero no adelantemos. Antes de proseguir, volvamos a tratar la terminología de manera resumida desde un punto de vista más formal, más técnico.

Así pues…

Se le llama “acción” (share, en inglés), a una unidad contable indivisible del valor de una inversión determinada.

Al conjunto de acciones de una empresa o proyecto económico se la denomina como stock o capital stock, en inglés (“capital social”, en castellano): el capital compartido por un conjunto de shareholders (“accionistas”) o stockholders (“socios”).

Recordad: una acción no se limita sólo al título de valor de una empresa o corporación como la mayor parte de la gente cree. También puede referirse a otros fondos de inversión colectivos tales como sociedades en comandita o fondos de inversión inmobiliaria.

Las empresas y corporaciones lanzan a la venta en el mercado estas acciones para aumentar su capital social. En Contabilidad (en Sociología significa otra cosa, muy sujeta a debate humorístico, por cierto), “capital social” se refiere al conjunto del valor de los bienes o dinero que los socios aportan a una empresa sin derecho a devolución.

Una acción es, pues, una unidad indivisible de capital, y que representa la relación como dueño de su poseedor con respecto a la empresa que ha lanzado al mercado esa acción. Un accionista es (en líneas generales, depende del tipo de acción, que hay muchos), dueño en la parte proporcional del valor de esa acción de esa empresa.

Según quién posea las acciones, éstas pueden ser:

-Las treasury shares, treaury stock o reacquired stock (“acciones de autocartera”) son las acciones autorizadas, emitidas y poseídas (o readquiridas) por la mismísima compañía. Vendrían a ser las acciones que retienen los fundadores o dueños originales de la empresa que emitió las acciones.

-Las shares outstanding (“acciones en circulación”) son las acciones autorizadas, emitidas y que compran terceras partes, como los inversores.

-La suma de estos dos tipos de acciones es, lógicamente, el conjunto de las acciones emitidas (issued shares). Pero aún podrían quedar un último tipo de acciones, las de capital autorizado (shares authorized o authorised capital), que es el máximo potencial que podría alcanzar el número de acciones de una compañía (normalmente dictado en sus documentos y registrado ante las instituciones mercantiles de registro) y que están autorizadas pero que todavía no se han emitido o no se han puesto a la venta por los motivos que sean (no hacen falta todavía, no se desea, se pospone, etc.).

Ford Motor company share certificate

Uno de los primeros certificados de títulos de valor (éste, de 255 acciones, de cien dólares cada una, para un capital de 150.000 dólares) emitidos por la Ford Motor Company. Se emitió el 26 de junio de 1903 a nombre de Alexander Malcomson, un rico comerciante de carbón de Detroit. A Malcomson le cayó simpático el joven Henry Ford(aunque años después acabaron a las malas) y aceptó comprarle acciones de su compañía de fabricación de automóviles a pesar de que ya había fracasado dos veces antes. Malcomson fue, de hecho, decisivo a la hora de encontrar otros inversores ricos para invertir en la compañía. En líneas generales, hoy en día los certificados de las acciones ya no se ven en formato papel, como éste. Yo no he visto nunca en papel ninguna de mis acciones, por ejemplo (aunque se pueden imprimir si se desea). Todo está ya informatizado. Fuente de la imagen: henryford.org

 

 

Bueno, dicho esto, vamos a lo importante…

El valor de una acción es, en principio, su valor a la vista (face value) o valor nominal, aquel por el que se emitió (y el que dice lo que supuestamente debe valer). El total del valor a la vista de todas las acciones representa el capital de una compañía que no tiene por qué reflejar necesariamente el valor de mercado de esas acciones.

Más claro: una cosa es el valor que ponga en el certificado de la acción que dice por lo que salió al mercado (el precio por el que la compró el primer accionista), el valor de los dividendos estipulados (los beneficios que reparte la empresa al accionista poseedor de esa acción) y otra muy distinta el valor que se pueda obtener de revender esa acción a otro inversor. No es lo mismo ni por asomo. Precisamente por ahí le viene la mayor parte de la ganancia a los que compran y venden acciones. La idea es comprar las acciones lo más baratas posibles y venderlas lo más caras posibles. El porqué alguien te las compraría más caras de como las compraste tú se puede producir de muchas formas, pero la principal es porque el nuevo comprador percibe, porque cree (y no tiene que ser la realidad) que la empresa a la que se refieren las acciones va a ir mejor, que le va a dar más beneficios en un futuro, que las va a poder vender a su vez más caras, etc. En resumidas cuentas porque el nuevo comprador las vea como más valiosas que el precio al que están disponibles en el mercado de valores.

Las acciones dan beneficios de dos formas:

1) -A través del reparto de beneficios que realiza la empresa que emitió esas acciones (“reparto de dividendos”).

2) -A través de la venta posterior a otros inversores.

Esta venta se realiza, generalmente, a través de un profesional al que se denomina stockbroker o broker, a secas, en inglés. En castellano: bróker, corredor/agente de bolsa, intermediario financiero, etc.

Nota: un bróker (escrito en castellano) no es lo mismo que un trader, lo aviso desde ya para que no os confundáis. Un trader puedo ser yo mismo. El broker lo que hace es actuar de intermediario, ejecutando las órdenes que yo como cliente le dé.

Un broker no puede ser cualquiera. Es (depende de cada país), alguien facultado para poder operar en bolsa, un profesional regulado y supervisado. Y cobra por su trabajo.

diferencias_broker_traderFuente.

Esta compra-venta se suele realizar, mayoritariamente, en los mercados especializados de compra-venta de títulos de valor: las bolsas de valores, instituciones de las que hablaremos más adelante en más detalle.

A las acciones se las valora de formas diferentes según del mercado del que estemos hablando (no es lo mismo una acción de una petrolera que la de una empresa tecnológica), pero la premisa básica es que una acción vale según lo que se esté dispuesto a pagar por ella (generalmente en bolsa).

Así, tal cual.

Es más, la liquidez (la facilidad para convertir una acción en dinerito) de los mercados es una de las mayores cosas a tener en cuenta para poder ser vendida en un determinado momento. Una acción que cueste convertirla en dinero (por lo difícil de hacerlo, lo burocráticamente engorroso o porque “no tenga público comprador”) será mucho menos atractiva que otra con más facilidades (suelen ver reducido su precio, por ello, con respecto a las que sí son fáciles de vender o “colocar”).

Bueno, pues en general, tanto en el mundo académico como práctico de la Economía (y esto es importantísimo para el tema de este ensayo y por eso lo repito tantas veces), se considera que el precio que alcanza una acción en una de estas transacciones de compra-venta es el mejor de los indicativos del “verdadero valor” de esa acción.

Es decir, siendo brutalmente simplistas y a riesgo de generalizar demasiado, se puede decir y sin temor a equivocarnos mucho, que es más importante en términos económicos, lo que se cree que vale una acción en la compra-venta que lo que puedan decir la empresa en sus certificados, sus accionistas, publicistas, contables o el Cristo de los Faroles.

Cuando las acciones se venden más caras que como se compraron se dice que “han subido” y al contrario, cuando se está dispuesto a comprarlas pero por menos valor se dice que “han bajado” (sobreentendiéndose “con respecto a un punto temporal anterior”).

Esas subidas y bajadas en la compra-venta de esos títulos de valor como las acciones suelen reflejarse formalmente en los indicadores de la bolsa de valores donde coticen.

Repetimos: la premisa básica y fundamental es que una acción vale según lo que se esté dispuesto a pagar por ella (en bolsa, normalmente, aunque puede ser cualquier otra modalidad de compra-venta).

Y eso tiene un elevadísimo componente psicológico. La empresa que emitió las acciones puede ir de puta madre pero como los posibles compradores se empeñen en creer que esas acciones no valen, no valdrán. Punto. Más que nada, porque no habrá nadie dispuesto a comprarlas. Tan simple y sencillo como eso. Yo puedo dedicarme a vender los mejores coches del mundo y que de verdad sean los mejores coches del mundo, pero si mis posibles compradores no me creen, no me comprarán y me los tendré que comer con patatas.

En el caso de las acciones, si no me las recompran, dependería sólo de los dividendos que repartiera la empresa que las emitió para poder obtener algún beneficio. Pero generalmente (y esto es también importantísimo) se le suele sacar muchísimo más dinero, más beneficio, a una acción revendiéndola a un precio superior que lo que te pueda dar como dividendo.

Sí, los dividendos suelen ser mucho más “pequeños” como beneficio que lo que te pueden dar comprándote las acciones. Hay excepciones, obviamente. Existen empresas que reparten unos dividendos tan suculentos que te interesa más mantener sus acciones en propiedad que venderlas. Esas acciones suelen ser títulos de empresas que dan muchísimos beneficios y/o que emitieron muy pocas acciones en su día. Un ejemplo que se me ocurre ahora mismo (me hablaron de ellas las veces que estuve de turismo por allá) son algunas de las empresas de agua privadas de Tenerife, la isla canaria. Las acciones de estas compañías, que prácticamente monopolizaban hasta hace muy pocos años un producto tan vital como el agua (¡¡¡en una isla!!!) valían una auténtica salvajada. Se heredaban de padres a hijos y sólo se vendían en caso de necesidad económica por parte de sus dueños.

Pero no suele ser el caso normal. Lo normal es que las acciones valgan más por lo que puedas venderlas que por lo que te puedan dar ellas a través de dividendos.

Algunas puntualizaciones importantes a la hora de hablar de acciones:

1.–Son títulos de valor y susceptibles de convertirse en dinero e incluso de dar dinero como dividendos. Por tanto, en algunas jurisdicciones, las acciones pagan impuestos (normalmente un tanto por ciento por ganancia en la venta o por dividendos). Pero eso depende de cada país o jurisdicción. La cuestión es que hay que tener en cuenta que a veces se pagan impuestos porque puede que tus ganancias menos impuestos… no te salgan a cuenta. Es una de las grandes razones por las cuales se negocia más en unas bolsas que en otras y por qué unos inversores invierten más en la bolsa de un país que en la de otro.

2.Antiguamente, las acciones venían reflejadas en formato de papel físico (timbrado, normalmente). Es decir, cuando comprabas acciones, te daban certificados o recibos (stock certificate o share certificate) que reflejaban cuánto habías invertido y cuánto te correspondía de beneficio o como dueño de la empresa, etc. En la actualidad, todo está informatizado (aunque muchas empresas todavía te pueden dar los certificados en papel si lo solicitas, pero eso casi nunca se hace, se considera antiecológico, una antigualla, un engorro… y un coste) y registrado por empresas valedoras que expiden certificados electrónicos (como es mi caso; muchos de esos certificados son incluso imprimibles). Estas empresas, los Depositarios Centrales de Valor (central securities depositories, aquí tenéis la de España) suelen trabajar codo con codo con las instituciones de registro gubernamentales, tales como los registros mercantiles y, cómo no, con las bolsas de valores, que es donde se compran y venden, donde “cotizan” la inmensa mayoría de las acciones.
.
.

3.2. ¿Qué es una “bolsa de valores”?

Seguramente habréis oído o leído en las noticias, visto en los medios audiovisuales o sabréis por el boca a boca de la existencia de algunos famosos edificios a lo largo y ancho del mundo (como la Bolsa de Nueva York, en Wall Street) donde aparecen unos señores gritando y haciendo gestos raros (o lo hacían cuando todavía existían los mercados de corro, que en España dejaron de funcionar en 2009), muy estresados, rodeados de ordenadores que muestran gráficas y datos ininteligibles para el común de los mortales y donde se dice que se mueve mucho dinero. Una gran parte del dinero que existe en el mundo.

Esos edificios y las instituciones que albergan para manejar todas esas transacciones económicas se conocen como “bolsas de valores”.

Las bolsas de valores (stock exchange o bourse, en inglés) no son más que mercados (altamente especializados y organizados, eso sí) de compra-venta de diferentes tipos de valores y títulos de propiedad.

Sí, de la misma forma que existen mercados o ferias de ganado, del disco antiguo, de cómics, anime y manga, de productos agrícolas, de productos de segunda mano, etc., las bolsas de valores son organizaciones privadas (con algunas excepciones, como las bolsas chinas, que son cuasi-estatales) que dan facilidades para que sus miembros puedan cursar órdenes (dadas por parte de sus clientes) y realicen negociaciones de compra y venta de determinados productos. En este caso, esos productos son valores, principalmente acciones de sociedades o compañías, bonos públicos y privados, certificados, títulos de participación y una amplia variedad de otros instrumentos de inversión.
.

Bolsa de Madrid

Fachada y sala de parqué del Palacio de la Bolsa de Madrid, sede de la Bolsa de Madrid. Plaza de la Lealtad (parte del Paseo del Prado). La Bolsa de Madrid es la más antigua de España (entiéndase: tal y como lo entendemos hoy; las lonjas medievales de muchos lugares de España también hacían en su época función de «bolsa» pero no como actualmente). Se fundó en 1831 bajo los auspicios de Fernando VII realizándose su primera sesión en octubre de ese año en un edificio de la entonces Plazuela del Ángel. Al principio sólo negociaban en esta bolsa empresas como bancos, ferroviarias y siderúrgicas. La Bolsa de Madrid es hoy en día la más grande de las cuatro que hay en España (las demás están en Barcelona, Bilbao y Valencia) y está operada por Bolsas y Mercados Españoles (BME), que es el operador que también posee las otras tres. El edificio en el que opera actualmente la bolsa de Madrid fue inaugurado en 1893 por la reina María Cristina y fue obra del arquitecto Enrique María Repullés y Vargas (por cierto, miembro de la junta que adjudicó la construcción por concurso: lo de la corrupción en España viene de antiguo) en estilo neoclásico. De hecho, es Bien de Interés Cultural y monumento desde 1992.

.
El término “bolsa” proviene de un fenómeno que empezó en la Huis ter Beurze (“casa de los Beurze” aunque también se escribía “Beurse”), el nombre de una posada de la que ya se tiene constancia por escrito desde 1285 en Brujas (por aquel entonces Flandes, hoy en día, Bélgica), creada por el patricio flamenco Robert van der Beurze. La posada se volvió especialmente famosa porque sus dueños vendían consejos financieros a los mercaderes que se alojaban en ella en sus viajes. Muchas veces representaban sus intereses y ayudaban a contactar y hacer negocios, incluso, a cambio de una tarifa… Es decir, que los posaderos europeos de la época fueron también los primeros brokers (broker viene a significar en inglés “agente”, “corredor de bolsa” o “intermediario”). Con tanto trasiego de mercader ambulante (le llegaban clientes desde Italia y la Liga Hanseática, incluso), tanto conocer personas y tanto oír chismes de todas partes, los posaderos de la familia Beurze adquirieron un conocimiento amplísimo (y contactos sociales) de lo que se cocía en el mundo económico de la época. Eso les dio la posibilidad de vender sus servicios como primitivos “asesores financieros”. Al pago que recibían los posaderos por esos consejos o por su mediación se le acabó conociendo como “el pago de Beurze”. Dado que el pago se efectuaba en bolsas de monedas, el apellido Beurze acabó convirtiéndose en sinónimo de “bolsa” (de hecho, etimológicamente hablando, la palabra “bolsa” proviene de este mismísimo apellido debido a este fenómeno histórico). Y a partir de ahí, a cada institución que se dedicó a gestionar las compra-ventas de títulos e instrumentos de inversión, se la conoce como “bolsa”. Es más, en el escudo de armas de los Beurze aparecen tres bolsas de dinero.

Para el siglo XIV la plaza enfrente de la posada de los Beurze ya se había constituido en lugar de reunión de los comerciantes e inversores de la época en la ciudad. Es a esta plaza (más que a la posada) a la que se conocía como “bolsa de Brujas”. Para 1340, ya existían mercaderes como el italiano Pegolotti que redactaban listas de tasas de cambios entre diferentes bolsas como las de Flandes, Italia e Inglaterra. Desde 1370 se publicaban regularmente en la plaza de Brujas frente a la posada listados de cotizaciones de diferentes productos en y entre varias bolsas europeas (generalmente las centradas en torno a Flandes o las más importantes, como Venecia, París, Londres o Barcelona). Llegó un momento, a finales del siglo XIV, en que los mercaderes se habían asociado tanto que acordonaron la plaza, compraron varios edificios aledaños (uno por cada país del que provenían los mercaderes) e incluso contrataron un alguacil para poner orden y expulsar a los mendigos que les molestaban (nada nuevo bajo el sol, me temo).

Cuando Brujas entró en declive a favor de Antwerp (también en Flandes), los mercaderes que se trasladaron a esta última ciudad pasaron a llamar al nuevo lugar “la nueva bolsa”. Desde Antwerp, la palabra originada en el apellido Beurze, se corrompió primero a beurs y de ahí pasó a Francia, Italia, España, Alemania, etc., como bourse, borsa, bolsa y Börse

Fuente.

Normalmente sólo hay una institución así por ciudad o zona económicamente relevante (bolsa de Londres, de Madrid, etc.) porque una sola institución suele ser capaz de gestionar todo el mercado local de compra-venta de valores, y la centralización que coordine todo ello es deseable. Aunque hay excepciones como Nueva York, que tiene dos: la bolsa de Nueva York propiamente dicha en Wall Street, y NASDAQ.

La bolsa de Brujas es considerada históricamente como el primer antecedente completo de una bolsa de valores actual, en tanto mercado de compra-venta de títulos de propiedad y adeudamiento. Pero lo que es la primera bolsa moderna tal y como sería reconocible en nuestros días… Sí, habéis acertado. Fue la de Amsterdam (y no, no acentúo la palabra, me parece exagerado). Donde residía la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, de la que hemos hablado antes.

Fue la combinación entre las instituciones bursátiles (las bolsas) y el nuevo modelo de financiación mediante acciones el que dio lugar a nuestro actual sistema financiero moderno, basado principalmente en esa compra-venta de títulos de propiedad.

El siglo XVII fue la “Edad de Oro holandesa” y durante ella y en los mismos Países Bajos se produjeron numerosas innovaciones tecnológicas, artísticas… y sociales, muy especialmente en lo referente a la Economía, rompiendo ya definitivamente con el (relativo) oscurantismo de la Edad Media. Es de esta época (y siglo) de cuando datan las primeras bolsas de valores modernas, los primeros bancos centrales, la compra-venta masiva de acciones, la creación de las primeras corporaciones modernas internacionales, se instaura definitivamente el mecanismo de la reserva fraccionaria en la banca privada, se empieza a hacer un uso cada vez mayor del dinero papel, se sistematiza la emisión de deuda pública… y sí, también es la época de las primeras burbujas financieras y especulaciones salvajes “modernas” como la Tulipomanía con los bulbos de tulipán (ya vimos en anteriores artículos que especulaciones salvajes ha habido desde la China del siglo V a. C., que sepamos).

Una época “interesante” y que sentó las bases de lo que tenemos hoy en día como mercado financiero, aunque todavía no existiera el capitalismo en sí como sistema económico (lo que existía era su antecedente directo, el mercantilismo). No fueron los primeros antecedentes estrictamente hablando (ya vimos que hubo antecedentes primitivos en Sumeria y Roma), pero sí unos antecedentes “modernos”, esto es, un economista o un broker de hoy en día reconocería de inmediato esos fenómenos económicos como muy familiares.

Así pues, recordemos, es desde 1602, que se sistematiza este mercado de compra-venta de acciones, cuando la Compañía Holandesa de las Indias Orientales comienza a comerciar cada vez más como una compañía centrada en el mercado secundario que suponían sus acciones antes que con el reparto de dividendos que generaba. Hasta entonces, los mercados existían principalmente para el intercambio de mercancías (físicas, como los productos agrícolas).

Fijaos si fue la primera corporación moderna que cotizaba en una bolsa que empezó a emitir acciones en 1602 y ya para 1607 fue víctima de un ataque especulativo a través de un grupo de inversores dirigido por el comerciante Isaac LaMaire, que pretendió que las acciones bajaran artificialmente para poder comprarlas todas y apoderarse de la compañía (en venganza por haber sido expulsado de ella como accionista). No lo consiguió.

Hay más puntos interesantes en la Historia de estos primeros pasos de la inversión financiera bursátil y que muestran ya desde primera hora fenómenos que hoy son tan conocidos como la especulación, la especulación salvaje, burbujas especulativas (la Tulipomanía), las OPA (ofertas públicas de adquisición)… Es decir, que insisto en el hecho de que la aparición de un fenómeno acaba produciendo inevitablemente la aparición de otro. Sea éste deseado o no.

Seguramente más de uno que sea muy escéptico con todo esto del mundillo de la bolsa porque lo percibe como muy caótico o “capitalista” me querrá preguntar: “¿y es obligatorio tener que pasar a través de la bolsa para poder invertir, ya sea en acciones u otros títulos de propiedad?”

Hombre, obligatorio lo que se dice obligatorio… no es. Uno puede ponerse a vender sus acciones a la salida de un cine, si quiere (y siempre que se haya registrado previamente en las instituciones mercantiles) pero lo mejor, más cómodo y más eficiente es hacerlo a través de una bolsa (si puede, que no siempre puede) porque es un mercado especializado que ofrece un montón de ventajas y mejores oportunidades para vender tus acciones. Cuando uno quiere vender un cómic de segunda mano lo pone a la venta en sitios donde cree que se va a vender mejor, a mejor precio y más rápido, como webs especializadas o una feria del cómic, no se pone a gritar en mitad de la plaza mayor diciendo que lo vende. Que como poder puede hacerlo, insisto, pero no es la idea más eficiente.

.

Las bolsas de valores, en realidad, lo que hacen y para lo que sirven son para cosas como éstas:

1. Las bolsas facilitan el aumento del capital para los diferentes negocios. Esto es, facilitan el que nazcan o crezcan empresas. En líneas muy generales, se suele decir que las bolsas facilitan el crecimiento económico. Hay otras formas de conseguir dinero para comenzar o aumentar tu negocio o proyecto económico, tales como solicitar el tradicional préstamo a un banco (y otras modalidades financieras del sistema bancario) o una subvención estatal. Pero los bancos o el Estado no siempre están dispuestos a soltar pasta (o no tienen), especialmente para proyectos de los que no se fían, que están empezando o son aparentemente muy arriesgados, o no quieren invertir al completo, sólo parcialmente. Las bolsas facilitan a los emprendedores de negocios varias modalidades para conseguir dinerito con el que empezar o aumentar ese proyecto económico, tales como:

a. Salir a bolsa (going public, “hacerse público”). Tan simple y tan sencillo y a la vez tan complejo como “salir a bolsa”. Esto es, presentarte en la bolsa y confiar en que la gente y cuando digo “gente” se incluyen ahí otras empresas, bancos, el mismísimo Estado, etc., que va a comprar títulos te compre tus acciones (o bonos u otras formas de títulos de valor).

b. Convertirse en sociedad comanditaria (limited partnership). O sea, convertirse en compañías de varios socios colectivos, que responden de manera ilimitada (los que gestionan la empresa y responden con todos sus bienes) y los socios comanditarios, que responden de manera limitada (sólo aportan capital) de las inversiones que en esas empresas se hagan. Esto es, las bolsas ponen en contacto a los diferentes inversores, hacen que se conozcan. Y a veces éstos pueden decidir participar directamente en la compañía, asociándose entre ellos. Las sociedades comanditarias que se constituyan mediante acciones (porque en España pueden ser simples, esto es, que no se dividan mediante acciones y que no se auditen) están obligadas a auditar sus cuentas. Estas empresas suelen tener pocos socios pero muy poderosos en términos de ganancia. Los socios colectivos arriesgan más, obviamente, pero suelen ganar mucho más. La traducción del inglés al español es algo incompleta, como habréis notado, esto es así porque para cada jurisdicción legal financiera, los términos pueden tener distintas acepciones o características algo distintas. En inglés se le llamada limited (“limitada”) porque los socios no tienen lo que se dice una gestión directa sobre la compañía, delegan en agentes que tienen el poder de efectuar contratos en nombre de todos, etc., y en el mundo anglosajón, los socios también responden con sus bienes de las deudas, pero sólo hasta un límite acordado en las escrituras fundacionales.

c. Convertirse en socios corporativos. Es básicamente lo mismo que lo anterior. Las bolsas ponen en contacto a gente interesada en un proyecto económico y estas personas pueden pedir, a cambio de su inversión (generalmente en empresas pequeñas en sus inicios), el convertirse en socios corporativos, con derechos adicionales a los de un mero accionista, tales como derechos sobre las patentes, sobre ingresos publicitarios, royalties, etc.

.

2. Invertir en capital riesgo (venture capital o VC en inglés). Esto es, facilitan el que empresas emergentes comiencen desde lo más bajo a obtener dinero, desde los primeros inicios. Lógicamente, eso es muy arriesgado, son empresas que están empezando y no se sabe cómo van a ir, de ahí el nombre. Un ejemplo son las empresas tecnológicas tales como las startups tecnológicas. Es el típico caso de unos chavales con conocimientos técnicos que tienen una grandísima idea tecnológica pero necesitan de muchísimo dinero para ponerla en práctica… y salen a bolsa a ver si logran convencer de que les compren las acciones en las que han dividido la titularidad de esa empresa para subvencionar ese mismo proyecto económico. Como espero que comprendáis, es vital para empresas o proyectos económicos noveles el conseguir dinero para poder empezar. Las bolsas facilitan en gran, gran medida estos proyectos aunque hoy en día se empleen diversos mecanismos adicionales para obtener dinero inicial, tales como subvenciones o préstamos. Con ese dinero consiguen el suficiente capital con el que tener permiso para salir a bolsa y ya, desde ahí, comenzar a obtener una inversión a gran escala que no podrían obtener de otro modo.

Esto es tema para otro artículo pero suele decirse de “salir a bolsa” que puede ser tanto una bendición como una maldición. ¿Por qué? Porque hay empresas que iban estupendamente hasta salir en bolsa… y viceversa. El salir a bolsa cambia la naturaleza de una empresa. Ya no eres el único dueño (caso de que fuera uno solo el inicial), tienes que compartir el poder, las ganancias… y tienes el estrés o el “látigo psicológico” (o el “incentivo”, según si se mira de una manera bondadosa) de tener que responder ante otros (que esperan ganar dinero con lo que hagas) de tus tomas de decisión. Y eso puede hacer bien o mal (un caso en que salió mal: Telepizza).

Rodrigo-Rato-salida-Bolsa-Bankia_758634146_620746_1020x574

La salida a bolsa de Bankia (20 de julio de 2011, en plena crisis económica y reestructuración del sistema financiero español) fue, quizás, la salida a bolsa más infame de la Historia reciente de España… si no la que más. Resultado de la fusión de los negocios bancarios de siete cajas de ahorros (Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja) fue el intento, apadrinado por el exministro de Economía Rodrigo Rato (en la imagen, el día de la salida a bolsa), de afrontar los problemas que aquejaban a todas esas entidades (principalmente, su exposición al «ladrillo»). Todo el proceso estuvo envuelto en escándalos, especialmente concernientes en cuanto a falsedad contable y estafa a inversores pero también al papel de los supervisores, que dieron por buenos los resultados de la entidad cuando en realidad estaban más que maquillados. Siempre se la ha puesto (hablando un poco en general, eso sí) de ejemplo de mala salida a bolsa. Foto: EFE.

.

3. Facilitan la movilidad y flexibilidad de las empresas. Las bolsas son mercados especializados que facilitan el poner en contacto a las empresas o aportar medios de resolución burocráticos como, por ejemplo, para que las empresas se fusionen unas con otras, se dividan (o subdividan, que no es lo mismo), expandan nuevas líneas de productos, obtengan nuevos canales de distribución, adquieran nuevas cuotas de mercado o incluso entren en nuevos mercados (como otros países o sectores comerciales). Las bolsas facilitan, en suma, que las empresas se adapten a los vaivenes de la evolución de los mercados. Sería mucho más engorroso y más caro (y potencialmente más causante de inestabilidad) el tener que contratar profesionales por separado y al margen de instituciones como la bolsa que lo facilitan y abaratan todo al hacerlo en el mismo lugar, en plan industrial y en gran volumen.

.

4. Crean oportunidades de inversión para los pequeños ahorradores y aumenta el volumen potencial de la inversión global. Quizás una de las ventajas más bondadosas de la existencia de las bolsas es que facilita el que gente común o con poco capital pueda ganar más dinero invirtiendo. Hasta más o menos el siglo XVII, los pequeños inversores eran despreciados y a alguien con poco dinero no le daban ni derecho ni oportunidad (recordemos que se expulsaba de las bolsas en la Edad Media a los pobres) de poder hacer negocio y salir con ello de la pobreza. Con las bolsas ya no sólo los más ricos tienen oportunidad de invertir y obtener beneficio, puede hacerlo todo el que se pueda permitir el precio, cosa que hasta entonces les estaba vetada (legalmente, incluso). En la bolsa no le preocupa a nadie que no seas, como inversor, noble o rico de antes. Otra cuestión relacionada es que ahora, con las bolsas, se ha ampliado brutalmente la base potencial para poder invertir y el volumen de movimiento del capital (puede invertir nada menos que prácticamente todo el país). Antes invertían cuatro gatos muy ricos, que suponían un porcentaje pequeño del dinero disponible de toda la sociedad. Ahora puede invertir cualquiera, lo cual ocasiona que casi todo la economía de una sociedad pueda invertir (y ganar) en bolsa. Todo eso aumenta el crecimiento económico y la prosperidad de una sociedad aunque no siempre, a veces lo dificulta porque las bolsas pueden constituirse en “amplificadores” de las crisis económicas (justo como en la que comenzó en el 2008, la llamada Gran Recesión), pero por lo que sabemos hasta ahora en Econometría, en el conjunto total “en números gordos”, el beneficio es mayor que el conjunto de perjuicios. A quién beneficia y a quién perjudica más (ricos o pobres)… eso es ya otro tema, pero mucho me temo que ya sabéis la respuesta.

.

5. Facilita al gobierno la obtención de fondos a través de la venta de bonos para proyectos gubernamentales necesarios. Los gobiernos suelen disponer de sus propias instituciones para vender sus productos financieros tales como los bonos de deuda pública. Se puede hacer a través del banco central, por ejemplo. Pero ni que decir tiene que si lo hace a través de la bolsa, que es a donde va todo interesado en ganar dinero, va a tener más posibilidades de venderla, y mejor. Recordemos que con la venta de esa deuda pública (y otros títulos gubernamentales), supuestamente se financian cosas necesarias para todos nosotros tales como carreteras, hospitales, escuelas, infraestructuras, etc. (que el gobierno luego sea corrupto y no lo haga es otro asunto, yo os estoy hablando de lo que es en un principio). Lo cierto es que hasta antes de la aparición de las bolsas, los gobiernos tenían bastantes dificultades para vender sus bonos de deuda pública porque los posibles inversores estaban muy dispersos por la geografía (y la sociedad) de la época, y dependía de que siempre fueran unos cuantos ricos los que compraran esa deuda pública. Cosa que provocaba no pocos quebraderos de cabeza a los gobiernos porque esos pocos inversores podían hacer mucha presión sobre ellos a favor de sus intereses, como los nobles o validos y las compañías familiares de especuladores como los Fugger en las cortes europeas de los siglos XVI y XVII. Todo eso ha terminado hoy en día… más o menos.

.

6. Supuestamente crea mayor eficiencia en la dirección de las empresas. También genera una regulación económica estabilizadora. Uno de los aspectos más polémicos y no sólo en Economía, sino también en Sociología y Psicología, es el hecho de que la existencia de las bolsas y del mercado de compra-venta de títulos modifica la conducta de los agentes económicos que en ellos participan (eso es una de las facetas de lo que se llama “institucionalismo”). Es decir, en principio parece que es positivo el que una empresa se organice mediante accionistas porque eso obliga a sus gerentes y directores “a mover el culo”, no se puede volver acomodaticio, ya que tiene que ganar dinero para una serie de señores que han puesto dinero para que la empresa funciones. Esto es, al funcionar a través de la compra-venta de acciones en bolsa, eso sirve de indicador a los accionistas y posibles compradores de si un gerente lo está haciendo bien o no. Los defensores de las bolsas aducen que las compañías que venden acciones suelen generar estándares más altos de eficiencia y organización para satisfacer las demandas de estos accionistas.

El problema viene de que existe una gran cantidad de literatura académica y ejemplos sobrados que indican también lo contrario: que los gerentes suelen volverse más arriesgados y más avariciosos debido a que sus accionistas demandan siempre cada vez más beneficios o que las acciones estén cada vez más solicitadas y caras. Y dado que en muchísimas ocasiones un gerente cobra y permanece en su puesto en función de los resultados, él es uno de los más interesados en que la empresa gane cada vez más. Con lo cual toma decisiones cada vez más arriesgadas en busca de beneficio. Varias crisis económicas financieras han tenido su origen en este fenómeno. La de 2008 no es sino uno de esos ejemplos, y de ahí la cada vez mayor importancia en el corporate risk management (gestión de riesgos empresariales)… que antes de esa crisis a muchos ejecutivos les sonaba a chino mandarín.

OPN5IQMPNMOV7KGOGEPOFCS25U

Richard Severin Fuld Jr., más conocido como Dick Fuld está ampliamente considerado tanto en literatura académica especializada y en el mundillo de los inversores como el CEO (en su caso, Chairman and Chief Executive) más temerario de la historia reciente. Por no decir que fue el más cabrón. Fue el máximo responsable de la bancarrota del banco de inversión de nombre Lehman Brothers Holdings, Inc. y que fue a su vez el detonante de la crisis de 2007-2008 (el inicio de la Gran Recesión). Prácticamente todos los que le han conocido en persona afirman que es un auténtico hijo de puta. De hecho, su mote era «el Gorila», por la mala leche que gastaba y lo que intimidaba. Si algo ha caracterizado su «carrera» a lo largo de muchos años como inversor (llegó a ser el CEO más antiguo de Wall Street, de hecho su otro mote era «Mr. Wall Street») es que tomaba decisiones financieras muy arriesgadas (más concretamente relacionadas con poner al límite las capacidades y asegurar siempre, siempre… que el valor de su empresa era mayor de lo que todo el mundo, el mercado incluido, decía) pero él siempre confió en que Lehman Brothers era too big to fail. Aparte, fue uno de los mayores «maquilladores de cuentas» de todos los CEO. Fuld no es sino el rostro de una época, un ejecutivo agresivo, auténticamente despiadado y codicioso, ultracompetitivo (odiaba a muerte a su rival Henry Paulson de Goldman Sachs) y epítome de la era de la desregulación neoliberal y el llamado a veces «capitalismo salvaje». En la imagen, varios manifestantes sostienen carteles acusatorios contra él justo cuando iba a sentarse para testificar y declarar ante el House Oversight and Government Reform Committee en Capitol Hill, Washington por su papel en aquella bancarrota. Nunca llegó a reconocer su culpa. Foto: REUTERS/Jonathan Ernst/Files USA-BUSINESS.

.

.

Dejaremos aquí el debate, y me limitaré a exponerlo. Más que nada porque no es el tema en concreto de lo que viene a tratar este artículo-ensayo que estáis leyendo aunque esté indirectamente relacionado. Como ya dije anteriormente, prefiero centrarme y ya expandiré en otros artículos (si puedo).

Sí es cierto, no obstante, que la mera presencia de las bolsas ya obliga a poner barreras de seriedad y requisitos tanto de entrada como para poder seguir cotizando en ella cada vez más estrictos (especialmente tras cada crisis económica). A fin de cuentas, las bolsas son organizadoras de mercados. El siglo XIX, por ejemplo, fue un auténtico cachondeo de presencia de empresas en las bolsas que se presentaban a cotizar sin tener un capital inicial mínimamente decente o con unas conductas de gestión rayanas en el gangsterismo y que generaban una crisis económica tras otra con especulaciones salvajes continuas. Y antes del XVII, ya ni os cuento. Rara era la empresa que mantenía siquiera libros de cuentas.

Todo ello es, obviamente, y a la cara de los liberales se lo tiro, un nada despreciable justificante de que es necesaria la regulación para tener un orden y una estabilidad económica. Cuando os venga un liberal (que casi seguro que es muy, muy partidario de comprar y vender acciones en bolsa) hablando de que lo mejor es la desregulación económica, le estampáis contra la cara la mismísima contradicción en la que acaba de entrar con la existencia de las bolsas. Porque ellas mismas SON entes reguladores y nadie de entre los liberales (al menos, los más conocidos) cuestiona su existencia. Cuestionar la existencia de las bolsas de valores es cuestionar ni más ni menos el mercado de la compra y venta de un producto (títulos de valor), algo que es un principio básico del liberalismo.

.

7. Facilita, ya sea a través de una más eficiente gestión burocrática o a través de la creación de oportunidades y posibilidades, la distribución de beneficios (dividendos o por la venta de títulos).

La primera parte se explica sola: las bolsas son instituciones que poseen medios físicos tales como redes informáticas, empleados, un lugar acondicionado para poder hacer todas las transacciones, etc. Todo eso facilita el que se puedan hacer negocios fácilmente y a mucho volumen y velocidad. No es lo mismo que en la Edad Media cuando tenías que desplazarte físicamente al mercado de tu elección que podía estar en la otra punta del continente, cargando con el dinero (con todos los riesgos que ello conlleva) y ponerte a buscar la empresa con los productos que tú deseabas al mejor precio posible y ponerte a gestionar tú todo el papeleo necesario (que lo había). Ahora puedes realizar gestiones a una gran velocidad (hasta las decisiones tomadas en un segundo pueden ser decisivas) y tienes acceso en tiempo real a las transacciones de todo el mundo. Incluidas, por ejemplo, las divisas (la moneda de cada país).

Las bolsas, al centralizar la localización de las transacciones, facilita enormemente el poner en contacto a unas personas y empresas con otras. Ya no tienes que vagabundear buscando de una en una a todas las empresas que se dediquen a la compra-venta de madera o petróleo que es en lo que quieres invertir, las tienes a muy buen seguro en la bolsa más cercana (al menos, a las más importantes). O puedes acceder a ellas desde allí, a sus cotizaciones, historiales, etc.

Las bolsas también facilitan el que los beneficios lleguen antes y más cómodamente a sus destinatarios, al disponer de medios bancarios tales como cuentas específicas, contabilidad y registros de quién es quién y cuánto se le debe a cada quién. Eso funciona también, por supuesto, en dirección contraria, al facilitar las inyecciones de líquido procedentes de las inversiones.

Recordemos: las bolsas, ante todo y sobre todo, facilitan la compra y venta de títulos de valor.

Ésa es su misión fundamental.

.

8. Movilizan los ahorros en dirección a la inversión. Las bolsas facilitan y posibilitan que el dinero no se esté quiero. Evitan el acaparamiento, uno de los fenómenos más perniciosos de la economía. Esto está relacionado con el hecho que mencionábamos anteriormente de que aumenta el volumen potencial de inversiones y facilita el crecimiento económico, pero con un matiz nada desdeñable: las bolsas de valores facilitan que existan muchas más posibilidades para hacer ganar dinero porque eliminan el no tener alternativas de ganar dinero. A ver cómo lo explico para que lo entendáis. En alguna ocasión os habréis dicho a vosotros mismos: “con lo poco que me dan en el banco no me interesa tenerlo quieto en una cuenta a plazo fijo, así que no hago nada con él, prefiero dejarlo suelto y disponible por lo que pueda pasar porque no tengo otra alternativa para aumentarlo”. Pues las bolsas son las que crean esa otra alternativa de ganar más dinero con tu dinero: siempre te dan la oportunidad de poder hacer algo con él.

En términos estrictamente económicos, el que el dinero se esté quieto es un anatema para muchos economistas porque “se está desperdiciando”, entendiéndose que se está desperdiciando la oportunidad de usarlo para mejor, o simplemente de usarlo. La idea del avaro que no hace más que dejar el dinero tras una caja fuerte es nefasta para estos economistas: ese dinero no está creando empresas, ni puestos de trabajo con ello, ni se mueve actividad económica alguna que genere beneficio para el conjunto de la sociedad. Sí, ya sé lo que vais a decir, que eso es cuestionable porque el dinero puede generar un mal si invierto en, por ejemplo, empresas que fabrican armas o contaminan y que muchos prefieren no arriesgar. Lo sé y lo admito. Simplemente os estoy hablando de principios económicos a un grandísimo nivel, que se escapa a la opinión (y los intereses) de las personas normales. Y según ese principio general es más beneficioso para el conjunto de la sociedad el que el dinero “se mueva” a que se esté quieto. Siempre hablando en “números gordos”, es más productivo mover el dinero que dejarlo quieto, tanto para el inversor como para aquello en lo que se invierte.

De esta forma, con la existencia de los mercados de compra-venta de títulos de valor, los posibles inversores disponen de más posibilidades racionales para distribuir sus recursos si quieren hacerlo (no dependen sólo del banco, por ejemplo) y facilitar, con ello, la productividad del dinero y el crecimiento económico general de la sociedad, que se beneficia con ello.

.

9. Sirve de barómetro de la economía. Quizás el aspecto más polémico de la existencia de las bolsas de valores, uno de los más importantes… y uno con los que más estoy en desacuerdo, aunque no totalmente.

En las bolsas, los precios suben y bajan dependiendo, principalmente, de las fuerzas o movimientos económicos. Los precios de las acciones tienden a subir o permanecer estables cuando las compañías y la economía en general muestran signos de estabilidad y crecimiento. Una recesión económica, una depresión o una crisis financiera (como el crash de 1929 o la crisis de las hipotecas subprime) puede conducir a una quiebra financiera (o “crack financiero”, en inglés: stock market crash), que es ni más ni menos que una caída repentina de los precios de los títulos de valor a lo largo y ancho de una parte significativa de un mercado de valores (de una bolsa, vaya).

Por lo tanto, muchísimas personas, la inmensa mayoría de economistas entre ellos, entiende que el precio de las acciones y, en general, de los índices (stock indexes) de éstas que publican las bolsas, pueden ser un indicador de la tendencia general de la economía.

Todo lo dicho es más que puntualizable aunque como principio muy general pueda valer. Esto que viene a continuación es mi opinión, opinión académica pero opinión personal al fin y al cabo: los índices y valores de las acciones de las bolsas son un indicativo de la marcha de la economía, sí, pero un indicativo relativo. Es decir, para mí y para muchos economistas, la marcha de la bolsa es uno más de los indicadores de la buena o mala marcha de la economía de un país, sociedad o zona geográfica concreta, pero es un indicador que no se debe tomar de manera aislada, sino conjuntamente con otros (como el Producto Interior Bruto, renta per cápita o el coeficiente o índice de Gini, por ejemplo). ¿Por qué? Porque no es un indicador completamente fiable de lo que está sucediendo en la realidad física con el conjunto de la economía. Como mucho, es un indicador de cómo perciben los mercados que va la economía. Ya mencioné en otras ocasiones y continuaré mencionando que el valor de las acciones tiene un elevadísimo componente psicológico que es el que hace ponerle un precio u otro a las acciones y otros títulos de valor y que ese precio que se le pone a las acciones no tiene por qué reflejar la buena o mala marcha de la misma empresa a la que se refiere.

Por tanto, el cómo vaya una bolsa no es un indicativo general fiable de la buena marcha de una economía en concreto. Puede suceder y se ha dado en multitud de ocasiones, que las bolsas de un país hayan tenido un resultado desastroso y que aún así haya aumentado el PIB, la gente siga saliendo a comer a los restaurantes o que se vendan muchos automóviles. Y viceversa, la bolsa puede ir de manera excelente pero el país estar sufriendo una inflación rampante y sus habitantes estar muriéndose de hambre por las calles. Puede suceder que las caídas generales en bolsas se deban a pánicos temporales como un atentado terrorista, la posibilidad de entrar en guerra, rumores de que una empresa en concreto ha estado maquillando sus resultados reales, la idea de que el gobierno no tiene dinero para pagar su deuda pública, etc… y que todo eso se demuestre como falso al cabo del tiempo o se le deje de tener en cuenta. El terremoto de Kobe de 1995, por ejemplo, causó una crisis económica cuando miles de inversores japoneses retiraron de golpe sus inversiones (vendieron sus acciones baratas) porque les hacía falta el dinero de vuelta, y rápido, para reconstruir sus vidas.

En resumidas cuentas, que la marcha de una bolsa depende muchísimo de la psicología de las personas y no es, por tanto, un indicador totalmente fiable de la buena marcha general del conjunto de la economía.

Es de combinar los diferentes medidores económicos (porque cada uno nos indica una especialización de la marcha económica de un país) como podemos averiguar objetivamente si un país o sociedad van mejor o peor, no sólo por cómo vayan de bien o mal su bolsas de valores.

En líneas generales, sí es cierto que suelen ir parejos los medidores. Un país con muchísima inflación, por ejemplo, tenderá a que sus mercados de valores vayan de puta pena. Es menos común que un país vaya mal realmente en su economía y sus bolsas bien que lo contrario.

Otra cuestión y nada desdeñable sino al contrario, vital… es que muchas de las malas marchas de una economía, comienzan en las bolsas.

Y muchas de esas malas marchas de una economía empezaron, precisamente, por una percepción psicológica. Hay ejemplos para dar y tomar, tenemos abundancia de burbujas especulativas que han provocado crisis financieras sin cuento y que comenzaron en bolsa. Una de ellas fue la llamada crisis de las dot-com (también llamada de las puntocom), una de las crisis de raíz psicológica más estudiadas de la Historia.

Pero que esto lleva sucediendo ya incluso desde la mismísima aparición de las bolsas y los mercados de compra-venta de valores modernos. Como en la de Amsterdam, allá por el siglo XVII. Sí, otra vez.

Tan es así que es absolutamente enternecedor constatar cómo aparece reflejado ya en el arte de la época, bajo sus muchos formatos (pintura y literatura, principalmente), cómo estos nuevos fenómenos sociales económicos afectaban a la sociedad de la época. Llamaban especialmente la atención… lo mismo que llaman la atención hoy en día: los excesos, el derroche, el frenesí inversor, el estrés, las alzas y bajas y cómo se podía uno hacer rico o empobrecerse de la noche a la mañana.

AllegoryofTulipManiaIII-JanBrueghelII-FinanceStockBusinessArtPainting_ec5c06ba-588e-4c30-b28d-b093173eef37

Alegoría de la Tulipomanía (III), por Jan Brueghel II. Colección privada (subastada por Christie’s en 2013). Durante la Tulipomanía (en holandés: tulpenmanie) los precios en los contratos de compra y venta de los bulbos de algunos tulipanes alcanzaron precios extraordinariamente elevados para luego caer bruscamente en 1637. A la Tulipomanía se la considera ampliamente en el mundo académico como la primera burbuja especulativa registrada y bien documentada de la Historia. En la serie de cuadros Alegoría de la Tulipomanía, pintados entre 1640 y 1650 Brueghel ridiculizaba a los participantes en aquella burbuja (y a los espectadores) como monos estúpidos.

Los españoles tenemos un testigo de primer orden en la figura del mercader y literato José Penso de la Vega (alrededor de 1650-1692), un judío sefardí español, que describió nada menos que en nuestra lengua, en su libro y obra maestra Confusión de Confusiones (1688) todo este nuevo mundillo de la inversión en bolsa en Amsterdam (aunque nacido en Espejo, Córdoba, vivió muchos años e incluso falleció en la ciudad holandesa). Se la considera en el mundo académico como la obra más antigua sobre el mercado de valores en acciones. Pues sí, la primera obra sobre inversión financiera en bolsa está escrita en español cordobé. El libro no es exactamente un tratado, está escrito en forma de diálogo entre un mercader, un filósofo y un inversor… y muestra deliciosamente las complejidades, excesos, dilemas morales y aparentes absurdos del mundo de la bolsa. Ya tan sólo el título lo dice todo.

El propio Joost van de Vondel (1587-1679), el más afamado literato holandés de todos los tiempos (“el Shakespeare holandés”), se arruinó en la vejez cuando su hijo invirtió y perdió en bolsa la fortuna familiar durante esta época. Cosa que lamentó amargamente en sus últimos textos.

Los ejemplos vienen que ni al pelo con respecto a todo lo que hemos tratado porque ya desde primera hora le quedaba claro a todo el personal (incluidos sus participantes) que en el mundo de la inversión en bolsa se pueden observar a la vez tanto un caos como unos patrones de evolución económica de los que poder aprovecharse para obtener beneficio.

Y hablando sobre la moralidad, aquí voy a hacer un alto en el camino que creo muy necesario para avisar.

Sí, ya estoy acostumbrado a tratar con la gente por internet. Zorro viejo que es uno.

.

3.2.1. Sobre las consideraciones morales de invertir en bolsa.

Seguro que me viene alguno con cosas como: “pues a mí me parece absurdo que haya gente tan tonta como para arriesgar en bolsa”, “todo este follón de comprar y vender acciones me parece artificial y falso, ¿cómo es que sucede?”, “¿por qué hay gente dispuesta a comprar acciones más caras que como las compró el que estaba de antes? ¡Yo no lo haría!”

Pues no lo harías tú, pero ahí fuera hay millones de personas (y empresas) que lo harían… y lo hacen.

Porque ganan o esperan ganar muchísimo dinero.

Y la codicia humana o simplemente el querer ganar algo de dinerito (y os recuerdo que dinero es, por definición académica, todo aquello en lo que depositemos valor como seres vivos) o ahorrárselo es uno de los elementos y motores de acción más poderosos de la conducta humana. Hablar de por qué existe el querer ganar dinero es como admitir que existe pero preguntarse por qué tiene que existir el Sol o por qué dos más dos tienen que dar cuatro y no menos diecisiete coma cinco.

Sucede, y punto. No hay que darle más vueltas.

De la misma manera que existen otros muchos más millones de personas que tienen lo que se denomina en Economía y Neuroeconomía, “aversión al riesgo” y no arriesgan ni invierten en bolsa.

Todo esto del valor, como ya vimos en anteriores artículos, no deja de ser a fin de cuentas, psicología. El valor es subjetivo y está demostrado científicamente, incluso en condiciones de laboratorio. Hay quien arriesga y quien no. Hay quien tiene diferentes ideas sobre lo que se debe hacer con el valor de las cosas.

Voy a poneros un ejemplo. En una ocasión cayó en mis manos un disco de vinilo de Pink Floyd, era el álbum The Wall. Para mí ese disco no tenía mucho valor por no decir que me importaba una puta mierda. Yo ni tan siquiera tenía tocadiscos. Pero hete aquí que me fui a una feria del disco antiguo… y no tardé ni diez minutos en venderlo desde que entré por las puertas. Y el chico que me lo compró, tan contento. Yo pensé que el tipo se había gastado su dinero en una gilipollez. Pero él bien que se alegró. Para él, esa compra fue buena, el producto que adquirió tenía más valor que el precio al que yo se lo puse. Por supuesto, yo también me alegré, llevándome el dinero calentito a mi casa pensando que había ganado en el intercambio.

Y así funciona gran parte de la economía, por no decir toda. Así funcionan los mecanismos que tan bien describen la Teoría del Valor moderna y la utilidad marginal, la Neuroeconomía, etc.

Pero… ¿preguntarse por qué tienen que suceder esos fenómenos? Eso es perder el tiempo. Lo científico y lo racional (al hablar de seres humanos) es preguntarse por qué y cómo suceden, no por qué tienen que suceder.

Sé de sobra que habrá muchos lectores a los que se les estén hinchando las venas si no las pelotas (ovariales incluidas) de pura frustración conforme lean el artículo. No tanto por la exposición en sí sino porque se les están exponiendo cuestiones que odian de base. Ahí fuera hay una cantidad inmensa de gente que odia profundamente el capitalismo y todo lo relacionado con el mundo de la inversión, de la inversión en bolsa, etc., algo que consideran inherentemente malvado y artificial y a buen seguro no se terminarán de leer el artículo y se lanzarán de inmediato a los comentarios a decir cosas como: “¿Por qué tiene que existir las bolsas? ¿Por qué tiene que existir el capitalismo? ¿Por qué hay que invertir y no volvemos a una economía más simple y más igualitaria o al decrecimiento?”, etc.

Bien. Lo primero es que se van a fastidiar porque los comentarios están desactivados en este artículo.

Lo segundo, y quiero dejarlo muy claro: a este blog y a este artículo en concreto, se viene a leer una exposición técnica: la mía, la que estoy haciendo, sobre un tema en concreto… la cualidad de certeza científica y valor pragmático de las diferentes teorías académicas que tratan de la inversión financiera en bolsa. No se viene a discutir sobre la ética o la moralidad de invertir en bolsa por una sencilla razón: eso es como discutir sobre el sexo de los ángeles. No sirve para nada. Y eso es lo que hay, os guste o no.

De la misma forma que ya hablamos en anteriores artículos sobre la cualidad del dinero… y pudimos comprobar científica y econométricamente que no es el dinero el causante en sí de que se maneje mal causando perjuicios (los culpables son quienes lo manejan mal), lo mismo sucede con el fenómeno de la inversión. No es el hecho de invertir en acciones en bolsa lo que es “malo” per se como mucha gente cree. Invertir hay que invertir, es un fenómeno socioeconómico inevitable, como la interacción social. Algunos formatos de inversión pueden ser más o menos ineficientes y más o menos proclives al abuso especulador (como el short selling)… pero que el culpable último es la persona que los maneja. No el formato en sí, insisto. Podríamos estar invirtiendo en vez de en formato en acciones pues… qué se yo, con contadores o fichas de piedra o con participaciones medievales chinas. Eso no va a eliminar fenómenos como la especulación, que se producen bajo cualquier formato económico (aunque es cierto que el formato puede amplificar o reducir el alcance y los perjuicios). Obviamente, ni el cuchillo ni la granada de mano matan de por sí mismos, mata quien los usa… pero hay que admitir que con la granada de mano se puede matar a más gente.

En resumidas cuentas, el ansia (o ausencia de ella) de dinero y poder y la avaricia está en nosotros mismos como seres vivos (Keynes hablaba de animal spirits). El sistema puede, como mucho, otorgar un bonus a la probabilidad de que sucedan perjuicios, pero cualquiera que haya echado un vistazo a la evolución histórica económica humana, notará de inmediato que lo que es intentar aprovecharse en beneficio propio del sistema y de las herramientas imperantes para invertir los ha habido desde siempre. Desde que tenemos registros históricos, al menos.

Y a mí, como antiguo sindicalista y todavía activista social, admito que no me gustan muchos fenómenos adjuntos al proceso de inversión financiera, tales como las burbujas especulativas. Las abomino. Me causan repugnancia como me la causa la avaricia humana en general, pero el fenómeno de la inversión no es maligno per se. Al contrario, es extremadamente beneficioso y el origen del aumento global de nuestra prosperidad como especie.

Es gracias al proceso de inversión que disponemos de un cada vez mayor progreso tecnológico, mejoras en salud, en bienestar, en calidad de vida… Fue gracias a la inversión que pudimos crear un tendido eléctrico para llevar la electricidad y así iluminarnos y mover nuestros aparatos, crear y distribuir mejores alimentos, eliminar el hambre y muchas enfermedades de cada vez más zonas del planeta; más y mejores opciones de ocio, etc. La lista es sencillamente inacabable. La inversión en sí misma SÍ es un mecanismo de desarrollo eficiente. Inevitable física y biológicamente, vaya. Si nos ponemos puntillosos, hasta algunos animales desarrollan a niveles evolutivos mecanismos de inversión.

Os recuerdo que soy un inversor (y un inversor concienciado), no un especulador salvaje.

Pero también he de admitir que la avaricia humana está ahí. E intentaré combatirla, pero no va a desaparecer de inmediato ni totalmente (aunque se pueda reducir a través de la concienciación y la educación) por mucha rabia justiciera que nos/me dé.

Mi fin último a la hora de redactar este artículo de naturaleza técnica es tratar de manera práctica, científica y académica una serie de temas como las posibilidades de ganar dinero invirtiendo en bolsa que considero de una importancia monumental a la hora de estudiar uno de los aspectos también más importantes de nuestra sociedad: su economía.

Yo no vengo aquí a hablar de lo que me parece bien o me parece mal, aunque pueda realizar anotaciones o dar “paladitas” de vez en cuando (a fin de cuentas soy un activista social que denuncia males y errores). Ni voy a permitir que vosotros distraigáis de la atención sobre lo fundamental, llamando a un debate moralista. Debate que puede proceder en otro lado, pero no aquí.

No niego que se pueda hablar sobre la moralidad (o ética) de algo. Simplemente os pido que aquí y ahora nos centremos en las cuestiones técnicas.

Porque del bien y del mal puede hablar y cree saber hacerlo todo el mundo. Pero de los aspectos técnicos seguro que la inmensa mayoría del personal no tiene ni puñetera idea.

A muchos se os podrán remover los higadillos nada más que de considerar y constatar que hay miles si no millones de personas que juegan, apuestan, arriesgan o simplemente invierten y mueven dinero en el mundo de la bolsa. Pues yo no vengo aquí a hablar sobre el bien o sobre el mal, vengo a hablar sobre la verdad y sobre la mentira. A hablar de Ciencia Social y eliminar el oscurantismo que existe sobre un apartado específico de la misma.

¿Ha quedado clarito? Pues eso.

Sigamos, que ya me he detenido demasiado en dar explicaciones que ni debería dar a las personas lo suficientemente serias.
.
.

4. ¿Cómo funciona esto de la inversión en bolsa en términos prácticos? Experiencias personales como ejemplo.

Bueno, pues ya hemos visto los antecedentes más directos para hacernos una visión de conjunto.

En la actualidad el proceso para invertir en acciones en bolsa es muchísimo más complejo que en la Holanda del siglo XVII, y se produce a un ritmo endiablado aunque el concepto sigue siendo el mismo: un inversor compra acciones (o bonos u otros títulos de valor) de una empresa con la esperanza de que los dividendos (beneficios) futuros sean elevados o de que venga otro inversor que le quiera comprar esas acciones o títulos de valor a mayor precio al que las compró él porque, a su vez, creerá poder ganar más dinero con ellas.

Existen tantas modalidades, formatos, posibilidades, etc., que las combinaciones son prácticamente ilimitadas, así que voy a tratar casos comunes.

Hoy en día el proceso está tan informatizado que la inmensa mayoría de inversores (yo entre ellos) no ha pisado jamás un parqué. Tampoco conoce a su broker por su nombre (yo, sí). La inmensa mayoría de inversores recurre a servicios profesionalizados y muy especializados para invertir en acciones bursátiles (bonos, bonos de deuda pública, etc., el instrumento financiero de valor que sea; cito sobre todo las acciones de empresas porque son, con mucho, el instrumento financiero más común). Pueden tener varios nombres pero en general se les conoce como asesorías financieras y pueden ser desde un despacho compuesto por pocos empleados hasta bancos. Es más, muchos de los bancos “tradicionales” ofrecen servicios de asesoría financiera aparte de los más conocidos de entidades de depósito de dinero y concesión de préstamos.

Esto es, el inversor actual se limita en líneas generales a depositar su dinero en o a contratar los servicios de un fondo de inversores, una mutua, una sociedad, un banco inversor, etc., y se queda a esperar los beneficios… que pueden provenir de los dividendos o de haber jugado bien en el mercado de compra-venta de títulos de valor (como las acciones y bonos). Beneficios que los diferentes profesionales que ofertan esos servicios de mediación y asesoramiento intentan convencerte de que van a ser lo más elevados posibles con ellos y su modo de invertir para que, obviamente, los contrates a ellos y no a sus competidores.

Repetimos: las empresas especializadas en inversión financiera obtienen los beneficios para sus clientes (y, por tanto, para sí mismas) a través de la de compra-venta de acciones y otros instrumentos financieros y de los posibles dividendos que éstos den. Realizan ese proceso fundamentalmente (aunque no siempre) trabajando a través de las bolsas de valores.

Nota extremadamente importante: como ya dijimos anteriormente, el beneficio de invertir en bolsas de valores se produce principalmente (pero no siempre) a través de la compra-venta de valores (acciones, bonos, etc.) en sí. Más raramente a través sólo de la generación de dividendos de esos valores. En bastantes ocasiones, a través de los dos.

¿Entendéis? Venga, más claro: las acciones dan beneficios por sí mismas cuando la empresa (a veces, incluso el Estado, en el caso de la deuda pública) o proyecto económico tiene éxito. Pero como más dinero se gana, generalmente, es revendiendo esos títulos de valor a otro por un precio mayor por el que tú los adquiriste.

Pongamos un ejemplo hipotético muy simple (la realidad es muchísimo más compleja) para ilustrarlo mejor: supongamos que unos señores notan que hacen falta carreteras en un país o una región. Creen que sería un gran negocio el montar una constructora de vías terrestres (carreteras, vamos). Pero entre todos ellos no reúnen el dinero suficiente como para el inmenso gasto inicial de tener que comprar maquinaria pesada, materiales de obra y contratar trabajadores y técnicos. Deciden montar una empresa (la llamaremos Chirimoyas y Construcciones) con su capital (dinero) inicial y pedir que inviertan en ella vendiendo “pedacitos” de titularidad de esa empresa al público: acciones. Se van a la bolsa de valores (o no, simplemente venden ellos mismos esas acciones, pongamos que a cinco euros por cada 0,0001% de titularidad de la empresa) y se publicitan o se ofertan a las empresas de asesoría financiera. Si logran atraer suficiente gente, otras empresas, bancos, el gobierno incluso, etc., para que arriesguen diciéndoles que sí, que van a obtener beneficio futuro (más de lo invertido) como para que compren acciones con las que sufragar esos gastos, logran después construir carreteras y obtener dividendos… esos beneficios se repartirán proporcionalmente según haya invertido cada uno (con las condiciones estipuladas para comprar esas acciones, pongamos que obtienen un tanto por ciento sobre las ganancias de la empresa que en ese periodo fiscal se materializan en tres euros). Si la empresa ha ido bien y ha repartido buenos beneficios, eso puede servir de incentivo para que vengan otros inversores que crean que la empresa está bien llevada y puede generar incluso más beneficio futuro… y comprar esas acciones a los actuales propietarios. A mayor precio del que las compraron los primeros (por ejemplo, a ocho euros la acción tras la recogida de los dividendos de tres euros), por supuesto, para que se decidan a deshacerse de ellas. Los primeros obtienen, aparte del posible dividendo que les hubiera dado tiempo a percibir, el beneficio de haber vendido más caras sus acciones a otro (o sólo eso). En nuestro ejemplo, un comprador inicial de acciones de Chirimoyas y Construcciones habría obtenido, de vender una acción solitaria tras la recogida de dividendos en el primer ejercicio fiscal (en nuestro ejemplo, un año): 3€ (dividendos) + 8€ (venta) = 11€. Como la acción le costó 5€ en su día, y ha conseguido 11€, ha obtenido un beneficio de más del doble de la inversión inicial (por acción comprada-vendida). Y en tan sólo un año. Se puede decir que ha hecho un negociazo, especialmente si la cantidad de acciones que compró no fue una sola, sino una cantidad más considerable (el negocio está en el mayor volumen de movimiento, obviamente, como en casi toda actividad comercial).

Bueno, eso sólo ha sido un ejemplo bestialmente simplificado y exagerado para que podáis entenderlo sin problemas. Ya quisieran todas las empresas y sus inversores empezar de esa manera, sobre todo los inversores, obteniendo más del doble de su inversión inicial en tan sólo un año. Eso no abunda en el mundo real.

En la práctica todo eso es mucho más complejo. No puede venir cualquiera, montar una empresa en un momento y ponerse a cotizar en bolsa de inmediato. Necesitaría de presentar avales, tener un capital inicial mínimo, documentación, notificar a las autoridades mercantiles, registrarse en la bolsa de valores de su elección y pagar sus tasas (recordemos que las bolsas de valores son asociaciones privadas de gente y empresas que gestionan ese mercado y exigen una serie de condiciones y requerimientos antes de poder utilizar sus servicios, por ejemplo, un capital de respaldo mínimo inicial muy alto), etc. Eso se hace así para que no pueda entrar cualquier mentiroso, don nadie o gente sin respaldo (que alguno lo logra siempre, pero ésa es otra cuestión). Ese ejemplo es para que lo entendáis a un nivel muy sencillo.

Y ahora viene el asunto principal de todo esto.

Seguramente penséis que lo normal sería que los dividendos por acción dieran más de sí que la compra-venta de las acciones. Pero no es lo que sucede hoy en día (e incluso ya desde que existen las acciones modernas, allá por el XVII, como vimos). En general, el beneficio de vender más caro que como se compró una acción (u otro título de valores, recuerdo que me centraré en las acciones por ser los títulos de valor más comunes) suele superar y con mucho el beneficio de los dividendos. Para que los dividendos superen a la inversión inicial suelen tener que pasar muchos años (o periodos fiscales). Hay excepciones, lógicamente, pero no podemos pasar por alto el hecho de que en numerosísimas ocasiones (por no decir en la mayoría de ellas), el valor de una acción u otro título tiene un elevadísimo componente psicológico. Esto es, si las acciones se venden más caras que como alguien la compró es porque ese siguiente comprador cree que van a dar más beneficios o que a él, a su vez, se las comprarán más cara en un futuro.

Pero no hay garantía de ello.

Lo cierto es que la compra-venta de acciones es un riesgo económico. Insisto en que una acción es una inversión de renta variable: el beneficio que dé depende de la buena marcha (percibida, no tiene por qué ser la real) de la empresa o proyecto económico de la que deviene esa acción. Directamente, a través del reparto de dividendos; indirectamente, a través de si la puedes vender más cara que como la compraste.

Como ya vimos en el caso inicial de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, cuando la gente comprobó que la empresa daba buenos beneficios regularmente, demandaba acciones. Pero la compañía no siempre vendía nuevas acciones (pues porque no le hacía falta o sus entonces propietarios no querían ceder más porcentaje de titularidad). ¿Qué hacían esos compradores ansiosos por obtener beneficio? Les compraban esas acciones (si podían) a mayor precio del que las adquirieron a los anteriores compradores. Y digo “podían” porque todo esto depende de que el que tenga las acciones esté dispuesto a venderlas, que no siempre lo está (y eso también es un factor psicológico). Si el que las posee percibe un buen beneficio o tiene la esperanza de que conforme pase el tiempo esas acciones se revalorizarán más, las retendrá y/o pedirá un mayor precio por ellas. Por el contrario, si el poseedor cree que la empresa está yendo mal o va a ir mal (o le hace falta el dinero), intentará deshacerse de ellas vendiéndosela a alguien que no piense de igual manera (porque crea que es una situación temporal, porque cree estar aprovechándose de una ganga, etc., etc.).

Es en este juego de expectativas donde reside el quid de la cuestión de todo lo relacionado con la compra-venta de valores.

Como son “valores” (una acción es un título de valor) pues eso mismo, en última instancia, su valor queda determinado por nuestra creencia. Porque el valor es subjetivo. Por encima de lo que pueda ser el hecho objetivo en un momento determinado, tenedlo en cuenta. Se han dado casos a montones de empresas que daban beneficios elevados como dividendos pero como las expectativas sobre ellas eran malas (por ejemplo, las empresas de redacción de periódicos en papel a principios del siglo XXI, que cada vez vieron una mayor competencia en internet aunque todavía dieran beneficio en aquel momento), sus acciones se depreciaban cada vez más. Y viceversa: ha habido empresas que la gente creía que iban a dar beneficios cuantiosos… y éstos nunca se materializaron (las empresas tecnológicas durante la burbuja de las dotcom), con lo que no lograron revender sus acciones a buen precio (le perdieron dinero al hecho de haberlas comprado).

Y ahora voy a hablar de mi experiencia personal. Que NO es la mayoritaria, ni por asomo, insisto. La inmensa mayoría de inversores en bolsa no participan ni tan activa ni tan directamente como yo. La mayoría se limita a acudir o a contratar los servicios de asesoría financiera de cualquier tipo (alguien que les facilite todo el proceso de invertir) porque quiere un beneficio mayor del que le aportan los tipos de interés de los bancos sin quebrarse mucho la cabeza.

En principio, ése fue también el motivo inicial por el que me decidí a invertir en bolsa personalmente: porque como muchos de vosotros habréis notado también, observaba que otras formas de sacarle rentabilidad a mi dinero daban cada vez menos. Por ejemplo, hubo un tiempo hace ya muchos años, recién salido de la universidad en que una de mis cuentas de ahorro a plazo fijo me dio un 5% en un año. Tras la crisis de 2008 (los efectos de la cual aún estamos sufriendo todavía hoy), los bancos daban progresivamente menos y menos interés, menos y menos beneficio (la última oferta que le ofrecieron a mi padre fue de un 2%… y os recuerdo que era funcionario). Eso era así porque para facilitar la recuperación económica, los bancos centrales estatales (al menos los más importantes, como el Europeo), bajaron los tipos de interés (el % que cobran los bancos centrales al sector privado que les viene a pedir prestado). Los bancos privados aprovecharon para tomar ese dinero… pero no hicieron en líneas generales lo que esperaban los centrales, esto es, que facilitaran la concesión de préstamos y distribuyeran ese dinero entre la población, reactivando la economía y el consumo… sino que lo acapararon y emplearon en tapar sus propios agujeros y en invertir sólo en cosas extremadamente seguras, tales como deuda pública de países sólidos y estables (como Alemania). En consecuencia, y con el factor añadido de que los bancos, desde 2008, se volvieron tan miedosos, tacaños y precavidos como antes de la crisis fueron despreocupados, especuladores y atrevidos (especialmente financiando cosas como la burbuja inmobiliaria), que ofertaban (o no podían ofertar, directamente) cada vez menos productos financieros con una rentabilidad que me pareciera aceptable.

Empecé a sopesar el destinar parte de mis capitales a invertir en fondos de inversión… a ver si me daban más beneficio que los bancos.

Y lo hicieron.

¿Cómo invierte normalmente una persona media?

Pues como lo hizo mi padre en un primer momento: acude a los supuestos especialistas o profesionales de este mercado de la compra-venta de valores, que los hay y muchos: los asesores financieros. Y también cobran bastante caro, la mayoría de ellos. Uno va, firma un contrato con ellos, con las condiciones concretas (cada sector y cada compañía tiene las suyas), avisando más o menos del riesgo que está dispuesto a asumir y el beneficio que espera obtener, las condiciones para recuperar la “pasta”… y ellos trabajan con tu dinero, moviéndolo de acá para allá, comprando y vendiendo acciones y bonos en las bolsas de valores (y obteniendo dividendos si pueden) buscando la mayor rentabilidad posible para sus clientes.

La mayor parte de este mercado de compra-venta se centra en la adquisición de acciones y bonos (y otros instrumentos de inversión, muy variados) al precio más bajo posible y su posterior reventa al más caro posible. De la diferencia surge el beneficio tanto para el cliente como para su gestor (los gestores normalmente siempre se llevan algo, un mínimo, ganen o pierdan por sus servicios, una comisión, etc.; los que trabajan sólo según resultados, que los hay, no suelen ser mayoría en según qué países).

La inmensa mayoría de fondos de inversión trabajan con las llamadas “carteras” o “portfolios de inversión”. Una cartera, portfolio o portafolio de inversión está formado por un conjunto de instrumentos (activos financieros) tanto de renta fija como de renta variable, lo cual permite minimizar la exposición al riesgo. Al estar formada por varios tipos de inversiones, se equilibra el riesgo (según las preferencias del inversor). Los instrumentos de renta fija le proporcionan al inversor un retorno fijo sobre el capital invertido. Si bien es una inversión relativamente segura, la rentabilidad suele ser baja. Los instrumentos de renta variable que conformen una cartera tienen mayor riesgo que las de renta fija y si bien no aseguran un retorno inicial, los rendimientos que pueden obtener son muy elevados (mejor dicho, más elevados en líneas generales que los de renta fija). La regla general suele ser que a mayor riesgo, beneficios mayores (si se tiene éxito).

Como ya dije anteriormente, hay que estar chiflado para invertir en UN solo tipo de empresa o proyecto económico, eso es un suicidio, apostarlo todo a una sola cosa. Es por eso que la inmensa mayoría de carteras (la mía personal, también) están compuestas por valores de multitud de compañías, empresas, títulos de valor estatales como bonos de deuda pública y otros proyectos económicos.

¿Cuáles son esos valores? Suelen ser cosas como acciones (parte alícuota del capital social que pertenece a una sociedad anónima), bonos (obligaciones financieras contraídas por el inversor y que son certificados de deuda, es decir, son promesas de pagos futuras documentadas en papel que determinan el plazo, el monto, la moneda, la secuencia de pagos, etc.), opciones financieras (títulos que dan a su poseedor el derecho a comprar o vender una acción a un precio fijado con anticipación, en una fecha futura determinada), contratos de futuros (acuerdos para comprar o vender uno o varios activos en una fecha futura y a un precio determinado) o instrumentos tales como participaciones directas en el mercado Forex, el mayor mercado de inversiones (y especuladores) del mundo.

Así, al estar compuestas por varios tipos de estos valores, se diversifica el riesgo de estas carteras de inversión y se intenta que el resultado global de haber invertido en todos ellos sea positivo aunque algunos puedan perder.

Esos portfolios o carteras pueden tener distintas características mediante las que se agrupan y nombran, principalmente lo arriesgadas que sean. Las inversiones no son todas igual de seguras ni muchísimo menos. Pueden suceder fluctuaciones en el precio de las acciones debidas a cosas como variaciones en el tipo de cambio, precio de las mercancías y las materias primas, variables de tipo macroeconómicas (como los datos de la inflación), variaciones en la tasa de interés, etc. Así, por ejemplo, a los portfolios que obtienen menos beneficio pero son más seguros, menos arriesgados (por ejemplo, constituidos por empresas solventes pero que cifran poco o constituidos por bonos de deuda pública) se les suele llamar “conservadores” o “defensivos” en la jerga del sector. A los más arriesgados se les suele llamar cosas como “agresivos”, y a los que combinan ambas modalidades, “mixtos” o “moderados”. Los nombres y calificativos pueden variar un montón y, de hecho, es motivo de fricción entre las asesorías financieras y los organismos gubernamentales de control el que los nombres sean menos claros (lo que quieren las asesorías normalmente) o más claros (lo que desean los organismos públicos y asociaciones de consumidores) para no engañar al posible inversor.

Las asesorías financieras lo que hacen es administrar los riesgos del mercado con el fin de aumentar la rentabilidad de la cartera de inversión de sus clientes, y disminuir el riesgo de la misma. ¿Cómo lo hacen? En primer lugar determinan las necesidades del cliente (generalmente tratando con él primero, entrevistándolo, viendo si prefiere ser más conservador o está más dispuesto a arriesgar); le construyen una cartera de inversión a medida de éstas (le asignan un gerente o gestor de portafolio, esto es, un empleado que le lleva esa cartera, que determina metas de riesgo y rentabilidad, la estructura de la cartera, le selecciona al cliente los activos financieros concretos); la administran (eligen las inversiones, administran el riesgo, compran y venden de la manera más inteligente posible)… y efectúan un control o supervisión continuo de la cartera.

Bueno, eso es lo que supuestamente hacen o pretenden hacer las asesorías de inversión.

¿Cómo lo hace un servidor?

Yo no invierto a través de ningún fondo de inversión ni asesoría financiera. Yo le digo a mi broker lo que tiene que comprar y vender, en cuántas cantidades y cuándo ha de hacerlo. Mi broker, aunque me puede aconsejar de vez en cuando (en inglés, que para eso es estadounidense el chaval), es un mero tramitador burocrático de mis órdenes personales. Yo me salto el paso intermedio de recurrir a una empresa profesional de la gestión de valores (una asesoría financiera).

Lo hago por varios motivos:

1. -Porque me ahorro el pagar a esos “profesionales”. Es el mismo motivo por el cual cuando tengo que poner un enchufe en mi casa no llamo a un electricista. Me sale mucho más caro y pierdo más tiempo esperando a que venga que haciéndolo yo mismo, que sé cómo hacerlo.

dog

-¡Guau! ¡Las tarifas que cobras por tu fondo de inversión son más altas que las de cualquier otro! -¡Es verdad! Así es como puedes saber que es el mejor fondo. -Me apunto. ¿Estás diversificado? -Sí, tengo a todo tipo de tontos. Esta es una de las tiras cómicas del popular comic Dilbert en las que se hace mofa de los elevadas tarifas que se cobran por los fondos de inversión y, en última instancia, para nada. El autor de Dilbert, Scott Adams, refleja en estas tiras cómicas, haciendo uso de un mordaz humor satírico (más bien sarcástico) la realidad del día a día del mundo corporativo, de las empresas y, en general, de «los trabajadores de cuello blanco«. Mucha gente cree que Scott Adams es ingeniero por cómo se centra muchas veces en esa profesión en sus cómics pero en realidad es economista. Estudió Master Business Administration y llegó a trabajar como empleado de banca. De ahí que, muy a menudo, se encuentren chistes y referencias a la economía financiera en sus tiras cómicas.

.
2.
-Porque me permite absoluta flexibilidad en lo que compro y vendo (no ando a ciegas, sino que sé lo que hago). El responsable de lo que se hace con mi dinero soy YO, nadie comete errores por mí o realiza acciones económicas que no me gustaría que se hicieran con mi dinero. Eso tiene mucho que ver con mi faceta de activista social: soy una persona muy concienciada y no quiero que mi dinero vaya a servir para invertir en empresas que causen desastres ecológicos o tengan un historial de impagos y fraudes a Hacienda, por ejemplo. Nota: antiguamente no invertía en empresas armamentísticas, tampoco. Desde la invasión rusa de Ucrania, sí. Mi opinión profundamente antibelicista ha dado un giro de 180º con ese conflicto: considero que el desarmarse NO es la opción más sensata en un mundo lleno de dictadores imperialistas hijos de puta como Putin.

3. -Porque gano más dinero de esa forma. Eso lo desarrollaremos a lo largo del artículo. Sí, sí, tal y como dije: “las conclusiones van a ser sonadas”. Por mi experiencia pude constatar que haciéndolo yo, salía la cosa mejor que dependiendo de otro. Así de claro ya desde el principio. Pude comprobar mediante comparación práctica que ganaba más yo solo que recurriendo a los servicios profesionales de asesoría… Su trabajo no se demostró tan vital como parecía en un principio, y al no tener que costear sus servicios, me salía más a cuenta la operación.

.

Como ya veremos más adelante también, ésa no fue sólo mi apreciación personal, sino que existe un grandísimo apoyo académico y científico en Economía que apoya esta misma observación y experiencia: los gestores de valores acaban saliendo, en líneas generales, muy caros en tanto en cuanto su acción NO es muy relevante ni decisiva a la hora de obtener beneficios. No hay mucha diferencia en resultados, en beneficios, por no decir que no hay ninguna a hacerlo uno mismo con respecto a que te haga las inversiones otro (siguiendo una serie de parámetros similares, se entiende, ahora lo veremos) y el coste (en dinero y en otros recursos como el tiempo) de recurrir a esos servicios juega, por tanto, en contra de tus resultados globales.

Y tras mencionar esto, entramos en una de las preguntas clave:

¿Qué es lo que dice la Ciencia Económica al respecto de invertir en bolsa?
.
.

5. El marco teórico. Teorías principales en Economía acerca de la inversión en bolsa. ¿Existen patrones y formas regulares de ganar invirtiendo en bolsa?

Bien, pues ya hemos visto que con la inversión en títulos de valor (sobre todo las acciones), generalmente a través de instituciones como las bolsas de valores, uno puede, como inversor, obtener beneficio, ganar dinerito.

Pero… ¿se gana mucho? ¿Se gana más que de otras formas? ¿Eso se produce sistemáticamente? ¿O de manera regular? Si de verdad fuera cierto eso de que cualquiera que invierte ganara dinero, invertiría todo el mundo, ¿no? ¿Por qué no lo hace todo el mundo, entonces? ¿Cómo es que oímos en las noticias o por otros medios que hay gente “que se arruina en bolsa” o que pierde dinero? Mi propio padre perdió más de un millón de las antiguas pesetas.

Pues porque hay riesgo.

Riesgo de perder.

Repito una vez más y perdón por ser pesado: la compra-venta de acciones es una inversión de renta variable porque la tasa de retorno (ganancia respecto a una inversión durante un período de tiempo, expresada como una proporción de la inversión original), el beneficio, no es fijo. No se sabe a ciencia cierta si vas a ganar o incluso a perder con tu inversión. La empresa o proyecto económico del que devienen las acciones que compraste puede fracasar por los motivos más variopintos: porque surjan competidores mejores o más baratos, porque surjan líneas de productos que hagan obsoleta la tecnología de la empresa en la que invertiste, porque se sequen los pozos de petróleo de la petrolera o porque nacionalizaron la gasística de las que compraste acciones e incluso puede pasar con los bonos de deuda pública que un Estado se declare en quiebra y no le pueda pagar a los que le compraron sus bonos de deuda pública como le sucedió a Argentina en 2001-2002.

No hay garantía total y absoluta de que vayas a ganar dinero y, especialmente, mucho dinero de manera sistemática invirtiendo en títulos de valor (en bolsa).

El que diga lo contrario, os estará mintiendo de muy cochinas maneras.

Ahí fuera os encontraréis con multitud de vendedores de milagros económicos que mienten canallescamente como otros fraudes que penden píldoras milagrosas, curas naturales contra el cáncer sin efectos secundarios a base de modificar los chakras y métodos para alargar el pene… y que dicen que ellos sí, ellos conocen la forma de averiguar patrones constantes en las fluctuaciones bursátiles y que con ese conocimiento pueden ganar muchísimo dinero de manera regular y constante invirtiendo en bolsa.

A lo que hay que responder: “y una mierda va a ser eso cierto”.

Y, ahora, vamos a ver qué es lo que dice la Economía seria y científica al respecto. Porque… sí, la Economía se ha dedicado a estudiar las respuestas a esas preguntas: ¿existen patrones regulares y cíclicos en la evolución de las acciones en bolsa? ¿Son predecibles? ¿Se puede ganar dinero con ellos?

Esto que os voy a decir es una generalización muuuuuuy básica, pero insisto en que lo que quiero es que se os queden claros los conceptos para que no os engañen.

Ahí fuera hay muchos tipos fraudulentos que os van a decir, para convenceros de que soltéis vuestro dinero como inversores, que ellos saben cómo ganar dinero porque son capaces de predecir los patrones de cómo suben y bajan las acciones (recordemos que me voy a centrar en las acciones y no en otros títulos de valor como los bonos de deuda pública, que se comportan de forma diferente).

Bueno, pues lo que viene a continuación son las respuestitas que les tenéis que dar.
.
.

5.1. Patrones en Finanzas.

1. Si bien es cierto que los precios de algunas acciones de determinados mercados tienen patrones de fluctuación más o menos definidos (por ejemplo, las de algunas materias primas) son muy pocos y es rotundamente falso que nadie haya podido demostrar esas fluctuaciones con una certeza del 100%. Y mira que se ha estudiado largo y tendido durante décadas con un montón de herramientas estadísticas diferentes si eso es posible. Y nada. Bueno, es decir, nada no: sabemos más o menos cómo “tiran” los precios de las acciones de empresas del mercado del trigo, sus ciclos fiscales y cuándo dan más dividendos. Pero no se puede garantizar ni por asomo que las acciones vayan a valer x en el momento t2. Porque en el precio de las acciones influyen una burrada de circunstancias y no va a ser la primera ni la última vez que se dé una sequía, una inundación, un cambio de gobierno más inútil aún que el de antes, una plaga o que se ponga de moda hacer el pan con uvas pasas en vez de con trigo… y cualquiera de esas situaciones mande al garete las expectativas de lo bien que se iban a vender las acciones de esas empresas. Si existen, esos patrones son muuuuuy generales como, por ejemplo, la inercia de precios de algunas commodities (“mercancía”; en Economía con ese término nos referimos a productos genéricos, básicos, y con poca diferenciación entre sus variedades como, p. e., el trigo, el cobre o el petróleo).
.

2. Aunque existieran y conocieras esos patrones eso no te garantiza el ganar dinero. Incluso muchos traders lo admiten. Así de claro. Y es una de las bases en las que se sustentan las diferencias entre diferentes teorías a la hora de invertir en bolsa. Así es: hay teorías académicas que muestran y por qué no decirlo, demuestran, que el conocer determinados patrones económicos de la evolución de los precios de las acciones no te garantiza el que puedas ganar dinero con ello. Por ejemplo, esas teorías aducen y señalan no sin cierta sorna que si todos conocieran esos patrones, eso modificaría en sí mismo el valor de las acciones, principalmente haciendo que bajaran de precio porque todo el mundo invertiría en ellas (o lo contrario: que nadie las compraría). Un ejemplo: si todos conociéramos con antelación el precio que van a alcanzar las acciones de Dragados y Construcciones el 6 de mayo de 2326, los inversores actuarían de manera acorde… con lo cual eso de que hay patrones seguros para ganar dinero con ellos al 100% es una vez más, más que discutible y ya tan sólo en principio. Espero que, con ello, entendáis dos cosas:

a) Esto podemos verlo en la vida real en el hecho de que las compañías más seguras y sólidas con beneficios y dividendos regulares, tienden a tener acciones con precios estables (no bajos, mucho ojo y entended la diferencia: más estables). Son empresas seguras pero que suelen dar relativamente poco beneficio en la compra-venta a corto plazo (a largo es otro cantar). Algunos ejemplos son empresas como Starbucks o incluso el fabricante de motocicletas de Harley-Davidson que no tienen grandes fluctuaciones en el precio de sus acciones porque sus beneficios son bastante predecibles (suelen ser “valores seguros”, aunque también se suelen decir que son «valores de baja volatilidad» y expresiones similares). Y para ganar dinero de manera significativa con esas inversiones, por tanto, tendrías que esperarte muuuuuchos años con las acciones.

procter-and-gamble

La estadounidense Procter & Gamble, más conocida como P&G, es una de las multinacionales con el historial de precios de sus acciones más estable de la Historia de las Finanzas. Tiene un récord de 65 años consecutivos repartiendo dividendos. Con presencia en más de 160 países, produce y distribuye firmas tan conocidas como Gillette, Ariel, Tampax y más de 300 marcas. Es una multinacional sin muchas pretensiones, relativamente tranquila (ha tenido escándalos pero bastante aislados, casi todos de tipo «social»; yo no le he encontrado ninguno de maquillaje de cuentas, por ejemplo, aunque sí de creación de oligopolios), y con un historial muy marcado por la buena gestión, con preferencia por operaciones económicas simples, probablemente debido a la naturaleza poco compleja de los productos que vende, que son de consumo diario y poco valor agregado. Fue fundada en 1837, siendo sus primeros productos velas y jabones. Actualmente se centra en los sectores de la limpieza, higiene personal, droguería, etc. Cotiza en la bolsa NYSE. Fuente imagen: pg.com

 

.

b) Ése es uno de los motivos si no el principal por el que no le digo a nadie (y ningún inversor exitoso en su sano juicio debería hacer) en qué consiste mi portfolio de inversiones. Si yo lo publicara eso podría tergiversar el precio de las acciones que compro y vendo si, por ejemplo, todos esos hijos de puta neoliberales y austríacos que leen mi blog a ver en qué me pueden copiar mi exitoso modo de vida se lanzaran en tromba a invertir en lo mismo que yo. Para ellos seré un mal economista porque desmonto sus falsas teorías desde un punto de vista científico pero seguro, segurísimo que si lograran enterarse de cómo gano pasta me copiaban de inmediato.

.

3. Las únicas excepciones serían si esos patrones fueran de conocimiento restringido. Es decir, para ser rentables, esos patrones deberían a) existir y b) que sólo fueran del conocimiento de unos pocos privilegiados. Eso puede suceder a un nivel que en inglés se llama de inside information y en español, de “tener información privilegiada” (información confidencial sobre futuras fusiones, cambios normativos, datos contables, OPAs, procesos legales, etc.).

Confidencialidad empresarial

El artículo 279 del Código Penal establece hasta cuatro años de prisión y multa de 12 a 24 meses la difusión, revelación o cesión de un secreto de empresa llevada a cabo por quien tenga legal o contractualmente obligación de guardar reserva.

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la información confidencial y cómo puede ser protegida toma como referencia el Derecho inglés, adaptándose y aplicándose en muchos otros países, como el nuestro.

¿Qué puede ser objeto de protección?

Todas las empresas tienen secretos; algunos de ellos son técnicos, como la descripción detallada de un método de fabricación, otros son de índole comercial, como una lista de nombres y direcciones de clientes que podría interesar a un competidor. Algunos secretos son extremadamente valiosos, por ejemplo, la fórmula de la Coca Cola, otros lo son menos. Algunos son sencillos, consisten en una sola palabra, como el nombre de una empresa que se prevé adquirir; otros son más complejos, como los detalles de una nueva campaña publicitaria. El elemento común es que todos ellos pueden ser protegidos.

En los últimos años, muchos países han sancionado normas jurídicas sobre la protección de la información comercial confidencial, según lo dispone el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), que establece que para ser susceptible de protección, la información deberá:

1) ser secreta, es decir que no sea generalmente conocida ni fácilmente accesible para personas introducidas en los círculos en que normalmente se utiliza ese tipo de información;

2) tener un valor comercial por ser secreta;

3) haber sido objeto de medidas razonables para mantenerla secreta, tomadas por su titular.

Fuente.

Para que os hagáis una idea: tener un conocimiento del precio que podrían tomar las acciones porque se obtiene sobornando o teniendo contactos muy, muy poderosos, etc., que sería el caso de las empresas que sobornan a los organismos gubernamentales para tener antes que muchos otros inversores, acceso a las cifras oficiales (como datos de producción de petróleo o materias primas) o de cambios importantes que se van a producir (por ejemplo, conocer de antemano que se van a nacionalizar las petroleras del país). Pero eso es tener una ventaja definida y concreta sobre el conjunto de los inversores y a escondidas de éstos (y que aunque otorgue una gran ventaja tampoco garantiza al 100% conocer el precio exacto de unas acciones en determinado momento temporal), no porque cualquiera pueda aprovecharse del conocimiento de esos patrones que supuestamente y según muchísimos gurús y servicios financieros que intentan convencernos, está al alcance de cualquiera, simplemente trabajando en el estudio de los mercados financieros, siguiendo un rastreo estadístico o prestando atención.

.
Eso es lo más básico que quiero que entendáis. Ahora bien, no todas las teorías económicas sobre inversión en bolsa dicen lo mismo. De hecho, dicen cosas contradictorias. Del análisis de los puntos fuertes y débiles de unas y otras, vamos a sacar una serie de “conclusiones limpias” que, muy “curiosamente”, se corresponden con mi experiencia personal. Es decir, de tomar aquello que presentan como evidencia fuerte y desechando en lo que cada una de estas teorías se demuestra como fallido… en mi caso, al menos, ha salido una forma de inversión eficiente. O, cuando menos, clara.
.
.

6. Metodologías de análisis en Finanzas.

En Economía, existen tres… digamos… grandes grupos de teorías, metodologías de análisis o formas genéricas de invertir en bolsa:

I –Fundamental analysis. “Análisis fundamental.”

Hablando de forma brutalmente simplista, este grupo de teorías-metodologías viene a decir que se pueden realizar predicciones sobre los precios de las acciones y sus fluctuaciones siempre que se analicen lo más exhaustivamente posible todos los datos, pasados y presentes, de una empresa y de una economía, muy especialmente los informes económicos de una empresa, las noticias y las estadísticas de la industria o mercado en el que esté esa empresa. Lo que es «buscar buenos negocios/empresas en los que invertir». Esto es, estando muy pendientes y trabajando mucho. Este tipo de análisis se suele basar en inversiones a largo plazo, en hacer un seguimiento detenido de la evolución de la empresa, su rentabilidad, la gente que la dirige, su mercado, la economía nacional, etc. El objetivo es hallar el valor intrínseco del título (la acción). Está pensado, sobre todo, para inversores a largo plazo, que buscan verdaderamente invertir y no tanto comerciar o especular al corto plazo con los títulos de valor.
.

II –Technical analysis. “Análisis técnico.”

Hablando de forma brutalmente simplista, este grupo de teorías-metodología viene a decir que se pueden realizar predicciones bastante precisas sobre los precios de las acciones y sus fluctuaciones siempre que se analicen lo más exhaustivamente posible desde el punto de vista estadístico y que sí que existen patrones muy determinados y específicos de los que poder aprovecharse. Este tipo de análisis se suele utilizar para inversiones a corto plazo, principalmente dedicadas al trading (compraventa de activos cotizados con mucha liquidez de mercado: acciones, divisas y futuros) y se basa en las charts o gráficas temporales estadísticas de estudio de los datos (principalmente los precios) de las acciones. En líneas generales, sólo estudia datos del pasado.
.

III –Efficient-market hypothesis.La hipótesis del mercado eficiente.”

Hablando de forma brutalmente simplista para que os vayáis haciendo una idea (profundizaremos en siguientes apartados), esta teoría-metodología viene a decir que da igual lo que hagas o intentes, no se pueden realizar predicciones fiables sobre los precios de las acciones y sus fluctuaciones.

.
.

Consideraciones antes de proseguir:


A) Muchos me querréis preguntar ya desde primera hora: ¿y cuál de éstas tiene la razón? Ninguna. Como ya dije anteriormente, todas tienen puntos fuertes y débiles. De observar fortalezas y debilidades y compararlas en cada modalidad se obtiene una visión de conjunto muy jugosa.

B) Hay que advertir que cada metodología tiene multitud de variantes que se dedican a una u otra modalidad específica de inversión. Veremos sólo los principios más comunes (si no, no terminamos nunca).
.
C)
En el mundo de la Economía científica, tan sólo se considera seriamente (en líneas generales, hay mucha diversidad de opiniones) a la hipótesis del mercado eficiente y al análisis fundamental. El análisis técnico es ampliamente reconocido como pseudociencia y charlatanería, tanto por los inversores de mayor prestigio (que, en líneas muy, muy, muy generales, se dedican al análisis fundamental) como por la gran mayoría de la comunidad de economistas académicos (donde suele primar variantes de la hipótesis del mercado eficiente). Sin embargo, dado que es la forma que más utilizan los brokers, traders y servicios financieros actuales y que tiene algunos elementos específicos válidos (muy pocos), procederemos a tratarlo, más que nada para advertir de peligros, engaños y para que podáis comparar con las otras dos y comprobar por vosotros mismos que no es precisamente el mejor de los métodos.

technical_analysis

Fuente: Las bases del análisis técnico. Viñeta del webcomic xkcd.

 

 

D) Seguramente os encontréis en algunas obras sobre inversión el nombre de un “cuarto sistema”: quantitative analysis (“análisis cuantitativo”). No es un método como tal sino un conjunto de técnicas. Es el uso de herramientas matemáticas y estadísticas en la gestión de finanzas. Y eso lo usan los tres métodos. Todos ellos hacen uso hoy en día de las Matemáticas y la Estadística así que no se puede decir que constituya un método per se, sino un conjunto de matemáticas utilizadas en el análisis financiero.

E) La mayoría de entendidos en finanzas no considera a la hipótesis del mercado eficiente como un método porque… en realidad no lo es. Es más bien una postura, la de que no hay que quebrarse mucho la cabeza invirtiendo porque al final, va a dar más o menos igual, el mercado es demasiado caótico como para intentar controlarlo o predecir con precisión y alta rentabilidad. Así pues, la “pelea” entre cuál método es mejor suele darse entre los partidarios del fundamental y del técnico porque los que creen en la hipótesis de mercado eficiente actúan yo diría que casi como “hipótesis nula” que para el que no lo sepa le diré que eso significa que es un punto de partida para una investigación científica que no se rechaza a no ser que los datos parezcan evidenciar que es falsa (que aparezca relación sólida entre los fenómenos estudiados).

Pasemos a tratar cada método por separado para luego comparar sus fortalezas y debilidades, analizándolas desde el punto de vista científico, estadístico y por opiniones de autores.
.
.

6.1. El análisis fundamental.

Este análisis de la posible evolución de los valores se basa principalmente en analizar los registros financieros de una empresa (activos, deudas, beneficios, etc.) y cuestiones más generales como sus competidores y los mercados. Vamos, que este método consiste, a grandes rasgos, en sumergirse en los libros de contabilidad y en los informes empresariales para estudiarlos, así como en estudiar y tener en cuenta el estado general de la economía lo que incluye factores tales como tipos de interés, producción, PIB, nivel de desempleo, cómo va el mercado inmobiliario, y la política de gestión de las empresas en un entorno determinado, etc.

Resumiendo muy mucho, el análisis fundamental estudia la economía en general (el mundo, Europa, España), el mercado en el que está la empresa (p.e., la industria automovilística), y a la empresa en sí (p.e., Volkswagen) y lo que busca es encontrar «buenas empresas en las que invertir».

Lo que se dice un auténtico trabajazo.

La idea es que con todos esos datos, pasados y presentes, el análisis fundamental pueda realizar predicciones a futuro (“pronósticos”, que se le dice en Estadística) sobre las finanzas. Por ejemplo, que se puedan valorar correctamente el valor de las acciones y predecir la evolución más probable de su precio, realizar proyecciones acerca de cómo va a ir el desempeño de una empresa o negocio, evaluar la gestión que se hace de ésta para así poder tomar decisiones internas y/o calcular su riesgo crediticio, etc. Todo ese análisis se puede realizar de dos formas: partiendo del análisis de la empresa hasta ir viendo cómo va la economía en general (bottom-up) o al revés, empezar por estudiar la economía en general para ir descendiendo al estudio de la industria o mercado en concreto e ir viendo qué empresas merecen ser analizadas en detalle para encontrar los mejores valores (top-down).

En resumidas cuentas, con todo ese análisis, se busca encontrar el valor intrínseco de una acción, el cual se considera como el verdadero valor de esa acción. Si se encuentra que el valor intrínseco es más alto que el precio de mercado (el que está a la venta), se recomienda comprar. Si es igual, se recomienda mantener en tu posesión esa acción (holding, en inglés). Y si es menor, eso recomendaría venderla.

Todo eso a grandes rasgos, insisto, porque hay autores o «campeones» de esta metodología que predican sus versiones. Warren Buffett, por ejemplo, admite que él no mira los datos macroeconómicos sino que se centra en los que le indican más «puramente» cómo de bien gestionada está una empresa para interesarse en invertir en ella (p. e., él ha dicho muchas veces que no tiene en cuenta la inflación sino el libro de cuentas).

A este método se dedican los inversores del tipo que esperan beneficios a largo plazo, muy especialmente aquellos que compran hoy y obtienen (buscan obtener) mucho beneficio veinte o treinta años después, los que compran acciones de empresas que están infravaloradas, los que buscan invertir en empresas “bien llevadas”, aquellos que consideran que los mercados se equivocan cuando “votan” más que “sopesan” y prefieren conocer el valor de verdad de una acción y no dejarse llevar por modas o creencias de los mercados, los que están más interesados en el crecimiento de las empresas que no en su valor actual o temporal, y gente así.

Un ejemplo de estos inversores es el ya mencionado Warren Buffett, que compró acciones de empresas como Coca Cola y, gracias a mantenerlas y confiar en el crecimiento de éstas por su solidez, buena gestión, etc., llegó a ser la tercera fortuna del planeta en 2017. Pero que a este hombre le llevó DÉCADAS llegar a ese punto, ¿eh? Buffett, en realidad, es un paladín de una forma especializada de invertir en análisis fundamental conocida como value investing (“inversión en valor”), derivada de la filosofía de Benjamin Graham y que consiste en eso mismo, en comprar acciones a un precio menor a su valor intrínseco, y mantenerlas esperando a que suban. Conocer ese valor intrínseco se logra estudiando mucho y nunca de manera precisa sino aproximada.

What Strategy Does Warren Buffett Use? Warren Buffett’s investing strategy is value investing. Value investing involves selecting stocks whose share price is trading below its intrinsic value or book value. This signals that the market is currently undervaluing the stock and that the stock will rise in the future.

Fuente.

Básicamente, la idea de Buffett siempre ha sido comprar gangas o “comprar compañías excepcionales a un precio sensato”. Todo ello tras estudiar a fondo dichas compañías y mercados y siempre con un ojo encima sobre la evolución de la economía en general (que no sobre la Macroeconomía).
.
.

6.2. El análisis técnico.

El análisis técnico incluye multitud de métodos. Yo voy a exponer las características más básicas y comunes a esta forma de invertir.

Resumiendo muchísimo: el análisis técnico se centra en las tendencias y los precios y los que confían en él creen que los cambios en las tendencias confirman o corroboran los cambios en los sentimientos, en la psicología, de los inversores. Y creen, por tanto, que los patrones de esos sentimientos, creencias, etc., se pueden reconocer en las gráficas (charts) de precios debido a que las respuestas emocionales de los inversores se deben a los movimientos de precios. Es decir, los analistas técnicos a lo que se dedican principalmente es a evaluar las tendencias y movimientos históricos para así predecir los futuros movimientos de precios.

Más claro: el análisis técnico analiza y busca predecir la dirección que van a seguir los precios a través del estudio de datos históricos (pasados) del mercado, siendo esos principalmente el precio y el volumen.

El análisis técnico hace uso de montones de datos históricos de los mercados financieros. La creencia en las tendencias de la evolución de los precios viene de muy antiguo. Diversos autores de muy diversas épocas han creído ver siempre patrones en la evolución de los precios. Ya desde el siglo XVII en los Países Bajos (el ya mencionado José de la Vega) y en el Japón del siglo XVIII (Homma Munehisa, padre de las gráficas de las velas japonesas) se utilizaban métodos de rastreo de estos datos.


Una de las características más propias de los analistas técnicos es el empleo de muchísimas técnicas y métodos centrados en el estudio de las gráficas. Hasta tal punto que
chartist es un sinónimo de analista técnico. Con el uso de estas gráficas, los analistas técnicos buscan identificar patrones de precios y tendencias en los mercados financieros con el objetivo de explotar económicamente esos patrones.

Técnicas y tipos de gráficas hay para aburrir: velas japonesas, head and shoulders (hombro-cabeza-hombro), double top and double bottom, medias móviles (convergencia y divergencia), flag and pennant patterns, cup and handle, índice de fuerza relativa, teoría de ondas (sí, no es coña).

Bueno, en honor a la verdad hay que distinguir entre: tipos de gráficas y tipos de patrones (lo que se ve o cree ver en las gráficas).

Types-of-Charts-in-Technical-Analysis

Figura 1. Tipos de gráficas en trading (análisis técnico).

 

Tipos de gráficas (o gráficos) hay bastantes. Estas son las cuatro principales, las que se suelen ver más a menudo aunque quizás la de puntos y figuras se vea bastante menos.

A la izquierda de la fig. 1, el gráfico de líneas de toda la vida, que sólo tiene en cuenta los precios de cierre. Es decir, si es un gráfico diario, registrará el precio de cierre del día.

Siguiente por la izquierda, gráfica de barras, que ya tiene en cuenta el precio de apertura, así como el mínimo y el máximo y el precio de cierre de ese marco temporal. Por tanto, muestran lo que se llaman en la jerga de los traders, los gaps. La longitud de cada barra o línea vertical indica el precio repartido en un período.

La siguiente es la candlestick chart, la famosa gráfica de velas japonesas. Es muy similar al gráfico de barras pero en este caso lo que hace es dibujar el cuerpo entero para tener una mayor compresión. Son los gráficos más populares para los traders de divisas porque ofrecen una información completa, segura y precisa sobre la evolución del mercado (bueno, eso dicen ellos). Los movimientos se representan por medio de figuras rectangulares que muestran el precio de apertura y cierre durante un período.

La última es la de puntos y figuras. Este gráfico se utiliza para mostrar la relación entre la oferta y la demanda de un activo en particular a través de una serie de columnas compuestas de X y O. Los gráficos de puntos y figuras son independientes del tiempo y se centran principalmente en el precio de las acciones de los activos filtrados. Los gráficos de puntos y figuras no trazan el volumen comercializado y su propósito es indicar cualquier cambio en la relación de oferta y demanda, que son los mencionados gaps («huecos» o, más popularmente en España, «escapes»).

Fuente.

En cuanto a los patrones… ahí sí que habría para tirarse una serie de artículos describiéndolos de uno en uno. Os dejo con un esquema resumido de los más conocidos porque «paso» completamente de describir pormenorizadamente algo que, como veremos más adelante… no sirve para una mierda, hablando mal y pronto.

3e70157ba2be7440f76ecc28ac42715f

Fig. 2. Diferentes tipos de patrones en análisis técnico.


.

Pero todas esas metodologías y técnicas no deben enmascarar lo que son son los principios básicos sobre los que descansa el análisis técnico:

A) Como ya hemos visto pero vuelvo a insistir en ello porque es lo principal: para el análisis técnico, los precios de mercado reflejan toda la información relevante que impacta en ese mercado (cada vez que leo eso suena una vocecita en mi cabeza que dice: “¡y una poooooolla!”). Es por ello que es tan relevante el estudio de la evolución pasada de los precios, mucho más que factores externos como puedan ser la marcha de la economía, noticias o cambios en los mercados que es lo que estudia el fundamental. Porque el análisis técnico cree que el precio de las acciones va a volver a repetirse debido al comportamiento colectivo de los inversores, tanto que de ese comportamiento se pueden sacar patrones.

B) El mercado ya tiene en cuenta todo. Dado que toda la información relevante ya está incluida en los precios, los analistas técnicos creen que lo verdaderamente importante es entender qué piensan los inversores sobre esos precios sea eso cierto o una imaginación.

C) Los precios se mueven por tendencias. Una tendencia en términos financieros es la percepción que se ve en las tendencias de los mercados financieros a moverse en una dirección concreta sobre un espacio de tiempo. Los analistas buscan identificar esas tendencias con el análisis técnico y predecir cuándo los precios alcanzarán su tope y comenzarán a descender.

D) La historia tiende a repetirse. Los analistas técnicos creen que los inversores repiten colectivamente el comportamiento de aquellos que les precedieron. Los chartists creen que si bien las emociones humanas son irracionales pueden predecirse porque se repiten tanto que son cíclicas y sus gráficas reflejan eso.

Una nota importante: si bien el tema de las gráficas es lo que más identifica a los analistas técnicos quiero señalar que usan más técnicas de análisis para identificar tendencias de precios. Por ejemplo, las estadísticas de las encuestas de opinión. Con lo que quiero que os quedéis es que el análisis técnico se centra en detectar patrones y tendencias, muy especialmente mercados en caída o en alza.

E) La importancia de la psicología en este tipo de análisis es fundamental. Tanto, que a menudo se lo llama también “análisis psicológico” y sus partidarios se jactan de que la Psicología conductista está de acuerdo con su forma de describir la conducta en los mercados. Para este tipo de análisis, el hecho de estudiar datos tales como los resultados de une empresa no es tan importante como lo que piensan los inversores, que pueden incluso estar equivocados pero eso da igual para determinar los precios.

In general, a technician believes that people have predictable mental short cuts of reacting to action in the markets (known as heuristics in cognitive psychology). Technicians seek to profit by anticipating the mass psychological biases of buyers and sellers in a broad range of markets.

Fuente.

F) Una de las características más reconocibles del análisis técnico es la creación y presencia de software que automatiza las estrategias de inversión en base a los datos históricos. Hoy en día eso no es único de este tipo de análisis. El análisis fundamental también lo usa sólo que para más cosas que la evolución histórica de los precios de las acciones (p.e., mantiene registros contables y de las políticas económicas).

La otra gran característica relacionada con esto último es que el análisis técnico ha sido de los primeros en utilizar sistemas de computación de grandes cantidades de datos e inteligencias artificiales (las hoy famosas redes neuronales artificiales o ANN por sus siglas en inglés) para el análisis de tendencias, eliminando en buena medida la toma de decisiones humanas. Que eso haya sido eficiente o no, lo dejo a vuestro parecer. Lo que sí es cierto es que no han demostrado obtener una rentabilidad superior al mercado. Por lo menos, no hasta ahora.

f273d6a5b0423886f10a56868bf992994744d58b
.
.
Perfil.

Ejemplos de estos inversores hay muchos y muy variados, bastante más heterogéneos que los que invierten utilizando análisis fundamental pero si podemos dibujar algunas figuras serían los traders, especialmente ese subgrupo de frikis flipados de las gráficas que invierten desde su casa y están todo el día pendiente de los picos de sierra y avisando en sus redes sociales de lo que han ganado hoy pero, sobre todo y muy importante: asesores financieros, intermediarios, brokers profesionales, etc.

¿Por qué digo esto último? Porque tiene su importancia. Hay mucha gente interesada en que la inversión tenga tanto un aura de complejidad como de certeza que haga necesario el uso de profesionales y técnicos en una actividad que, como veremos, no está demostrada científicamente que sea segura usando cualesquiera métodos (“ganar mucho dinero es posible de manera segura pero es algo tan complejo que me necesitas para que te lo lleve o te lo explique”).

Resumiendo: al análisis técnico se dedican los que compran y venden acciones a corto plazo, muchas veces en el mismo día, que siempre están con una gráfica cerca y obsesionados con el momento justo y exacto en el que entrar o salir del mercado y siempre, siempre, siempre, pendientes del precio de los títulos de valor (como las acciones).

Os dejo con una tabla comparativa de las características del análisis fundamental y el técnico, y pasamos a la hipótesis del mercado eficiente.

Tabla comparativa entre fundamental y técnico

Fuente.

.
.

6.3. La hipótesis del mercado eficiente.

Como ya dijimos, esto no es un método. Es una teoría, una postura más bien si me permiten la expresión.

Esta teoría viene a decir que los precios reflejan toda la información disponible. Ello implica que es imposible “batir (vencer) al mercado” de una manera consistente siempre que se tenga en cuenta el riesgo dado que los precios de mercado sólo reaccionan ante nuevas informaciones.

Batir al mercado se aplica en el mundo de las finanzas a aquellos casos en los que una determinada cartera de valores ha sido gestionada de forma que es posible la obtención de rendimientos superiores o pérdidas inferiores al rendimiento medio del mercado, el cual es calculado generalmente a partir de un determinado índice de referencia o benchmark, como puede ser el IBEX-35 en el caso español.

El IBEX 35 es el índice bursátil de referencia de la bolsa española, y mide el comportamiento conjunto de las 35 empresas más negociadas (aquellas que despiertan un mayor y más frecuente interés comprador y vendedor entre los accionistas), entre aquellas que cotizan en el Sistema de Interconexión Bursátil Electrónico (SIBE) en las cuatro bolsas españolas (Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia).

.
Dicho de otra forma: los mercados de valores son eficientes en cuanto a información porque la competencia entre aquellos que participan en él conduce a una situación de equilibrio en la que el precio de un título de valores llega a constituir una muy buena estimación de su precio teórico o intrínseco. Así, si las acciones tienen un precio acorde a su valor, todos los inversores obtendrán un beneficio (o rendimiento, más bien) apropiado al nivel del riesgo asumido.

Bueno, ¿qué viene a decir todo esto y que es lo verdaderamente importante? Que no es posible superar los resultados del mercado:
-Consistentemente.
-Salvo por suerte
-o información privilegiada.
-Que da igual lo que te gastes o el esfuerzo que emplees en analizar el valor de las acciones que al final será inútil.

Hablando muy, muy, muy en general, esta teoría lo que dice es que los mercados son tan aleatorios y caóticos que es muy difícil predecirlos por no decir que es prácticamente imposible “rentabilizar (de manera consistente, en base al riesgo, etc.) esa predicción”.

Más específicamente, esta hipótesis deviene principalmente de la hipótesis ya formulada desde el siglo XIX (Jules Regnault y ya más adelante, Bachelier, Kendall, Cootner y Malkiel) que señala que en los precios de los títulos de valor evolucionan de acuerdo a un “paseo (o caminata) aleatorio” (random walk) lo que implica que el pasado no sirve para predecir el futuro, que los cambios en los precios son aleatorios y, por tanto, no pueden ser predecibles.

random walk, in probability theory, a process for determining the probable location of a point subject to random motions, given the probabilities (the same at each step) of moving some distance in some direction. Random walks are an example of Markov processes, in which future behaviour is independent of past history. A typical example is the drunkard’s walk, in which a point beginning at the origin of the Euclidean plane moves a distance of one unit for each unit of time, the direction of motion, however, being random at each step. The problem is to find, after some fixed time, the probability distribution function of the distance of the point from the origin. Many economists believe that stock market fluctuations, at least over the short run, are random walks.
Fuente.

random-walk-theory

Incluso el mismo Keynes (Some aspects of commodity markets, 1923) expresó una de las interpretaciones de la teoría, que consiste en la incapacidad del inversor de prever cambios en los precios. Con esto quiero señalar, también, que esta idea siempre ha sido, de una u otra forma, parte del conocimiento general del campo de las Finanzas, no es una idea controvertida ni una «moda» como la presentan muchos inversores profesionales, es una idea vieja y con trayectoria.

Burton Gordon Malkiel en concreto, que es un cachondo mental (todavía vive aunque tiene más años que la orilla del río), les puso una tarea de prueba a sus alumnos. Ésta consistía en inventarse una acción con un precio inicial de cincuenta dólares. El precio de esa acción al final del día lo determinaba el lanzamiento a cara o cruz de una moneda. Si salía cara subía medio dólar, y si salía cruz, bajaba medio dólar. Vamos, una probabilidad del 50%. Le llevaron una gráfica con la evolución de los precios de esa acción ficticia a un chartist, alguien que se dedicaba al análisis técnico, y le pidieron consejo. Con esa gráfica, ese analista les recomendó que “con los patrones y ciclos que se veían en ella, había que comprar de inmediato”. Obviamente, no había patrones. Malkiel indicó con ello que los mercados podían ser tan aleatorios como el lanzamiento de una moneda.

Una versión mucho más refinada es el famoso teorema fundamental de la valoración de activos de Paul Samuelson (Proof that Properly Anticipated Prices Fluctuate Randomly). De acuerdo con Samuelson, en un mercado eficiente en cuanto a información, no se pueden predecir los cambios en precios si estos incorporan las expectativas y la información de todos los participantes en el mercado. La consecuencia principal es que los precios no se comportan precisamente como una caminata o paseo aleatorio sino como una martingala que sigue una distribución muy particular llamada «medida de martingala equivalente» que fue definida por Harrison y Kreps en un paper, bastante célebre.

En teoría de la probabilidad, una martingala es una secuencia de variables aleatorias (un proceso estocástico) para la que, en un momento particular, la esperanza condicional del siguiente valor en la secuencia es igual al valor presente, independientemente de todos los valores previos. La idea dice, básicamente, que el mejor pronóstico posible del precio de un activo (en t+1) es el precio del activo en t!, asumiendo que los inversores son neutrales al riesgo (su mayor defecto como idea).

Por si alguien me pregunta qué es una martingala en su significado original, es una estrategia simple para los juegos de apuestas. Un ejemplo sería que si vas a un casino a apostar al cara o cruz y tienes la estrategia de, cuando pierdes, apostar lo que has perdido MÁS la misma cantidad para así recuperar lo que has perdido y ganar de beneficio lo que apostaste, eso puede parecer de manera muy simplona lo correcto y lo sería si tu riqueza (y tiempo disponible, etc.) fuera infinita (probabilidad tiende a 1) pero, al final en la realidad física te acabarás arruinando porque el crecimiento exponencial de las apuestas te haría llegar a un punto en el que NO podrías apostar esa cantidad. Con apuestas de cincuenta euros seguramente te lo podrías permitir pero seguro que cuando llegaras a cien mil euros, no.

Por si alguien me pregunta si se usa la martingala como estrategia de inversión le diré que sí, la usan algunos traders, especialmente los chartists. Aquí tiene un ejemplo de su uso en trading. Aviso: NO lo hagan.

If you consecutively lose money on trades and, to recover your losses, double your investment on each subsequent trade, you’re following the Martingale strategy. That way lies potential ruin.

Even on something with a certain probability of just one in two (50%), such as the toss of a coin, using the Martingale system has been proven, eventually, to bankrupt people.

To potentially succeed using the Martingale method, you need an infinite amount of resources and an infinite amount of time. You have neither.

It gets worse. Does Martingale work in trading? Stocks and indices, currencies and commodities do not follow logical regular patterns but can behave unpredictably or be influenced by external factors, making the Martingale strategy trading doubly dangerous and trebly troubling.

.

Martingale-strategy-MCT-6514-EN

Ejemplo gráfico de estrategia de martingala en trading.

Fuente.
.
Volviendo a lo nuestro. Como esta hipótesis en verdad no es un método, no se puede decir que haya muchos inversores profesionales que recomienden adoptarla, más que nada porque lo que «predica» esta teoría en cuanto a inversión es… da igual lo que hagas, no puedes predecir nada. De hecho, es que los intermediarios y asesores financieros la odian a muerte porque viene a decir que su trabajo no sirve para nada.

Perfil.

Los partidarios de esta teoría son, básicamente, economistas académicos, como el ya citado Malkiel y, sobre todo, Eugene Fama, «premio Nobel de Economía» en 2013 (siempre insisto: ése es el nombre coloquial del premio pero no se llama así oficialmente). Ha habido psicólogos economistas como Daniel Kahneman que también aseguran que el comportamiento humano impide “vencer al mercado”. Los partidarios de esta hipótesis también aseguran, como los analistas técnicos, que las conclusiones de la Psicología conductista refrendan sus posiciones. Sólo que lo hacen por el otro lado: el mercado es aleatorio; los técnicos, recordemos, dicen que les da la razón en que los inversores son irracionales.

La hipótesis del mercado eficiente es una teoría inicialmente enunciada por Eugene Fama (1970). Establece que el precio actual de un activo en el mercado refleja toda la información disponible que existe (histórica, pública y privada).

Esta teoría considera que cualquier noticia o evento futuro que pueda afectar a la cotización de un activo, hará que el precio se ajuste tan rápido, que sea imposible obtener un beneficio económico del mismo. Dado esto, se considera una pérdida de tiempo y dinero el intentar hacer un análisis de los valores, ya que no habrá ningún activo infravalorado o sobrevalorado en el mercado.

Fuente.

Repetimos: la hipótesis del mercado eficiente postula que no se puede batir al mercado porque los precios de las acciones ya incorporan toda la información importante (claro que sí, guapi), así que éstas ya se comercian a su justo valor.

Y ahora comienza los «detallitos». Si bien esta hipótesis afirma que el mercado es, en general, eficiente… se aparece en tres diferentes versiones (Fama, 1970):

-Débil (dado que los precios actuales de hoy recogen todos los datos de precios pasados, el análisis técnico no puede ayudar a los inversores).

-Semifuerte (dado que la información pública está recogida en los precios actuales, ni el análisis técnico ni el fundamental pueden ayudar a los inversores salvo que se encuentre información no disponible al público).

Fuerte (considerando que toda la información, pública o no, ya está recogida en los precios actuales y ningún tipo de información le pueda ya dar ninguna ventaja a un inversor en el mercado).

Fuente.

.

EMH+in+Fama+(1970)+Weak +How+well+do+past+returns+predict+future+returns

Ya hablando de manera más llana un tipo de inversor que “pone en práctica” esta teoría, siempre de manera inintencionada lo tenemos en la típica persona que o compra fondos indexados normalitos (con el IBEX-35 como referencia, por ejemplo) o la que compra de joven una acción para su fondo de inversión… y se olvida de que la tiene. Y cuando los herederos pasan a liquidar se encuentran con un fortunón porque en treinta años los precios de esa acción han subido una barbaridad. Le pasó a un familiar mío cuya abuela compró acciones de Telefónica recién privatizada porque se lo aconsejó su banquero “de toda la vida”, que le hizo un fondo precisamente indexado. La mujer lo dejó ahí año tras año hasta que no le echó ni cuenta y ya cuando falleció sus herederos se encontraron con que había multiplicado por varias veces su valor original. Puede parecer una buena forma de inversión pero tened en cuenta que tuvieron que pasar TREINTA años sin tocar tu dinero y con el coste de oportunidad consiguiente, cosa que se dice pronto, ¿eh? No todo el mundo se puede permitir eso. Nota: no batió al mercado por muy poco. Simplemente le salió más a cuenta que dejarlo a plazo fijo.

Básicamente, muchos inversores tradicionales del tipo compro (normalmente indexado), me olvido y paso dentro de muchos años a por el ticket/cheque están poniendo en práctica esta teoría de manera no intencional. A este tipo de inversores, se les suele llamar en Finanzas, «inversores pasivos«.

1 01nG9TGRFba6rSER7xIOEw

-¿Por qué no han recogido [el bitcoin]? ¡Deben creer en la hipótesis de los mercados eficientes!

 

.
.

6.4. La polémica. Evidencias a favor y en contra de cada metodología.

.
.

6.4.1. ¿Donde está la polémica? Objetivo: batir el mercado.

La polémica reside en que cada metodología (o hipótesis) asegura cosas que se contradicen con lo que afirman las otras dos.

Para empezar, tanto el análisis fundamental como el técnico aseguran que es posible batir al mercado. La hipótesis de los mercados eficientes dice que no.

¿Qué dice la evidencia?

Que aun en el caso de mostrar ejemplos que afirman haber batido al mercado, estos son rarísimos y difíciles de replicar.

Recordemos: batir al mercado significa obtener rendimientos superiores (o pérdidas inferiores) al rendimiento medio del mercado.

Es decir, tú tomas como referencia lo que sacaría de rendimiento alguien que invirtiera en los 35 mejores valores de España (el IBEX-35; o el S&P 500 de los Estados Unidos) y si superas eso, habrías batido al mercado (español o el que corresponda). Tanto más lo habrías batido cuanto más por encima (y espero que se entienda que batir al mercado por un céntimo, sí, en términos estrictos es «batir» pero lo que los inversores buscan es «batirlo» claramente, con contundencia; por cuánto eso ya va por autores, no hay una cifra definida).
.

CÓMO BATIR EL MERCADO

Batir el mercado no es nada fácil, incluso la evidencia empírica pone de manifiesto que sólo una minoría de los gestores profesionales son los que logran hacerlo en el largo plazo, la práctica totalidad no logran batir al índice de referencia.

Fuente.

Buscando fondos que baten al mercado

Las estadísticas están en nuestra contra. La mayoría de fondos de inversión de gestión activa no baten a los fondos indexados. Éste es un hecho que debemos asumir.

Fuente.

.
Una nota MUY importante para lo que vamos a tratar: batir al mercado implica que tienes que descontar los gastos de las personas/empresas a las que pagas para que te lleven tus inversiones si es que las hay. Es decir, si tú para batir al mercado tienes que obtener un retorno del 5% y lo obtienes pero el pago a tus asesores y gestores te hace que ese 5% se convierta en un 4,8% pues lo siento chico, pero NO has batido al mercado. Lo mismo con los impuestos.

Es una de las grandes razones por la cual muchas personas, y cada vez más, eligen ellas mismas invertir por sus propios medios y sin recurrir a nadie o a muy pocos intermediarios (y en jurisdicciones donde te cobran menos impuestos). Hasta no hace muchos años eso no era posible para el común de los mortales porque no había medios pero hoy en día cualquiera con acceso a internet puede invertir él mismo a través de software especializado y sin necesidad de recurrir a un gasto considerable (DeGyro, por ejemplo, cobra muy poco como plataforma de inversión).

Los partidarios del mercado eficiente dicen que como no se puede batir al mercado, lo suyo es «copiar al mercado». Es decir, que se haga una cartera de fondos indexados al benchmark (en España, al IBEX-35), y a olvidarse.

Los partidarios de tanto del análisis fundamental como del técnico aseguran que eso de batir al mercado es posible pero lo cierto es que, a día de hoy, no han podido poner sobre la mesa muchos casos sistemáticos y constantes de ello. En el largo plazo, en concreto, se pueden contar con los dedos de la mano y muchos de ellos (p. e., Bernie Madoff) se demostraron como fraudes. Lograban esa supuesta constancia porque mentían para continuar con su estafa piramidal, atrayendo nuevos estafados.

De hecho, los casos que se logran mostrar y que no son fraudes son excepciones que confirman la regla o eso dicen los partidarios de la hipótesis de mercado eficiente. Hablando en puridad, que o han tenido suerte o son simples excepciones estadísticas. A Madoff lo descubrió (entre otros) un analista de riesgos financieros precisamente porque no fallaba y daba siempre retornos superiores a la media, lo cual no era prácticamente posible.

De Buffett se suele decir que es una excepción estadística tremenda. Su fondo de inversiones, Berkshire Hathaway Inc., llegó a tener una valoración de triple sigma por encima de su propia media en marzo de 2022.

Meaning no disrespect, Lynch and Buffett may have just been exceptionally lucky, even if they are financial whizzes. Highly regarded economists have shown that a portfolio of randomly chosen stocks can perform as well as a carefully assembled one.

Yes, you may be able to beat the market, but with investment fees, taxes, and human emotion working against you, you’re more likely to do so through luck than skill. If you can merely match the S&P 500, minus a small fee, you’ll be doing better than most investors.

Fuente.


Desde mi punto de vista, los partidarios de la
Efficient-market hypothesis (EMH a partir de ahora, que me canso de escribir) se equivocan al decir que es imposible batir al mercado, y los «fundamentalistas» (je) y los técnicos, se equivocan al decir que eso es más común de lo que afirman. Como ser posible, lo es, pero eso son excepciones.

Como podemos ver ya desde el principio, se produce algo que va a ser una constante: ninguna de las tres posturas acierta de pleno y todas tienen algo más o menos razonable que decir. Aparentemente.

Las tres aciertan en algo y se equivocan en algo aunque hay algunas que se equivocan más que otras, y lo iremos viendo.

Continuemos.
.
.
6.4.2. Dados los dos sistemas analíticos (fundamental y técnico), ¿cuál de los dos ha demostrado ser mejor?


“Ser mejor” no es una expresión correcta en Economía en líneas generales. Digamos que, si bien ambos sistemas metodológicos adolecen de que tienen pocos entre los suyos que puedan presumir de batir al mercado de manera consistente, lo cierto es que los que realizan análisis fundamental son más que los técnicos. ¿Repetimos? Si bien son muy pocos, hay más analistas fundamentales que pueden batir el mercado consistentemente que analistas técnicos. Ahí es donde reside la ventaja del fundamental: es un análisis que suele ser más completo, más serio, más basado en datos duros y tiende a acertar levemente más que su contrapartida técnica (aunque sólo sea porque se tiene más tiempo y paciencia con esta metodología). Y, más específicamente, que aquellos inversores que usan el fundamental, tienen entre sus filas a algunos de los que más ricos se han hecho invirtiendo: Warren Buffett, Peter Lynch, George Soros, Charlie Munger, Terry Smith, Nick Train y Keith Ashworth-Lord). Los técnicos no pueden poner sobre la mesa nombres de ese calibre.

.
Las críticas al análisis fundamental se centran en:

1 -Su poca capacidad de predicción. Empíricamente hablando, no ha demostrado mucho. No es una metodología segura o estadísticamente significativa como para establecer de manera concluyente que puede batir al mercado. De hecho, es que como metodología es relativamente «vaga», aunque contenga cuestiones matemáticas, casi todas ellas provienen más de la Contabilidad y del análisis cuantitativo, y predica más el «esfuerzo» y el «ojo clínico», tratando más con principios generales que con técnicas concretas propiamente dichas.

.
2 -Su poca replicabilidad.
Fijaos en que cuando se menciona al análisis fundamental sieeeeempre salen mencionados de una u otra manera Buffett y su grupo de siempre. Una, y otra, y otra vez. Warren Buffett y compañía aseguran que el método es replicable por cualquiera pero lo cierto es que no abundan los inversores de éxito como ellos. La respuesta más corta que se puede dar al respecto es que si bien su filosofía general de inversión es más que pública y está más que estudiada y publicada, etc., en la práctica se ha demostrado dificilísimo el copiarles (por no mencionar el copiarles… en volumen, claro).

Si alguien me pregunta por qué eso es así, le diré, tras mucho tiempo de haber estudiado a estos señores, especialmente a Buffett, que la filosofía que predica no la sigue ni él. Mejor dicho, que los conceptos generales los mantiene más o menos pero las cuestiones técnicas de aplicación práctica de esos conceptos las dejó de seguir hace mucho tiempo. Si algo ha caracterizado a Buffett es que ha mostrado una flexibilidad tremenda, adaptándose a los tiempos y a los cambios en el mundo de las finanzas (especialmente en el manejo de grandes sumas de dinero) hasta el punto en que ni él mismo respeta ya muchos de los principios generales que recomendaba hace años (le hemos visto hacer inversiones en empresas chinas que se sabía que no estaban dando datos empresariales fidedignos, y perder con ello por el hecho del ansia de invertir en el gigante asiático) y estoy convencido de que si alguien le pregunta por el secreto de su método y tiene ganas de ser sincero ese día, lo más seguro es que le respondería: “no tengo ni repajolera idea”. Porque, en realidad, Buffett no tiene (hoy) un método preciso ni, muchísimo menos, sistemático. Él y los pocos como él a estas alturas de la película van a lo que va saliendo, al paso, al día a día. La “gracia” de estos inversores es que empezaron allá por el año de la polka cuando todo esto era campo y lograron hacerse ricos con su metodología en el contexto de aquel momento pero, además, conforme fueron pasando los años y vieron los cambios, se adaptaron. Y, claro, como muchos de ellos tienen un recorrido tan largo (Buffett cumple este año los 92 tacos) lo que han hecho ha sido verdaderamente acumular aciertos sueltos más que seguir un método sistemático.

No soy el único que se ha dado cuenta de todo eso.

Por no hablar de que, al haber acertado desde el principio, estos «monstruos» de la inversión han tenido casi siempre un colchón de seguridad monetaria que les ha permitido pegar golpes bruscos de timón en finanzas que otros inversores no se han podido permitir y eso da la sensación de que no se han equivocado prácticamente nunca. De hecho, si algo ha predicado siempre Buffett, es tener grandes cantidades de cash (efectivo). Su fondo Berkshay Hathaway tiene, en 2022, la mayor cantidad de efectivo de entre todas las empresas del planeta: 144 mil millones de dólares.

Sí es cierto, no obstante, que los principios generales de inversión a largo plazo, estudio de fortaleza de una empresa, etc., los ha ido manteniendo aunque haya hecho frecuentes excepciones.
.

3 -Es una metodología donde los beneficios se ven verdaderamente a largo plazo.
.

4Como estudia tantísimo dato es más que probable que eso conduzca a evaluaciones equivocadas porque se tiende, al largo plazo, a tener en consideración datos que son tan inútiles que acaben causando la toma de decisiones erróneas. Es decir, que si metes un input erróneo, lo más seguro es que dé un output erróneo. La obsesión por acumular datos por acumular NO es buena en Finanzas. Aparte, distrae del esfuerzo principal: obtener beneficio.

5 -Es carísimo.

my-fundamental-analysis
.

6 -Y, también, se centra en una contrapartida de su supuesta mayor seriedad y trabajo analítico: que dado que es un trabajazo el llevarlo a cabo (y, encima, no garantiza batir al mercado), que muchas veces no es económicamente viable (especialmente teniendo en cuenta el tiempo que le tienes que echar), sobre todo para un inversor particular. Te tienes que dedicar a ello como si fuera un trabajo.

¿Qué persona puede permitirse el estar pendiente de factores tan especializados y dispares como la evolución del PIB (si es que eres de los que tocan la macroeconomía), cómo va la política económica del Ministerio de Industria, meterse a estudiar los libros de contabilidad de la empresa Chirimoyas y Construcciones y estudiar la vida personal del CEO que la lleva a ver si tiene antecedentes penales? Lo que he expuesto es una exageración pero lo cierto es que el análisis fundamental es MUY demandante de atención/trabajo y sus profesionales tienden a cobrar muy caro. A mí, por ejemplo, me llevaba cinco periódicos distintos el ponerme al tanto, y el pasar horas y horas delante de libros y extractos de contabilidad más aburridos que un acuario de mejillones. Y no daba una tasa de retorno que lo justificara. Si es que la lograba.

Esa crítica se repite, aunque de manera más especializada, con el análisis técnico. Muchos de sus partidarios aseguran que son capaces de encontrar patrones rentables entre la miríada de datos históricos utilizando herramientas tales como las gráficas de datos especializados y precios, las IA, las ANNs o el backtesting, a cada cual más compleja y engorrosa de aprender. Obviamente, muchos de ellos dicen que ese esfuerzo, ese software, etc., hay que pagarlo como cliente si quieres que te encuentren rentabilidad… A lo que los que queremos invertir respondemos: ¿y qué rentabilidad me vas a lograr que me compense esos costes?

¿Vais viendo ya por dónde vamos, lectores?

A ver, vamos a poner un ejemplo más claro. Por internet te vas a encontrar con multitud de analistas técnicos de medio pelo que te van a intentar “vender” que su método estadístico-matemático, software, etc., es el mejor para conseguir beneficio y que basta con aprender a programar su software informático super-hiper-mega-especializado con top losses, backtesting, uptrends and downtrends detection y suputamadring. Si yo tengo que aprender a programar… ¿qué tiempo me deja eso a mí para invertir, trabajar en mi trabajo habitual, irme a la playa o simple y llanamente rascarme las pelotas? A ver si sumando costes de comprar el software más las clases de programación más los libros más el coste de cada hora que le tengo yo que dedicar… al final puede ser que con lo que me rente de la inversión me salga la hora a menos de lo que me pagan en, por ejemplo, un trabajo de auxiliar de carpintería. Y eso sin tener en cuenta el coste de oportunidad que supone el no usar ese dinero para cosas que podrían ser más rentables como comprarme una vivienda o invertir directamente en el mercado inmobiliario.
.
.

¿Cuál es la fortaleza o ventaja, entonces, del análisis técnico?

Esto que voy a decir es un poco traído por los pelos y son afirmaciones muy, muy, muy generales pero se trata de hacer un artículo lo más comprensible posible y no marear al personal con regresiones ni la teoría de Dow ni la madre que lo parió.

Hablando en castellano, el análisis técnico es relativamente útil para:

-Detectar patrones, muy especialmente de precios. Pero eso no indica que lo que detecte sea rentable.

-Es decir, puede ser buen sistema para ayudar a detectar tendencias futuras y oportunidades de negocio.

-Puede ser lento de aprender pero es rápido de aplicar. Es por eso el favorito de los traders, del que tiene poco tiempo y el de mucha gente que tiene «ansia por ganar»: porque pueden ver el beneficio (que no siempre lo hacen, recordemos) a muy corto plazo.

-Tiene algunos elementos técnicos muy interesantes. Desde mi punto de vista, por ejemplo, el énfasis que hace en los puntos de entrada y de salida en el intraday trading.

Pero ahí acaba prácticamente todo. Las críticas son muchísimo más numerosas y mayores que las de sus supuestas ventajas.

Ya hemos visto que los analistas técnicos no pueden presentar muchos éxitos a la hora de evaluar su desempeño en los mercados financieros y que su rentabilidad es más que dudosa.

La crítica principal que se realiza tanto a los análisis fundamental como técnico por parte de la EMH es que no son útiles para batir al mercado y, siendo cierto en ambos casos es más cierto aún en el caso del análisis técnico.

Pero es que, aparte de eso, nos encontramos con multitud de cuestiones muy serias que juegan en su contra.

Esta metodología de análisis tiene una tendencia natural a lo que se llama en inglés, data snooping o P-hacking, esto es, a hacer un mal uso de los análisis de los datos que le llegan y presentarlos como estadísticamente significativos, lo que incrementa dramáticamente el riesgo de obtener falsos positivos. En castellano: que yo puedo fallar al leer un libro de contabilidad de la empresa Zutanita, S.A. como le podría pasar a un analista fundamental pero que más me voy a equivocar leyendo una gráfica de su histórico de precios intentando correlacionarla con las veces que se ha tirado un pedo la reina de Inglaterra. Es el problema de estudiar buscando correlaciones ya de base… que tiendes a verlas donde no las hay. Y eso sucede más aún en un entorno de trabajo (las asesorías financieras) donde la presión tanto de tus responsables como de los clientes o, qué coño, como la que tú mismo te marcas si estás apostando tu propio y escaso dinero es TREMENDA a la hora de encontrar resultados.

Si es que no acaban viendo lo que les sale de los cojones en los patrones de sus gráficas.

Technical-Analysis-620x330

Me cago en las cuatro farolas que alumbran la tumba de la puta madre del que inventó el análisis técnico.

 

.

En resumidas cuentas, que muchos economistas, especialmente los más académicos, tildan al análisis técnico de pseudociencia. Malkiel, en concreto, lo llamaba “Astrología [en finanzas]” (Robert Huescher, 2009).

Yo no soy tan duro con el análisis técnico porque, en honor a la verdad, tiene algunos puntos fuertes para ser considerados, tales como su estudio de los sentimientos de los inversores, y muchos elementos estrictamente técnicos que luego acabaron siendo común encontrárselos en otras metodologías por su utilidad (como los puntos de entrada y de salida). Pero en cuanto a conceptos… sí, es una pseudociencia. Más bien, diría que es una buena técnica que ha acabado degenerando en pseudociencia.

Es cierto que el análisis técnico puede encontrar información útil en Finanzas pero lo cierto también es que eso no justifica las afirmaciones que realiza, tales como que es la mejor metodología para obtener resultados económicos.

Technical analysis, also known as «charting», has been a part of financial practice for many decades, but this discipline has not received the same level of academic scrutiny and acceptance as more traditional approaches such as fundamental analysis. One of the main obstacles is the highly subjective nature of technical analysis – the presence of geometric shapes in historical price charts is often in the eyes of the beholder. In this paper, we propose a systematic and automatic approach to technical pattern recognition using nonparametric kernel regression, and apply this method to a large number of U.S. stocks from 1962 to 1996 to evaluate the effectiveness of technical analysis. By comparing the unconditional empirical distribution of daily stock returns to the conditional distribution – conditioned on specific technical indicators such as head-and-shoulders or double-bottoms – we find that over the 31-year sample period, several technical indicators do provide incremental information and may have some practical value.

Foundations of Technical Analysis: Computational Algorithms, Statistical Inference, and Empirical Implementation – Lo – 2000 – The Journal of Finance – Wiley Online Library

Los analistas fundamentales se ríen de los chartists con anécdotas como éstas:

a. Keynes se hizo rico inviertiendo, sí. Lo que muy poca gente sabe es que antes de hacerse rico se arruinó dos veces. Como él estaba titulado en Matemáticas, creyó ver, como muchos analistas técnicos, que se podían detectar patrones rentabilizables en la evolución de los precios de las acciones. Y confió en fórmulas y modelos y gráficas (lo que tenía a su disposición en su día). Fracasó estrepitosamente. Tuvo que pedir prestado a mucha gente (su padre y sus antiguos compañeros de Cambridge respondieron bien) pero, al final, logró no sólo recuperarse y devolver el dinero, sino que se enriqueció enormemente como ya vimos. ¿Cómo? Al final se dedicó a estudiar buenas empresas en las que invertir con lo que hoy se llamaría la estrategia bottom-up del análisis fundamental, novedosa en aquel tiempo. Esta estraegia consiste en estudiar las particularidades y fortalezas de las empresas al margen del entorno macro (irónico en el caso del padre de la Macroeconomía) y se centra en encontrar e invertir en las compañías que demuestren ser las mejores a la hora de superar a sus competidoras directas dentro del mercado como entorno amplio y a largo plazo. Lo que es invertir en empresas de alta calidad, vaya.

b. Buffett ha comentado varias veces que le decepcionó el análisis técnico cuando lo puso en práctica de joven y, más concretamente, cuando les presentaba a estos analistas una gráfica de la evolución de los precios de las acciones de una empresa y le daban la misma respuesta sobre cómo debía invertir tanto si la ponía del derecho como si la ponía del revés.

«But Buffett discovered one small problem. Technical analysis didn’t work. He explained, «I realized that technical analysis didn’t work when I turned the chart upside down and didn’t get a different answer.»
After eight years of trying, he concluded that it was the wrong way to invest.

Fuente.

.

Por si alguien inteligente me lo quiere preguntar: ¿obtienen los mismos resultados el análisis técnico y el fundamental de analizar el mismo título de valor (acción)?

Seguramente querréis saber si eso es así para determinar si ambos tienen la misma “legitimidad” o sirven por igual.

La respuesta es no, en líneas generales.

Tú te pones a analizar en técnico o en fundamental la misma acción y pueden llevarte a conclusiones totalmente distintas. Eso es así porque, aunque ambas metodologías se pueden combinar en aspectos concretos (muchas asesorías lo hacen), no se enfrentan a la evolución de los valores de la misma manera: el análisis técnico se centra en el corto plazo, el trading (día a día o dentro del mismo día, etc.) y el fundamental se centra en la inversión en sí, al largo plazo, estudiando la “fuerza” de la empresa. Puede pasar que las acciones de una empresa se derrumben de un día para otro y se mantenga así pues qué sé yo, una semana o un mes indicándole al técnico que debería vender pero si la mantienes al largo plazo porque has estudiado que la empresa es lo suficientemente fuerte como para superar ese bache, se pueden haber recuperado y haber obtenido un beneficio mucho mayor.

Por otro lado, es cierto que un inversor puede combinar el aspecto fundamental de identificar buenos objetivos con la práctica del trading tan típica del técnico. Pero, insisto, en líneas generales, las filosofías de ambas metodologías son demasiado dispares como para combinarlas completamente y para toda ocasión. No son ni iguales y, lo que es peor, no son igualmente válidas como metodologías: hablando en general, el análisis técnico ha demostrado tener un peor desempeño que el fundamental.
.
.

Ahora, unos secretillos financieros y alguna hostia dialéctica.

Seguramente os encontréis con muchos chartists que os digan que los stocks tienden a seguir el análisis técnico en el corto plazo. Y es cierto en líneas muy, muy generales. PERO…

-Lo volvemos a repetir: el que tú detectes un patrón no significa que lo puedas hacer rentable. De hecho, el detectarlo y que eso se vuelva público, lo va a hacer menos rentable casi de inmediato porque todo el que pueda hará lo mismo.

-El análisis técnico es MUY vulnerable a las situaciones imprevistas, los shocks, etc. Es la metodología más responsable de la pérdida de fortunas en bolsa y de que se arruinen las personas.

-La experiencia bursátil, la evidencia empírica, nos muestra que, al largo plazo, las acciones son mucho menos vulnerables a los shocks y a los imprevistos por el mismo hecho de tener paciencia y esperar a la recuperación. Incluso las acciones que hoy llamaríamos indexadas que perdieron durante el crash (o crack) del 29 se recuperaron y obtuvieron beneficio (eso sí, algunas, treinta años después). Es decir, a la larga es mejor para obtener beneficio seguro. Y, muy probablemente, mayor (no obstante, eso no está garantizado). Es, quizás, una de las grandes razones por las que los fundamentales pueden presentar inversores más ricos que los técnicos… y menos arruinados, que también es importante decirlo (como se suele decir en mi entorno: “jode más el fallar de lo que lo mola acertar”).

«We find that individual investors who use technical analysis and trade options frequently make poor portfolio decisions, resulting in dramatically lower returns than other investors.«

«Overall, our results indicate that individual investors who report using technical analysis are disproportionately prone to have speculation on short-term stock-market developments as their primary investment objective, hold more concentrated portfolios which they turn over at a higher rate, are less inclined to bet on reversals, choose risk exposures featuring a higher ratio of nonsystematic risk to total risk, engage in more options trading, and earn lower returns.»

Technical Analysis and Individual Investors. 2014. Arvid O. I. Hoffmann & Hersh Sheffrin.  Journal of Economic Behavior and Organization, 107 (November), pp. 487-511

.
De hecho, la evidencia empírica muestra también una cosa muy curiosa: los análisis fundamentales bien llevados a cabo al largo plazo, tienden a atraer la atención de los analistas técnicos sobre los valores a los que se han estado dedicando. Al revés, no.

Fuente.

Ibeth Rivero Cantillo, titulada en y futura doctora en Ciencias Económicas y a la que habréis podido conocer como una de mis habituales en el blog, ha aceptado mi solicitud para poder exponer su tesis final de carrera en este artículo: Un enfoque de eficiencia fuerte aplicado al mercado financiero colombiano donde nos detalla, con un gran estudio econométrico, las posibilidades reales de las teorías sobre inversión (fondos de inversión colombianos), centrándose en la teoría de los mercados eficientes pero la conclusión más sólida que se obtiene tras sus más de 300 regresiones es que… concuerda con la forma débil de la EMH con lo cual, el análisis técnico, sale muy mal parado una vez más.

-En líneas muy generales todo el mundo está pendiente de pegar un “pelotazo” de un día para otro con una subida inesperada del valor de las acciones en bolsa pero lo cierto es que eso son situaciones muy excepcionales. Lo normal yendo al corto es que el beneficio sea menor proporcionalmente que al largo, más aún teniendo en cuenta que normalmente hablamos de precios bajos en esta parte del mundo financiero. Es por ello que los técnicos intentan compensar eso… aumentando el ritmo de transacciones. ¿Qué pasa con eso? Que se corre mucho riesgo, se vuelve más volátil el asunto. Por citar una cosa que mencionan mucho los “fundamentales”, los “eficientes” y, sobre todo, los psicólogos conductistas… a ese ritmo tan frenético, los nervios, la tensión, el estrés, etc. aumentan y se suelen tomar decisiones equivocadas o simplemente cometer errores (de ahí que los técnicos busquen automatizar TODO lo posible con tecnología).

-Si os fijáis bien, la mayoría (por no decir casi todos) de los fraudes, timos, esquemas piramidales, los gurúes estrambóticos que pegan gritos, los inversores del tipo “lobo de Wall Street”, los programadores del “método Alcayate”, youtubers de las finanzas personales y vendedores de libros de autoayuda para invertir y frikis de las gráficas, aquellos que tienen menos paciencia, los especuladores en el mal sentido de la palabra, y los que suelen emplear lenguaje de secta o fanático a la hora de hablar de inversiones y finanzas, etc., vienen de o recomiendan métodos de análisis técnico. Porque precisamente lo que venden es la rapidez para hacerse rico.

Mucho ojo que, a diferencia de otros inversores yo no estoy diciendo que NO se pueda ganar dinero con el análisis técnico. Como poder se puede. Hay mucha gente que dice: «¿Ves? Hoy ha sacado cincuenta euros. ¿Y tú?»

-Al final de ejercicio te lo digo.

-¿Cuál es tu media?

-¿Has batido al mercado?

-Yo saco más con mi sueldo que eso. Y cotizando.

-¿Cuánto te has gastado en suscripciones, programas, clases, libros…?

-¿Y cuántas horas le has echado?

-A ver si alguna vez me dices cuánto has perdido.

-Etc.

Simplemente quiero señalar que, hablando siempre, siempre, siempre en líneas muy generales el beneficio del análisis técnico es bajo, el riesgo es alto y que, en resumidas cuentas, hay mejores o menos estresantes formas de hacerlo.

La crítica principal que le hago al análisis técnico es que es más difícil batir al mercado con él que con el fundamental o, simplemente, que es mejor indexar y a tomar viento que me voy a la playa como viene a decir la EMH.

Indicators

Una última anotación: en realidad, hoy en día la distinción entre fundamental y técnico está mucho más difuminada que hace algunos años porque hoy en día pocos analistas NO usan herramientas de ambas metodologías y/o te encuentras con asesorías que no usen ambas. Tanto es así que las compañías de asesoría financiera más grandes o que se precian de ser más “serias” tienen equipos separados de analistas fundamentales por un lado y de técnicos por otro que luego ponen en común sus conclusiones y toman decisiones de manera acorde.
.

6.4.3. Críticas a la hipótesis del mercado eficiente.

Aquí va a recibir hostias todo dios.

La crítica principal que se le hace a la EMH, especialmente por parte de inversores de éxito como Buffett o mi amo y señor George Soros, larga vida a él, a la nación de Israel y a la Masonería y de investigadores como Kahneman, Tversky y Thaler es que los inversores NO son racionales ni los mercados, eficientes.

Es más, una de las críticas más frecuentes que se le hacen es la de que afirma que los mercados son caóticos e impredecibles pero luego resulta que los inversores son entes racionales. A ver, o una cosa, o la otra.

ERsgIA_WkAA2J2U

Cuestiones como los sesgos cognitivos, sesgos de información y un montón de errores humanos de todo tipo afectan tanto a los procesos mentales de razonamiento como al proceso de las informaciones. Punto. No hay mucho más que hablar en concepto.

El mismo Keynes criticó implícitamente a la EMH al afirmar que los inversores son irracionales y altamente susceptibles a las fuerzas psicológicas en La Teoría general del empleo, el interés y el dinero (por cierto, la famosa frase atribuida a Keynes Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia es apócrifa; él nunca dijo eso).

La EMH se defiende diciendo que a título individual puede ser pero que la suma de inversores acaba por compensar las decisiones de unos y otros y, al final, la respuesta es, en líneas generales, racional.

¿Eso se demuestra con evidencia empírica?

La evidencia empírica apunta a que si bien la forma débil (la que refuta al análisis técnico) de la EMH sí tiene cierta correlación con los mercados, la semifuerte (que incluye al fundamental) y la fuerte (la que desmotraría que la EMH tendría razón), no lo ha logrado.

Como podemos comprobar, el problema con la EMH es que dice algunas cosas que son razonables y otras, que no. Ya vimos que incluso la mismísima psicología conductista que critica la afirmación de la EMH de que los mercados son eficientes y los inversores, criaturas racionales, afirma también dándole la razón en que NO es posible batir al mercado (de manera consistente).

.

El otro gran grupo de críticas a la EMH es desde el punto de vista teórico.

A) La idea de la martingala tiene como problema que se sustenta en que los inversores sean neutrales al riesgo y eso pues como que no es cierto en la vida real. De hecho, se ha demostrado que bajo aversión al riesgo (que es lo que generalmente pasa con la inmensa mayoría de inversores) no se satisface la propiedad de martingala. Así pues, este enfoque a nivel empírico se encuentra con algunos problemillas para ser “testado”. Pero sí es cierto que la idea de la martingala es mucho, mucho más cercana a la realidad física que el “paseo aleatorio” de Fama.
.

B) El paseo aleatorio tiene como problema principal que también asume cosas que NO se dan en los mercados financieros como que los retornos son independientes a través del tiempo. Es decir, no-autocorrelación serial. Y nadie que haya trabajado con series de tiempo puede asumir eso ni de coña.
.

C) Algunas afirmaciones de algunos autores de la EMH son demasiado categóricas. Por ejemplo, algunos afirman que no existen los patrones para nada y eso NO es cierto. En lo que sí estoy de acuerdo con la EMH es en que esos patrones, de ser descubiertos, casi nunca demuestran su rentabilidad y, de hacerlo, casi inmediatamente empiezan a dejar de ser rentables en cuanto los inversores se enteran de que están ahí. Un ejemplo muy claro son los patrones que encontramos cuando termina un ejercicio fiscal o cuando termina la Navidad. Los precios de algunas mercancías y, por tanto, de las acciones de las empresas que las fabrican o comercian con ellas, caen debido a que los consumidores gastaron mucho en Navidades y no pueden comprarlos (“cuesta de enero”).

En otros países como Estados Unidos se produce un fenómeno distinto, el “efecto Enero”: se encarecen los precios de las acciones en enero porque hay que pagar los impuestos en diciembre y, para hacerlo, hay que vender antes de que acabe el año, lo que hace que bajen al haber tanta orden de venta (y luego vuelven a subir en enero) aunque también se le suma el hecho de que mucha gente cobra bonus o pagas extra a final de año, y las usan en enero para comprar acciones. Desde que se detectó este fenómeno, cada año que pasó fue menos y menos rentable el saber que se producía.

The January Effect is a perceived seasonal increase in stock prices during the month of January. Analysts generally attribute this rally to an increase in buying, which follows the drop in price that typically happens in December when investors, engaging in tax-loss harvesting to offset realized capital gains, prompt a sell-off.


Another possible explanation is that investors use year-end cash bonuses to purchase investments the following month. While this market anomaly has been identified in the past, the January effect seems to have largely disappeared as its presence became known.

January Effect Definition (investopedia.com)

D) La presencia de numerosas anomalías no recogidas por la teoría de la EMH y de la presencia de información asimétrica hacen que la recomprobación empírica no juegue a favor de las formas semifuerte y fuerte de la EMH. No obstante, la forma débil, sí que ha demostrado una correlación yo diría que bastante clara con lo que sucede en el mercado.

Recordemos que la forma débil de la EMH es la que dice que el conocimiento de cómo evolucionaron los precios en el pasado es inútil dado que la información de todos esos precios pasados YA está en el precio actual.

Es decir, que el análisis técnico sale vapuleado tanto por el lado de que no ha logrado demostrar empíricamente su valía como por el hecho de que la EMH, precisamente por ese lado, sí lo ha logrado (más o menos, eso es lo que dice la evidencia disponible ahora, tampoco vamos a decir que lo haya logrado al 100%).
.

E) No obstante, la idea de la EMH (más específicamente, de Fama) de que el precio refleja fielmente toda la información posible del mercado es ya de tirarse al suelo de la risa. Eso es físicamente IMPOSIBLE y, lo que es peor, incluso teóricamente (v. Grossman o Stiglitz).

Hay muchísimas empresas en el mercado cuyas acciones están mal valoradas por los mercados, simple y llanamente por desconocimiento o porque no llaman la atención de los inversores (eso ha pasado con muchas startups, por ejemplo). Eso de que los precios contienen toda la información… como que no. Es decir, las gangas existen. No son muchas, cierto, ni todas son espectacularmente rentables como para batir al mercado pero existir, existen.

20140603
.
.

Concluyendo.

Desde mi punto de vista el principal problema con la EMH y notado por muchos economistas es que acierta en algunas cosas, principalmente en conceptos pero otras de sus afirmaciones son más que cuestionables a la hora de compaginarlas con la realidad física de los mercados. Por decirlo más claramente y en palabras de Jack Schwager, “la EMH es correcta por las razones equivocadas”.

Lo que sucede es que la idea de Fama está más que mal formulada o explicitada porque asume cosas que, simple y llanamente, NO se producen en la vida real y porque afirma cuestiones en las que se equivoca directamente como, p. e., al decir que NO hay patrones. Es cierto que, en muchísimas ocasiones se pueden encontrar patrones en los precios de las acciones. Joder, existe la inercia de los precios, ahí están las commodities, por ejemplo. Eso está más que demostrado.

Pero la otra idea central de la EMH sigue incólume. Tú puedes detectar patrones (ya sea a través del análisis fundamental o el técnico) pero lo cierto es que aunque los encuentres… ¿qué? ¿Puedes ganar dinero con ello? ¿Puedes hacerlo sistemáticamente? ¿Puedes hacerlo batiendo al mercado?

La verdadera crítica al mundo financiero y en lo que aciertan los partidarios de la EMH es que no se puede hacer dinero sólo con la información histórica (un ataque al análisis técnico en concreto), si así fuera haría dinero todo el mundo; tendrías que tener cosas como información privilegiada para “desempatar”. Es por eso que muchos investigadores descartan los estudios que juegan a buscar patrones en las series de tiempo porque lo que interesa es enfocarse en lo que verdaderamente importa: el rendimiento de los inversores profesionales.

Es decir, lo que nos interesa a gente que somos inversores particulares como yo es poner a prueba, que nos demuestren los “profesionales de la inversión” que ellos son capaces de obtener retornos ajustados al riesgo, extraordinarios.

En castellano: cuestiones teóricas y de concepto aparte sobre la EMH y que sólo interesan a los frikis de lo académico y tres gatos más, lo bueno de la hipótesis del mercado eficiente es que OBLIGA a los asesores, a los profesionales de la inversión, a enfrentarse a y responder a las preguntas que les debería hacer alguien que va a confiar su dinero particular para que ellos lo manejen: ¿qué me aportan ustedes como profesionales que justifique su sueldo/comisión/gasto? Si yo pago por sus servicios como asesores financieros, ¿van a obtener un beneficio MAYOR que el que obtendría yo/mi abuela/alguien que pase por la calle? ¿Van ustedes a batir el mercado? ¿Van ustedes a obtenerme un beneficio acorde al riesgo en que incurren con mi dinero? Porque si no lo vais a hacer, ¿por qué no debería yo comprar un fondo indexado al IBEX-35 y ahorrarme vuestro sueldo?

.
.

7. Resumen, comparativa con experiencias personales y conclusiones.

Grandes, Pantomima Full. Grandísimos.

.

No lo voy a negar: cuando salí de la facultad, tenía los conceptos básicos de Economía justitos para entender cómo funcionaba el mundo de la inversión… pero, para mí, era tan incomprensible como para el común de los mortales. Ni uno solo de mis profesores sabía invertir en bolsa. ¿Para qué? Ya ganaban su buen sueldo fijo y sin problemas como funcionarios de la educación universitaria.

No fue hasta años después, más concretamente, por mi manía de buscar siempre fuentes adicionales de ingresos, que me interesé por este mundo. Y nunca dejaré de insistir en que la diversificación es una de las reglas más básicas no ya para ganar dinero sino para no depender de una sola fuente.

Eso sí, yo lo hice de una forma muchísimo más cauta e informada que, por ejemplo, mi padre, que se metió a invertir sin tener ni idea y, como ya os he comentado, perdió bastante dinero.

Voy a resumir mis pensamientos y experiencias sobre inversión, al calor del vídeo del dúo de humoristas, del que soy fan y suscriptor… y voy a dar una clase contra la pseudociencia y para alertar contra estafas.
.

1) La palabra trading me pone un poquito en guardia, la verdad. Yo, en líneas generales, invierto, no especulo. Y, más o menos relacionado: el uso abundante de anglicismos sin venir a cuento y sin recurrir a sus equivalentes consolidados en español, ya te está indicando de entrada una falta de seriedad. Como podéis observar, todo este tipo de lenguaje de los flipados del trading o de sus primos hermanos, los fanáticos del bitcoin, se asemeja demasiado al lenguaje de secta, a lo que diría un fanático de un tema.

Cuando alguien emplee lenguaje de secta, para lo que sea (trading, bitcoin o culturismo), HUID. Como norma general, es lo mejor.

Por cierto y ya hablando de cuestiones más de sentido común: ¿os habéis fijado en la cara de flipados que tiene la mayoría de los que hablan maravillas de los bitcoins?
.

2) Yo no invierto como fuente de ingresos principal. NI LOCO.

Cuando mucha gente se entera de que invierto en bolsa, me pregunta: “¿y qué haces trabajando”? ¿Cómo que qué hago? Pues ganarme el pan, tócate los huevos. Y cotizar, que ni el trading ni la inversión en general te logran una paga de jubilación. No conozco A NADIE que viva única y exclusivamente de invertir en bolsa. A nadie. De vivir a costa de engañar a otros vendiendo clases y libros, sí. Para poder ganar un sueldo con la inversión, necesitarías un capital inicial considerable. Capital del que no todo el mundo dispone y que a buen seguro te hará falta para cuestiones esenciales tales como pagar alquiler o hipoteca. O comer. La inversión tiene tantos altibajos que depender de ella como fuente de ingresos principal es un suicidio. Sí es cierto que cuanto más capital te sobre, tanto más puedes estar tranquilo invirtiendo y más interesante se vuelve como fuente de ingresos (adicional). Pero que nunca dejéis de tener en cuenta otras opciones y el costo de oportunidad (¿ese dinero podría rentarme más comprando un piso y poniéndolo en alquiler?).
.

3) Lo señalan en el vídeo como la máxima paradoja y punto principal para estar alerta, ya lo hemos comentado más arriba, para que veáis que es algo que notamos muchos. ¿Os habéis fijado en la inmensa cantidad de gente que ofrece sus servicios para enseñarte a invertir? ¿O para enseñarte su método de inversión ultrahipermegaexitoso? Si de verdad fuera un método tan bueno… ¿qué hace dedicándose a cobrar por dar clases, conferencias o vender su libro explicándolo?

¿No debería callarse ese método para que no surgieran más competidores?

Si te parece, voy a encontrar la gallina de los huevos de oro y la voy a compartir con los demás a módico precio. Pues vaya mierda de inversores o de negociantes, ya puestos.

Lo he dicho durante años y a lo largo del artículo pero venga, una vez más: todos esos “gurúes” del mundo del trading, el investment coaching y del suputamadring en escabeching lo que hacen es ganar más con el mero hecho de vender su método que con el método en sí mismo. Y, una vez más, no soy el único que lo ha notado. Repetimos.

Nowadays, you hear a lot about technical analysis. There is a lot of content online about technical analysis. Especially how you can become rich with it, without having to study for years. For instance, content creators sell online courses on Technical Analysis and explain to you how they became very rich with it. Isn’t it strange that such a content creator sells courses to you? Why would they sell you their secret to making money fast? If you think rationally for a second, you know these online gurus are obviously selling a fantasy. Nothing more, people are attracted to the lifestyle.

Fuente.
.

4) Lo dejo claro, clarito y diáfano: NO HAY MÉTODO SEGURO PARA INVERTIR. Punto pelota, y se acabó.

Si lo hubiera, la Ciencia (más específicamente, la Econometría) ya lo habría encontrado y/o ya lo estaría aplicando más de uno y, lo más importante, ese método seguro tergiversaría las expectativas de los inversores, modificando a su vez el mercado global de la inversión. Sería como si todos los buscadores de oro supieran dónde hay oro… al rato se habría acabado. Eso si el oro no entra tan masivamente en el mercado que de repente sube la inflación (coff, coff, siglo XVII en el Imperio español, coff, coff).
.

Como hemos visto, se le presentan, grosso modo, dos grandes metodologías y una teoría para invertir:

1 -El análisis fundamental.

2 -El técnico.

3 -La teoría de los mercados eficientes.

Traducido y simplificado muchísimo:

1 -Invertir a largo plazo, con paciencia y trabajo, estudiando las empresas, el mercado de éstas, etc.

2 -Especular al corto plazo, estudiando la evolución de los precios de los títulos de valor (acciones, normalmente), comprando y vendiendo rápido (trading), mirando gráficas de continuo, etc.

3- La idea de que da igual lo que hagas, al final no vas a poder lograr mucho más que tomar como referencia los mejores valores en bolsa e invertir en ellos sin mucha complicación.
.

¿Cuál funciona como método imbatible?

Ninguno.

Eso no es fijo ni seguro. Además, que todo ello depende de INFINIDAD de factores tales como: capital inicial, libertad para usar ese capital ante imprevistos, tu filosofía de riesgo (si eres más conservador o más arriesgado), tipo de mercado en que inviertes (divisas, materias primas, tecnológicas), inestabilidad política, etc., etc., etc.

Lo que sí ha demostrado el estudio científico econométrico, la evidencia empírica y recomprobado con mi experiencia personal es que, de esas tres grandes llamémoslas “formas” de invertir, el análisis técnico, el que usan todos estos traders y coaches de medio pelo y que reconoceréis rápidamente de forma gráfica porque es en el que se ven las famosas velas japonesas y software de más que dudosa graficabilidad, es el que la Economía califica directamente como pseudociencia.

Básicamente, es la metodología que menos ha logrado demostrar sus afirmaciones y su capacidad de predicción.

Ya vimos que algunos economistas como Malkiel la llegan a calificar de “astrología [en Finanzas]” pero es que incluso los inversores más sólidos, como Warren Buffett, lo califican de “magia [en el sentido de superstición]” y hay quien ha llegado a llamarlo, incluso,»vudú financiero».

ym9jvrtqtbo71

A ver, la verdad es que hay mucho que decir y que no todo en el análisis técnico es malo. Pasa lo mismo que con el bitcoin: la inversión en bitcoins tiene una cantidad de estafas morrocotuda, pero el empleo de blockchains SÍ es una aplicación impresionante y de uso cotidiano hoy en día. Pero eso mismo: el blockchain… NO el trading en bitcoins.

El análisis técnico ha tenido algunas aplicaciones que, por sí mismas, SÍ son interesentísimas, tales como el uso de algoritmos de inversión, la creación y adaptación de software para poder invertir o manejar capital desde tu casa (cosa que antes era imposible) y, muy especialmente (al menos, para mí), el énfasis en los puntos de entrada y de salida. Aunque hay mucho que decir al respecto, porque los que predican el análisis cuantitativo como independiente del técnico, aseguran que éste se ha apropiado de la fama de muchos de sus logros tecnológicos.

Pero, aparte de innovaciones tecnológicas que, de todas formas, se iban a acabar dando por el mero hecho de introducirse grandes cantidades de personas deseosas de ganar dinerito… el análisis técnico (no lo oiréis muchas veces con ese nombre, la mayoría de coaches y gurúes de inversión lo llamará «mi método” o “el método X”) es falso en sí mismo como concepto porque no ha demostrado ser más eficiente que invertir al largo plazo, menudeando entre auditorías y cuentas de resultados o simplemente haciendo una selección de buenas empresas e indexando. Es decir, no cumple ni por asomo con lo que promete (ganar seguro o ganar más).

Algunos lo consideran, directamente, «una patraña».

Cualquiera que os venga con el cuento de invertir con “el método de Washington Rodríguez”, ya podéis argumentarle lo de siempre, lo mismo que se le dice a alguien que cree en la existencia de un dios: DEMUÉSTRALO. Bate al mercado. Por mucho, y regularmente.

DVdxv49UMAA2_Go

Esto es lo que pienso de tus gráficas.

.

5) Personalmente recomiendo ser flexible, no obsesionarse con un “método” o tan siquiera con alguna de esas “formas” de invertir y estar alerta ante posibles chollos o gangas.

Después de años de haber invertido si es que puedo aconsejar algo, es hacer más o menos lo siguiente: utilizando dinero que NO te haga falta para vivir (si te hace falta no inviertas), diversifico utilizando una parte (puede ser la mitad) para indexar (dependiendo de la situación puede hasta incluir deuda pública), sin la intención tan siquiera de batir el mercado. Ésa es la parte que me deja tranquilo, la menos arriesgada, la que sé que más o menos me va a dar algo aunque sea poco. Y utilizo la otra parte para estar pendiente de oportunidades que vayan surgiendo y que me tomo la molestia de ir investigando en medios de comunicación, redes sociales, etc. No con tanto detalle como tiene por norma el análisis fundamental (porque no tengo tiempo) pero sí lo suficientemente en detalle como para hacerme una idea sólida de dónde me estoy metiendo.

Lo vuelvo a repetir: he ganado más dinero con Tesla, aprovechándome de la huida de empresas de Cataluña durante el procés independentista y apostando contra el peso argentino durante las elecciones presidenciales de 2019 que invirtiendo en un valor seguro como Telefónica.

¿Cuál es el problema con todo ello? Que tienes que tener capital inicial, una conexión segura y estable a internet, conocer muy bien el inglés… y dedicar tiempo a estar alerta y ser cognoscedor de esas cuestiones.

Repetimos. ¿Cuánta gente tiene tiempo y ganas de estar pendiente de cuestiones económicas o políticas que suceden en la otra parte del mundo?

Pues ya lo sabéis.
.

6) ¿Cómo sé si lo estoy haciendo bien? Eso varía según la situación de cada uno, sus objetivos y demás. Sí es cierto que si logras batir al mercado (recordad: obtención de rendimientos superiores o pérdidas inferiores al rendimiento medio del mercado, el cual es calculado generalmente a partir de un determinado índice de referencia o benchmark, como puede ser el IBEX-35 en el caso español) has logrado muchísimo más que el inversor común. Te puedes dar con un canto en los dientes y aun te sobra para chafarte el testículo izquierdo.

Para mí, en mi experiencia (y en la de muchos inversores), eso es muy, muy difícil de lograr. Yo sólo lo logré en la mitad de años que estuve invirtiendo, y ya fue un logro. Pero ese logro tiene “trampa”, y no es replicable: recordad que yo no uso un método definido y soy una persona muy ecléctica (como la mujer de Connecticut), muchas veces especulo con cosas que ni tan siquiera son acciones y admito que tuve mucha suerte en las apuestas que hice por conocer la situación política y social en Argentina (aposté contra el peso argentino tras las PASO de 2019 y antes de las elecciones de ese año) y Cataluña (aposté a que las empresas asentadas allí iban a huir de la región y bajar sus precios, para luego “rebotar” tras la inestabilidad generada por el procés independentista).

Distintos autores os darán diferentes respuestas pero, desde mi punto de vista (mío, personal), considero que he tenido un éxito mínimo si he superado el rendimiento del plazo fijo más alto que ofrezcan de entre todos los bancos (recordad: menos impuestos y gastos varios que se puedan producir en el proceso de invertir). Considero que si no soy capaz de lograr eso, mejor meto mi dinero a plazo fijo, ¿no?

En la actualidad eso no es muy difícil de lograr: el banco que más da a 9 de agosto de 2022 es EBN con un plazo fijo del 1,1% a 18 meses. Una auténtica miseria. Por no dar no da ni para cubrir la inflación anual. Por comparar (ese año yo no invertí), el IBEX-35 dio en torno a un 7,93% anual en 2021.

He de admitir que para superar un 7,93% de retorno tendría que meterme en cosas arriesgadísimas.
.

7) Dejé de invertir desde principios de 2020, poco antes del confinamiento (volví este 2022). El fondo de inversiones lo tenemos en común mi mujer y yo. Ella creyó ver que la situación se iba a poner muy volátil, así que me convenció para liquidar y terminar lo que nos quedaba de hipoteca.

Admito que tuve que dejar pasar auténticas gangas porque bajaron mucho de precio (recordad: por la pandemia de coronavirus) las acciones de empresas muy interesantes que yo sabía que iban a rebotar después. Pero admito también que no me arrepiento ni por un solo momento de haber terminado con la hipoteca. He dormido más tranquilo que el agua de un pozo durante toda la pandemia.

Y digo eso porque quiero que tengáis en cuenta que muchas, muchísimas veces es que ni tan siquiera te sale a cuenta invertir si tienes mejores alternativas en las que emplear tu dinero. Para que lo veáis claro: ¿qué beneficio tengo que obtener yo invirtiendo que iguale o supere lo que tenía que pagar al año en letras de hipoteca? Mucho, y encima estoy arriesgando.

Quedaos con la idea de que muchas, muchísimas veces vas a poder emplear mejor tu dinero (para ti, en tu caso) que invirtiendo. Por poner otro ejemplo, yo mismo he hecho más dinero muchas veces comprando y vendiendo cocheras y plazas de aparcamiento. Tenéis que evaluar siempre si tenemos otra mejor forma de emplear nuestro dinero que “meterlo en bolsa”.

Mi opinión personal es que “invertir en bolsa” interesa, sobre todo, si tienes un capital que no es lo suficientemente grande como para meterte en cuestiones inmobiliarias, y es demasiado grande como para dejarlo muriéndose de asco en un plazo fijo o producto financiero de rentabilidad similar de un banco. Como añadido, creo que también es interesante porque no tiene mucha complejidad (dejé de vender inmuebles porque cada vez obtenía menos retorno y era un coñazo el papeleo y podía estar meses sin vender con los gastos que conllevaba eso), lo puedes hacer desde casa, y como forma para vencer a la inflación (que tu dinero no vaya perdiendo contra el paso del tiempo). Otros motivos, más personales aún, son porque así controlo cómo se maneja mi dinero (soy muy estricto no invirtiendo en empresas que no paguen impuestos o que causan desastres ecológicos) y que me lo tomo como un ingreso más, aparte de otros como el sueldo por mi trabajo, uno que es muy compaginable, flexible y personalizable.

Lo vuelvo a repetir y a insistir en ello: la inversión en bolsa debería entenderse como una posibilidad (que NO garantía) de ingreso adicional. No te lo deberías plantear como tu fuente de ingresos única o principal. Eso es demasiado arriesgado y sólo está al alcance de muy pocos, de los que tienen un capital inicial considerable. Observa a tu alrededor, en tu entorno: ¿cuántos pueden vivir de invertir? ¿Cuántos pueden hacerlo ganando más que con un sueldo mínimo interprofesional? ¿Con qué consistencia, con qué seguridad, con qué estabilidad?

Hacerse rico invirtiendo (y sin engañar) hay muy, muy, muy poquita gente que lo logre.

.
8) Hay quien paga a otros para que gestionen su dinero por ellos (asesores, gestores, coaches, algoritmos)… pero, entonces, estás perdiendo dinero metiendo un intermediario de por medio. Prefiero hacerlo yo mismo, que lo hago mejor que ellos y, encima, no tengo que pagar a nadie. Vuelvo a exponer el símil que digo siempre: puedo pagar a un electricista para que me instale un simple enchufe de pared… pero me ahorro un montón de dinero (y de tiempo), haciéndolo yo mismo, que no es tan complicado. Y, encima, a mi gusto.

Personalmente pienso que el trabajo profesional de un gestor o asesor de inversiones está sobrevaloradísimo, prefiero interactuar directamente con un broker (que sí es necesario porque yo no tengo permiso profesional para invertir directamente en según qué parqués). El gestor no aporta nada de valor y sólo se lo recomendaría a quien no tenga ni maldita idea. Aunque antes de meterse en algo tan inestable como es la inversión, casi que le recomendaría invertir en bienes inmuebles (o similar) si se lo puede permitir.

Lo que sí recomiendo al 100% es que no se caiga en la estafa de los gurúes de la inversión o los traders de medio pelo.

Llega un momento en que es tan evidente a simple vista que hasta los humoristas hacen guasa del asunto.

Así pues, una de las mayores conclusiones si no la principal que podemos sacar en claro es que prácticamente no interesa recurrir a asesores financieros. Dado que muy, muy pocos de ellos son capaces de batir al mercado y que hoy en día cualquier zote es capaz de por él o ella mismo/-a de comprar un fondo indexado con el IBEX-35 o el S&P 500 desde su casa a través de internet, que no te merece la pena gastarte el dinero en pagar a alguien por algo que tú puedes hacer igual o mejor.

Los estoy oyendo llorar desde aquí.
.

9) ¿Es necesario tener conocimientos especializados en economía de Finanzas para obtener mejor resultados que alguien que NO los tenga?

No.

La triste realidad y la evidencia empírica muestran que alguien dedicado profesionalmente a invertir no logra necesariamente mejores resultados en inversión que alguien que sólo tenga conocimientos superficiales en el campo. O ninguno.

Mi propia esposa me ha superado a mí en obtención de beneficios en multitud de ocasiones y no tiene ni idea de economía financiera. Tan sólo sabe hablar muy bien inglés (es profesora).

Por decirlo más claramente y lo volvemos a repetir: es extremadamente difícil batir al mercado. Una persona sin conocimientos que indexe conforme al IBEX-35 va a obtener iguales o mejores resultados que un profesional que se empeñe en obtener MÁS resultados que el benchmark de esa bolsa. Antes, los gestores te ponían la excusa de que ellos te lo solventaban todo y aun cuando era cierto que hasta hace unos años eso de plantarse en una entidad financiera y crear tu propio fondo de inversiones (indexado o no) era engorroso, lento y complicado ya desde el punto de vista del papeleo administrativo, hoy en día no se requiere la gran cosa ni mucho tiempo para saber indexar al IBEX-35 desde tu propia casa con una plataforma online de inversión.

Sí es cierto que en cuanto a invertir por fuera de un fondo indexado el que tiene conocimientos económicos avanzados falla menos que uno que no tenga ni idea o, al menos, eso es lo que percibo. En mercados especializados como las materias primas, las divisas, etc., sí es cierto que conviene más tener conocimientos hasta el punto en que “no te metas en el mercado que no conoces”. Porque se tiende a ser menos engañado, se tiende a saber dónde se mete uno, cómo se maneja eso. Pero lo que quiero decir es que tener conocimientos financieros NO GARANTIZA en general el tener mejores resultados, especialmente si tomamos como referencia el benchmark del mercado.

Es decir, a mí como inversor el estudiar Economía como conocimiento académico me ha servido ante todo para dos cosas:

a) Para que no me engañen.

b) Para saber gestionar mejor que el que no ha estudiado nada, el dinero que logro.

Pero NO para saber ganar dinero en sí.

Conocimientos tales como saber inglés o informática de gestión son mucho, muchísimo más útiles en general para invertir que, por ejemplo, saber programar software de gráficas.

Desde mi punto de vista y experiencia personal, respaldada por la opinión de muchísimos inversores de éxito como Buffett: estudiar Economía puede servir para gestionar la riqueza pero no para saber crearla. Como ya vimos, muchos millonarios tienen alguna titulación o estudios relacionados con la Economía pero la mayoría de ellos hicieron sus fortunas yendo «por fuera» de lo que es la teoría económica.

Otra anotación o, mejor dicho, advertencia muy, muy de Perogrullo que tengo que realizar es que si bien es cierto que no es necesario tener conocimientos avanzados en Finanzas, sí que considero que, para invertir, hay que tener una cultura general o básica sólida. Creo firmemente que el invertir en bolsa de por uno mismo es mucho más peligroso, más arriesgado para una persona que apenas sepa leer o escribir, no se le den bien las matemáticas o que no tenga las facultades mentales plenas que otras actividades de inversión más comunes. Es uno de los pocos casos en los que recomendaría utilizar servicios de gestión financiera profesionales y, de hecho, es una de las grandes razones por las que el target de muchos comerciales de productos financieros son ancianos. Pero si necesitas recurrir a eso… casi que te recomendaría, ya puestos, que no invirtieras. Recordad lo que les pasó a quienes les colaron las preferentes, el mayor escándalo financiero de la historia de España: la mayoría de ellos eran viejos y personas sin formación.

.
10) En última instancia, la polémica, la pelea entre las diferentes métodos es vacía en tanto en cuanto… ¿de qué me sirve a mí una pelea académica y de conceptos cuando yo lo que tengo que ver como inversor es la rentabilidad, el beneficio?

Diciéndolo mal y pronto: ¿a mí qué coño me importa lo que diga la teoría financiera o el análisis de Fulanito si luego esa teoría no me hace ganar dinero?

¿Tú dices que tu método o teoría te garantiza batir el mercado? Pues demuéstralo de manera empíricamente recomprobable.

Tan simple y tan sencillo como eso.

Todo lo demás sobra, en última instancia.

Hasta la próxima, lectores.

.

Y para todos mis haters:

EURGBP